Sara Foster tenía 25 años cuando vio a Tommy Haas por primera vez. Él, un alemán de 28 años que había saltado a la fama en el mundo del tenis, la cautivó casi de inmediato. Era 2005, y la escena podría haber sido el argumento de una película romántica. Foster, actriz de una dinastía en Hollywood, lo describiría años después como el “momento en que se entrelazaron nuestras vidas”.
Durante casi dos décadas, construyeron lo que para muchos era una vida perfecta. Una relación que no necesitaba títulos, al menos para Sara. “Estábamos básicamente casados”, confesaría ella en el podcast We Met at Acme. Sus vidas se habían vuelto un solo camino, inextricablemente unido por el tiempo y los recuerdos compartidos.
Llegaron las niñas, primero Valentina y luego Josephine, que se convirtieron en el epicentro de ese amor. Alrededor de ellas, todo cobraba sentido, y sus padres parecían tener el futuro asegurado. Tommy, con su estilo sereno, la acompañaba a eventos familiares y encuentros con la alta sociedad de Los Ángeles. En tanto, Sara lidiaba con los desafíos de una relación con un atleta de alto rendimiento, lo cual implicaba largas ausencias y un ritmo de vida en constante cambio.
Los años pasaron y la pareja continuó sólida, sin formalidades ni anillos que confirmaran su unión. Sin embargo, Sara comenzó a replantearse su visión sobre el amor y el compromiso. Fue así que después de casi dos décadas juntos, Foster y Haas enfrentaron un cambio inesperado pero inevitable: la separación. La noticia no sorprendió a quienes los conocían de cerca, pero fue una revelación para el público. Apenas dos meses después de que comenzaran los rumores, la actriz confirmó en noviembre que la ruptura era un hecho, aunque “demasiado reciente” para profundizar en los detalles, indicó la revista People.
Más allá de la separación de pareja, Sara y Tommy continuaron bajo el mismo techo, en esa casa de Los Ángeles que durante años compartieron. Pero la convivencia de hoy es muy distinta. Ya no comparten habitación desde hace algún tiempo, un dato que ella misma reveló en el programa de entrevistas de Jeff Lewis. “No estábamos en la misma habitación cuando viniste”, comentó sin tapujos.
Sin embargo, lo que sobresale en medio de la ruptura es la cordialidad con la que decidieron afrontar esta nueva etapa. No hubo reproches públicos ni escándalos. Todo lo contrario. Ambos parecen más comprometidos que nunca en mantener un entorno saludable para sus hijas. “Tommy es un gran tipo”, subrayó Erin Foster, hermana de Sara, en una entrevista con la prensa estadounidense. “Es un padre increíble, y está tan integrado a nuestra familia que, a pesar de todo, sigue compartiendo momentos con nosotros”, agregó.
Hay que recordar que Haas tuvo una carrera destacada en el circuito ATP desde su debut en 1996 y hasta su retiro en 2018. La raqueta oriunda de Alemania alcanzó el 2° puesto en el ranking mundial (mayo de 2002) y ganó 15 títulos a nivel individual. En torneos de Grand Slam, sus mejores resultados incluyeron semifinales en el Abierto de Australia (1999, 2002, 2007) y en Wimbledon (2009). En los Juegos Olímpicos de Sydney 2000, obtuvo la medalla de plata en singles. Más allá de sus logros, su carrera estuvo marcada por varias lesiones que lo alejaron en diversas etapas, aunque logró regresar al circuito y competir a un alto nivel.
Después de su decisión de vida, el ex tenista y la actriz transitan el difícil proceso de reinventar su familia, en un equilibrio frágil pero decidido entre el amor pasado y el compromiso presente. Para ellos, ahora el foco está puesto en sus hijos Valentina y Josephine: “Están totalmente enfocados en la crianza compartida”, señaló una fuente cercana a la pareja, según recogió el medio E!News. La separación de Sara y Tommy no significó el fin de su vínculo, sino un nuevo capítulo en su relación.
Esta fue una de las razones que provocó que la convivencia nunca fuera sencilla entre la actriz de Hollywood y el tenista. Sus diferencias, aunque pequeñas, marcaban el pulso de una relación que con el tiempo se tornó contradictoria. La modelo que hoy tiene 43 años remarcó cómo el paso del tiempo modificó por completo su relación: “Nos quedamos sin cosas de qué hablar”, mencionó, entre risas, durante una charla en la que recordó cómo discutían hasta por el uso de una bicicleta.
Desde el colchón -Sara lo prefería firme y Tommy blando- hasta la temperatura del cuarto, las horas de pantalla para las niñas o el idioma que se hablaba en casa. “Odiaba el sushi y eso me enloquecía”, confesó Sara en una publicación de Instagram, en la que admitía que si bien rara vez coincidían en gustos, lograron un acuerdo fundamental durante la pandemia de COVID-19: ambos estaban a favor de usar mascarilla.
A medida que avanzaban los años, quien puso participar en series como 90210 o en la película The Big Bounce, fue cambiando. Había algo dentro de ella que comenzaba a desbordarse, una necesidad de dejar atrás las barreras que, según confesó en su podcast, había construido durante años. “Tengo muros por todas partes”, admitió en una de sus charlas. Esa fue una de las revelaciones más profundas sobre cómo había evolucionado como persona. “Ya no quiero esos muros. Simplemente quiero ser como una maldita lata abierta de gusanos”.
En ese proceso, también se generó una distancia entre ambos que se confirmó con su ruptura. “Estoy cortando con la gente, a diestra y siniestra”, dijo, con una sinceridad que parecía ir dirigida a ella misma tanto como al público. Así, Sara trazó un nuevo rumbo en su vida, uno en el que el reconocido tenista, aunque siempre presente, ya no ocupa el mismo lugar en su intimidad.