Su pasión por el periodismo la descubrió durante su infancia. A los 6 años repartía diarios a los vecinos de Flores, y a los 15 ingresó como cadete en Radio Rivadavia. Aquel punto de partida fue el comienzo de una notable trayectoria hasta convertirlo en leyenda y referente de varias generaciones. Realizó coberturas en 17 mundiales y en la última edición de Qatar 2022, la propia FIFA reconoció su labor con una distinción que fue acompañada por la consagración de La Scaloneta.
Su primera aventura comenzó en el certamen que organizó Suecia en 1958. Sin mucha experiencia, Enrique Macaya Márquez se embarcó hacia un destino desconocido y lejano para seguir de cerca a una Selección que prometía la gloria. Con intérpretes de la talla de Amadeo Carrizo, Ángel Labruna, Alfredo Rojas, Oreste Corbatta y José Sanfilippo, entre otras grandes figuras, el joven periodista de 24 años partió rumbo a Malmo, que por entonces era una ciudad desconocida para la mayoría de los argentinos. “El avión parecía el colectivo 17, porque paraba en todos lados”, recordó entre risas en diálogo con Infobae.
Las constantes conexiones generaron complicaciones. La idea inicial era llegar a Hamburgo, donde se encontraría con José María Muñoz para continuar el trayecto en camioneta hasta el norte de Alemania, cruzar a Dinamarca y una vez en tierras escandinavas arribar a Suecia. Sin embargo, cuando estaba en pleno vuelo junto a su relator de Radio Belgrano, Eugenio Ortega Moreno, y otros colegas de Radio El Mundo, se percató de un detalle.
—Eugenio, ¿a dónde vamos nosotros?— le pregunto Enrique a su compañero con una clara preocupación.
—A Hamburgo— le respondió.
—Bueno, tengo una mala noticia. Acá en el pasaje dice que vamos a Frankfurt.
Como si se tratara de una comedia dramática, el joven comentarista recibió la ayuda de otra pasajera que había residido durante un tiempo en San Isidro y estaba regresando a su país. Fueron unas lecciones de fonética en alemán que le permitieron resolver la situación cuando llegaron a territorio germano para poder continuar con su travesía en tren. “Salió todo bien para nosotros, pero no para los jugadores”, recordó. Es que la participación Albiceleste quedó en la historia como El Desastre del 58, con una prematura eliminación en primera fase por las derrotas con Alemania (3-1) y Checoslovaquia (6-1).
Durante aquella experiencia en el exterior comprendió que los argentinos eran reconocidos por Juan Manuel Fangio. “Nadie nos entendía, pero cuando decíamos su nombre sabían de dónde veníamos”, subrayó. “Después pasó lo mismo con Diego (Maradona) y Messi; ya tal vez en un tiempo pase con Franco Colapinto. El argentino ganador sirve como ejemplo y marca la procedencia de los ciudadanos argentinos en cualquier parte del mundo”, agregó.
Su carrera continuó por distintos medios durante casi tres décadas, hasta que el 4 de agosto de 1985 debutó con Fútbol de Primera en el viejo ATC, un programa que marcó una era y se afianzó en la pantalla chica con un recorrido por las señales de Canal 9 y El Trece. Bajo la producción de Torneos, el ciclo tuvo la participación de estrellas de la TV como Silvio Soldán, Mauro Viale, Adrián Paenza y Marcelo Araujo. Y este domingo 17 de noviembre (de 20 a 23), a través del canal de YouTube de El Gráfico, se le rendirá un tributo cargado de nostalgia sobre los mejores momentos que permanecen guardados en la memoria colectiva.
—Han pasado muchos años, ¿qué sensaciones tiene con este regreso de Fútbol de Primera?
—Me encuentro realmente bien. Con DirecTV, permanentemente haciendo cosas y manejando los recuerdos y la nostalgia. Siento que Fútbol de Primera sigue estando vivo y vigente permanentemente. Es increíble. En mi reflexión, en una mirada introspectiva, debo reconocer sin ponerme colorado que hubo gente muy capaz que trabajó en ese momento, con una inversión muy importante desde la perspectiva de la empresa, que pulieron la calidad y la jerarquía del producto.
