Nació el 10 de junio de 1959 en Italia. A sus 65 años, posee en sus vitrinas personales dos Champions League ganadas como jugador en el Milan y cinco Ligas de Campeones del otro lado de la línea de cal (2 con el Rossonero y 3 con Real Madrid). Es amado por sus jugadores, idolatrado por sus colegas y dueño de un legado que marcó las últimas décadas del fútbol mundial. Carlo Ancelotti ha sido elegido como el mejor entrenador de la última temporada por la revista France Football gracias a su labor en la Casa Blanca y, este viernes, se dio a conocer una entrevista muy interesante con el diario L’Équipe.
El ex técnico del Chelsea, Bayern Múnich y París Saint-Germain, entre otros equipos, ha tenido varios pasos en su carrera con el denominador común de nunca haber entrenado una selección nacional. Lo más cerca que estuvo de esa situación fue cuando le tocó ser asistente de Arrigo Sacchi en Italia entre 1992 y 1995. Con esa experiencia en su currículum, manifestó el argumento que lo ha mantenido cada fin de semana en el banco: “Me encanta estar con mis jugadores todos los días. Necesito verlos todos los días”.
En este sentido, el italiano remarcó que el vínculo formado con sus dirigidos se enmarca en la necesidad de reconocerse como personas más allá de futbolistas en primera instancia y contó cuál es la clave de su éxito: “No soy obsesivo. No soy sargento. Soy bastante tranquilo. Pero tengo reglas. La primera es el respeto. Quiero que me respeten mientras trato de respetarlos. Intento construir una buena relación con la persona. No hablo sólo de fútbol con el jugador. Y creo que es por eso que me encanta estar aquí día tras día. Hablamos de todo y de nada, familia, amigos, comida, política...”. “Considero al hombre antes que al jugador. Desde el punto de vista profesional puedo presionarlos, exigirles que den el 100% de sí mismos, porque tengo mucho poder, pero puedes conseguir un poco más con una relación personalizada”, añadió en la nota con el medio francés.
Ancelotti también se refirió al viejo refrán de que en el fútbol “está todo inventado” luego de casi 30 años como director técnico: “No sé cómo me ve la gente, pero creo que nunca he innovado en el fútbol”. Acto seguido, destacó la valía del orientador para sacarle el máximo provecho a sus dirigidos, y de esa forma precisó el caso de Ángel Di María, de quien explotó una de sus mejores versiones como mediocampista en el Real Madrid, sumado a Andrea Pirlo tras colocarlo por delante de los defensores en el Milan: “Siempre he intentado poner a los jugadores en las mejores condiciones posibles para que estén cómodos durante los partidos. En nuestro trabajo la parte más importante son los jugadores. Sin duda, ellos son los protagonistas de la película. A veces pongo a los jugadores en posiciones en las que no estaban acostumbrados a jugar. Estoy pensando en Pirlo, en Di María. Pero nunca lo hice sin su consentimiento. Nunca le he impuesto nada a un jugador”.
Sobre la base de su toma de decisiones, Carleto sorprendió al contar un trascendental cambio realizado a sus 65 años para mejorar la comunicación con los futbolistas en momentos límite: “Hoy (la entrevista se hizo en octubre), el personal y yo tuvimos una clase con un gran profesor de la Universidad de Harvard para aprender qué decir y qué hacer durante el entretiempo. Fui yo quien la pedí y fue muy interesante. Porque en el entretiempo el ambiente es completamente diferente. Antes del partido, todos los jugadores se centran en la estrategia. En el entretiempo están solos, beben, reciben un masaje. Es difícil darles información en estos momentos. Entonces, quiero aprender cómo hacerlo mejor en este momento”. “Nunca recibo comentarios de mis jugadores para saber si soy bueno o no. Francamente, no sé si soy bueno”, se sinceró.
Más adelante, el entrenador del Real Madrid resaltó sentirse orgulloso de “seguir vivo” entre risas y manifestó de qué se arrepiente en su trayectoria trayendo al presente su partida de la capital española en su primer ciclo dentro del club Blanco: “Es imposible tomar sólo buenas decisiones en treinta años. Por ejemplo, yo pasé uno malo aquí en Madrid, después de mi primer año (2013-2014). Estuve muy cerca de ampliar mi contrato, el club quería retenerme, pero presioné demasiado en relación a mi salario y pararon. Fue un error, el peor que pude haber cometido. Pero me permitió aprender”.
Con contrato vigente hasta el 30 de junio de 2026, Carlo Ancelotti se refirió a lo que será su vida posterior a entrenar planteles de fútbol, aunque se permitió bromear y dejó ver que su alejamiento aún no está cerca: “Empiezo a pensar en el día en que esto podría terminar. Estoy seguro de que el día en que me jubile será un día fantástico. Tengo muchas cosas que hacer y ver”. A continuación, expresó su deseo de recorrer distintos países, entre ellos uno de Sudamérica: “Me gustaría ir a Argentina, Maldivas, Australia, por ejemplo, quiero viajar”.
Sin embargo, hay algo que se mantiene igual con o sin fútbol: su rutina similar a la de una persona común, aún a sabiendas de los privilegios obtenidos por su trabajo en el mundo deportivo: “¿Hay espacio para algo más allá que el fútbol en su vida?”. Esto respondió: “Por supuesto y no es algo complicado. Depende de tu carácter, de verdad. Intento llevar una vida normal. Cuando viajo no lo hago con vuelos privados, ni de esos que son muy caros. Intento viajar como cualquier otra persona, conocer gente. A veces te molestan, a veces no. Voy al restaurante. Quiero vivir una vida normal. Y Madrid es un gran lugar para eso. Puedo dejar de pensar en fútbol cuando salgo del centro de entrenamiento. No estoy obsesionado”.
Otra de las preguntas estuvo vinculada a la exteriorización de sus sentimientos. La salida de Casemiro al Manchester United se coló en el relato. “Lloro, a menudo. Durante una discusión donde hay muchas emociones, por ejemplo. Es algo normal para mí. Viene de familia, es genético. Mi padre y mi abuelo eran iguales. Mi hija y mi hijo también lo son. El fútbol también me puede hacer llorar. De alegría, claro, a veces. Ya sabes, las lágrimas vienen y salen. Eso es algo bueno. Puedo llorar con un jugador. Les mostré esta emoción. Y no tengo ningún problema con eso. El último momento muy difícil emocionalmente para mí fue la marcha de Toni Kroos. Y antes que él, el de Casemiro... Ah sí, fue duro”.
En último orden, la actualidad futbolística fue parte de la charla con una alusión a Kylian Mbappé, la gran estrella del Real Madrid que llegó esta temporada con el pase en su poder desde el París Saint-Germain. Los periodistas Olivier Bossard y Thomas Simon le preguntaron si el francés tenía un “gran ego”, una cuestión negada por Ancelotti: “No. En absoluto. Llegó aquí e inmediatamente se integró bien en el equipo, con sus compañeros, entablando buenas relaciones con ellos. Llegó con perfecto espíritu”.