—Durante este tiempo cambió la forma de comunicar, ¿cómo logró adaptarse a estos días y al stream?
—En realidad no me adapté, fui lentamente absorbiendo determinadas cosas... Si me tomás un examen respecto del manejo de los medios, no sé si zafo. Yo arranqué trabajando en el periodismo cuando no existía la televisión en la Argentina. Mauro (Viale) inventó un relato con un estilo similar al de los italianos y españoles; porque era la referencia internacional que teníamos. Después llegó Marcelo (Araujo), que fue un creador y rompió con todos los moldes. Cuando comencé con Horacio Auyero, él decía “a la derecha de la pantalla, señora” o “a la izquierda de la pantalla, señora”; y creía que conquistaba a las mujeres como parte de una nueva audiencia. La calidad de los relatores tiene mucho que ver con el desarrollo del producto. Y si tenemos en cuenta la tecnología, al comienzo íbamos a las canchas con tres cámaras (una se ubicaba en la mitad de la cancha y se dirigía a los vestuario para hacer las notas y las otras se colocaban a la altura de las áreas grandes); y con ese material después teníamos que hacer toda la pesquisa para encontrar la forma de recuperar y repetir las jugadas, los goles y las polémicas.
—En un momento surgió el Telebeam y parecía resolver las discusiones sobre la posición adelantada; pero hasta el día de hoy, con la implementación del VAR, pareciera que no se pueden evitar las polémicas...
—Claro, pero en realidad tiene una relación directa con el conocimiento. Yo insisto en esto y tal vez soy reiterativo: hay tres clases de mentiras. Está “la pequeña mentira”, “la gran mentira” y “las estadísticas”. Hay que tener cuidado cómo se maneja las estadísticas. Si uno no logra el conocimiento que impone la tecnología, también hay que saber interpretar lo que uno puede encontrar en una imagen. Nosotros nos poníamos de acuerdo en determinadas cosas. Por ejemplo, discutíamos con la producción y la dirección hasta llegar a un acuerdo para ver si la pelota había salido o no del campo de juego de acuerdo a lo que dictaba el reglamento. Actualmente, no siempre se puede hacer, porque no se pueden ubicar las cámaras siempre en el mismo lugar y también es muy costoso.
—Recién comentaba los distintos estilos de los relatores y una de las duplas que conformó fue con Marcelo Araujo; una sociedad que funcionaba a la perfección a pesar de tener perfiles completamente opuestos...
—Éramos muy respetuosos del estilo del otro y de la forma de entender la profesión. Marcelo no era un accidente, él venía de Radio Rivadavia, con coberturas en los entrenamientos y no se metía en el terreno de la opinión. Él desarrollaba su trabajo en base a las imágenes y generaba chistes con mucho atrevimiento. Mauro, en cambio, fue más recatado, prolijo y objetivo, pero tampoco invadía el trabajo del comentarista. En consecuencia, todos nos respetábamos uno al otro, dándole libertad a nuestro compañero para que trabajara de acuerdo con lo que entendía que tenía que hacer.
—Durante todos estos años también cambió mucho el fútbol, ¿se jugaba mejor antes o se juega mejor ahora?
—De acuerdo con los últimos acontecimientos que estamos viviendo, creo que el fútbol va a tener que cambiar algunas reglamentaciones. Más allá de eso, veo que los jugadores se están yendo al exterior desde muy jóvenes. Tienen poco tiempo para la maduración, aunque haya un mayor cuidado por parte de los clubes en sus divisiones inferiores. Veo una evolución en relación a la inversión que hacen las instituciones para cuidar a sus juveniles. Seguramente, pensando en otro objetivo como la transferencia y la recuperación de divisas para poder sostener los egresos que provoca un club. Por otro lado, creo que antes había jugadores más habilidosos, con más destreza y habilidad, pero contaban con menos información en relación a rivales y dispositivos tácticos. La realidad es que el fútbol es una pavada; pero esa pavada tiene que encontrar destreza, habilidad, recuperación física, inteligencia y saber dominar los espacios para lograr los resultados deseados. En definitiva, no es ninguna pavada. En consecuencia, veo cada vez menos acciones que son fruto de la improvisación, la creatividad y la inteligencia que debe tener el jugador.
—¿Qué análisis hace del caso de Riestra y el debut de Spreen como jugador titular en el partido ante Vélez?
—Por suerte se disparó una alarma antes de que la situación empeore. Me refiero a que el día de mañana, por ejemplo, las inversiones privadas podrían implementar que los chicos festejen sus cumpleaños entrando a la cancha con el equipo del que son hinchas. No habría forma de impedirlo, porque reglamentariamente no está prohibido. Sería una locura que podría darse. Así como se dio ese episodio, hay que tener mucho cuidado y deberían reaccionar para que no se vuelva a repetir. Algo similar sucede con el VAR, que me parece que todavía no está en condiciones de poder entregar testimonios visuales que se impongan como verdades absolutas. Aún hay muchas dudas sobre las decisiones que se toman. Hay que saber interpretar de acuerdo con la visión que uno pueda tener de ciertas jugadas. Yo soy uno de los que apoya las modificaciones reglamentarias. Por ejemplo, el lateral lo haría de cualquier manera y de cualquier forma. Lo mismo sucede en las áreas, donde todos los árbitros advierten sobre los agarrones, los jugadores lo saben y en la mayoría de los casos no se sanciona el penal. Deberían empezar a cobrar más penales para que se dejen de agarrar en cada pelota detenida. Creo que se debería respaldar más a los árbitros, porque ha cambiado conceptualmente la forma de interpretar el juego.
—La ex Leona Mechi Margalot propuso desestimar el fuera de juego para hacerlo más dinámico, ¿qué piensa de esa postura?
—No lo veo viable, porque uno podría parar a un delantero al lado del arquero y obligaría a ubicar a un defensor en ese sector para marcarlo. Habría más gente en las áreas. No creo que fuera tan sencillo, porque no se puede asimilar esa práctica con otros deportes. Se podría hacer una prueba, pero adelantándome a los hechos, imagino que no funcionaría.
—¿Qué mirada tiene del fútbol argentino actual y de un torneo de 30 equipos para la próxima temporada?
—No me gusta. Como tampoco me agrada que se eliminen los descensos. No comparto ese concepto, aunque los dirigentes tendrán sus argumentos para tomar ese tipo de decisiones. Algunos dirán que se evita el riesgo de que desciendan los grandes; pero esa posibilidad ya pasó porque ya se han ido a la Segunda División los equipos grandes.
—Dentro de los 17 mundiales que cubrió, vio los títulos que obtuvo la Selección. Rodrigo De Paul dijo que el mejor equipo es el de Lionel Scaloni, porque además de ganar en Qatar, se consagró campeón en dos ediciones de la Copa América (Brasil y Estados Unidos) y también ganó la Finalissima contra Italia; ¿cuál fue la que más le gustó a usted?
—A mí la que más me gustó fue la que ganó con Maradona en el ‘86. Lo digo con la satisfacción de haber estado permanentemente detrás de la Selección y ganar ese campeonato en calidad de visitante tuvo un gran mérito. De todos modos, quiero aclarar es que no hay forma de poder comparar a los tres equipos que consiguieron el título mundial. Más allá de las estadísticas, es muy subjetivo asegurar quién jugaba mejor, porque hay que tener en cuenta las circunstancias, los adversarios, la situación del país... Se requiere de un análisis mucho más profundo, preciso y exacto. Yo no me atrevo a encontrar la respuesta, porque hoy aseguran quiénes fueron los mejores de la historia; pero ¿a qué historia se refieren? ¿cuándo empieza esa historia? ¿cuándo termina? ¿o no termina nunca? ¿Quién tiene realmente los elementos para precisar determinadas cosas que hacen al juego que no solo abarcan los resultados que se consiguieron?
— ¿Y desde el aspecto individual? Usted tuvo la posibilidad de ver a Di Stéfano, Pelé, Maradona, Cruyff, Messi... ¿Quién fue el que más lo cautivó?
—Todos ellos eran distintos. Y yo también era distinto. No era el mismo de ahora. Hoy, cuando lo veo a Messi, soy un periodista con unos cuantos años más y con unos cuantos partidos más analizados. Cuando lo vi a Pelé era otra cosa; porque teníamos que pensar que la cultura futbolística nos mandaba a decirle cualquier barbaridad a los brasileños en el oído para intimidarlos. Pensábamos que así les podíamos ganar o competir contra ellos. Y resulta que los brasileños que fueron campeones afuera de su país, fueron el primer seleccionado que llegaba con un psicólogo a los torneos ¡Estoy hablando de 1958! Sin dudas, estaban adelantados. Pelé no tenía las características habituales del futbolista brasileño, porque tenía una habilidad que la dejaba sujeta a un desarrollo mucho más físico. Era indomable, imparable. Utilizaba mucho más la fuerza que la técnica, y hacía goles de cabeza, con la derecha o con la izquierda. Un fenómeno. A mí me gustaba más el juego que tenía Alfredo Di Stéfano, que era de toda la cancha. Se involucraba con todos sus compañeros y armaba las jugadas desde su propio campo. Luego uno se encontró con Maradona, que se defendía mucho más con su físico, que a diferencia de Messi, Lionel parecería un poco más ingenuo, pero hay que seguirlo porque vale la pena lo que hace con y sin la pelota.
—Uno cree que con Messi jamás se perdería el factor sorpresa...
—Es como si estuviera en una fiesta y de pronto se va a la terraza a fumar un cigarrillo. Es como si desapareciera de la cancha y de pronto aparece y hace un gol. Todos se preguntan de dónde salió, y cuando se dan cuenta ya es tarde. Me gusta mirar lo que hacen el resto de los jugadores cuando un equipo ataca. Me interesa saber cómo marcan cuando un equipo propone una situación ofensiva. Hay muchos que se olvidan, se distraen o pierden la concentración. Messi es de esos futbolistas que desaparecen durante unos instantes para descansar o buscar reubicarse en algún determinado lugar de la cancha. Es incomparable y puede que sea poco prudente compararlo con otros. Maradona, por ejemplo, surgió de Villa Fiorito y Messi estuvo desde chiquito en Barcelona rodeado de especialistas para ver si podían provocarle un desarrollo favorable. Hay generaciones que lo consideran el mejor de la historia y se mueren por una camiseta suya. Están enamorados, porque es el prototipo de lo que ellos quieren ser. Y en ese sentido me parece que es un buen ejemplo. Es un referente, pero como calidad de futbolista tenemos que analizarlo mucho más en profundidad. Menotti decía que el mejor para él era Pelé. A mí me gustaba más Di Stéfano. A otros les puede gustar más Diego Maradona. Pero entre los que son considerados los mejores, la lista no llega a diez. Al que se lo considera crack, hay que exigirle como a un crack. Y eso representa todo lo el aspecto futbolístico del juego, el liderazgo, su influencia en el grupo, la relación con sus compañeros y el entrenador...
—Confeccionó una carrera brillante y jamás dijo públicamente de qué cuadro, imagino que es un secreto que mantendrá en esta conversación...
—Por suerte no tengo que adaptarme a ningún fanatismo. Yo quiero que le vaya bien a la buena gente; y por fortuna este trabajo me permitió elogiar o criticar con una mirada objetiva, mucho respeto y conocimiento. Y los jugadores, que son los verdaderos protagonistas, entendieron ese idioma.