Después de intensos once meses, cargados de anécdotas, a veces alegres y otras frustrantes, que giraron en torno al prisma blanco y negro del ajedrez, el pequeño Faustino Oro, de 11 años, junto a sus padres, Alejandro y Romina decidieron poner fin a la odisea de una vida nómada y a más de 10 mil kilómetros de sus afectos y casa. Hoy, a las 17.55 en el vuelo 2603 de Iberia, llegarán al país y reiniciarán la nueva vida desde la antigua morada en el barrio porteño de San Cristóbal.
Fausti, Chessi o el Messi del ajedrez como lo bautizó la prensa europea continuará con el mecenazgo por parte de Daniel Rabonovich y de un grupo de amigos del empresario, y seguirá su carrera desde Argentina viajando hacia los principales torneos del mundo. En lo inmediato, el niño jugará desde el 25 de este mes la final del 99° Campeonato Argentino Superior de Ajedrez, que se llevará a cabo en la Jefatura del gobierno porteño (Uspallata 3150), y en los salones del Club Argentino (Paraguay 1858) y el Círculo Torre Blanca (Sánchez de Bustamante 587), respectivamente. Luego, en la última semana de diciembre, viajará a Nueva York donde disputará, entre el 26 y 31 de ese mes, junto a las mejores figuras de esta actividad, los campeonatos mundiales de blitz (partidas a 3 minutos) y rápido (a 15 minutos). Por último, en enero regresará a Europa para participar en uno de los certámenes de Tata Steel, en Holanda.
Hace once meses, el 5 de diciembre de 2023, Romina y Alejandro Oro decidieron acompañar el sueño de su único hijo, el pequeño Fausti que descollaba en el ajedrez argentino, causando sorpresas entre expertos y entendidos por la profunda comprensión del juego pese a que solo llevaba tres años en el manejo de las piezas. Lo había descubierto en tiempos de pandemia. Por eso, sus padres tomaron la decisión de renunciar a sus trabajos y brindarle a Faustino la posibilidad de enfrentarse a mejores rivales y en un país (España) que tiene el más alto número como organizador de competencias ajedrecísticas. Los grandes maestros de todas partes del mundo viajan a diario a España para jugar innumerables torneos que se disputan en distintas ciudades de esa tierra. Sin apoyos, ni auspicios, la familia Oro viajó con sus ahorros intentando sostenerse y acompañar a Faustino en su sueño infantil: ser campeón mundial.
En diciembre de 2023, Faustino con 10 años tenía un Elo (sistema de puntuación en el ajedrez) de 2357 puntos y el título de maestro FIDE, el primer peldaño de una escalera para llegar al máximo galardón: ser gran maestro (una especie de cinturón negro entre los judocas). En su mochila de viaje, Faustino, hincha del Club Vélez Sársfield, además contaba con el 5° grado aprobado en la escuela San José de Calasanz y una norma de maestro internacional, pero para abrazarse al título necesitaba otras dos normas o performances. En el exterior sus chances de ganarlas serían más inmediatas que las de seguir en Argentina y, además, con la posibilidad de hacerlas en tiempo récord y batir la plusmarca que por entonces estaba en poder desde 2019, de un niño norteamericano (de padres indios) Abhimanyu Mishra, que la logró con 10 años, 9 meses y 3 días.
Los primeros meses fueron tiempos duros, en lo social, afectivo, económico y deportivo. La idea de conseguir trabajo no fue una tarea sencilla, y mucho menos con un salario acorde al costo de vida. Todo se tornó cuesta arriba con agravantes como la burocracia española que castigó la esperanza de que mamá Romina lograse con inmediatez la ciudadanía que ya poseían su esposo y su hijo. Por su parte, el niño frente al tablero pagó el esperado “derecho de piso”. Sus rivales eran mucho más experimentados que los que había tenido en Argentina y también lo superaban en la preparación de las partidas. Con analistas, manager y psicólogos. Los resultados marcaron las grandes diferencias.
Entre enero y abril de 2024, el prodigio argentino jugó tres torneos pensados (con ritmo clásico de una hora y media para cada jugador). La primera competencia fue en Arabia, donde perdió 27 puntos del ranking; al cabo de 9 partidas, sumó 3 empates y perdió 6 juegos. Tuvo un mejoramiento en marzo, en Alicante donde ganó 3 partidas, empató 5 y perdió sólo 1. Al mes siguiente en Menorca ganó 3, empató 4 y perdió 2. Las dificultades se iban agudizando porque mientras sus padres no conseguían trabajo, el costo de acompañar al niño a cada torneo sumando el precio de los pasajes y de alojamiento de los adultos complicaban las posibilidades de jugar más seguido.
Pero en mayo, salió el sol. Un grupo de mecenas decidieron acompañar la carrera de la nueva estrella en ciernes; se ocuparían de sus gastos de traslados, alojamientos y del costo de un equipo de profesores. Bajo la supervisión del gran maestro uruguayo, Andrés Rodríguez, se formó un equipo de 5 entrenadores: Jorge Rosito –su primer profesor– y Mario Villanueva cuyos gastos serían cubiertos por los mecenas. El peruano Jorge Cori Tello –se sumó bajo el auspiciado de la plataforma ChessKid– y Leandro Perdomo, un maestro internacional argentino que fue puesto a disposición por la Federación Argentina de Ajedrez (FADA). Y dado que todos se encargarían de la preparación de manera Online, Alejandro Oro eligió al gran maestro argentino Tomás Sosa, residente en España para que asistiera a su hijo de manera presencial.
Así arrancó el equipo y su primera presentación fue el Campeonato Continental de Medellín; allí brilló Faustino, que preclasificado 39° finalizó 8°. Jugó 11 partidas y terminó invicto, con 8,5 puntos producto de 6 triunfos y 5 empates. Tamaña performance le permitió sumar la 2ª norma de maestro internacional. La hazaña estaba al alcance de la mano. Pudo ser en Madrid, cuando el 15 de junio quedó a medio punto de sumar la 3ª y definitiva norma. En 9 partidas, ganó 1 y empató 8; sumó 5 puntos y le faltó media unidad para el logro. Pero, dos semanas después, en Barcelona, en el Torneo de Maestros en el Club D´ Escacs tuvo revancha: el pequeño Faustino compartió el 1er puesto, invicto, con 6,5 puntos sobre 9 posibles, después de 4 victorias y 5 empates. Así logró la hazaña de convertirse en el maestro internacional más joven en el historial del milenario juego, a los 10 años, 8 meses y 16 días.
En lo deportivo todo iba sobre rieles; el niño no sólo había logrado una plusmarca, sino que, además, cada semana en su especialidad, el ajedrez Online, blitz (partidas a 3 minutos) o bullet (a 1 minuto), se iba cargando de victorias frente a las grandes figuras de este juego, incluso, el ex campeón mundial, el noruego Magnus Carlsen o el N°1 del blitz, el norteamericano Hikaru Nakamura. Pero la felicidad no es completa.
Sus padres continuaban a la espera del otorgamiento de la ciudadanía (a la mamá) y de un mejor empleo (el papá). También el inicio del ciclo escolar se convirtió en un problema dado que no conseguían vacantes en las escuelas donde se apoya a los deportistas de alto rendimiento, con un tratamiento especial en la enseñanza. Por entonces, atrás, habían dejado los tiempos de mudanzas y se afincaron en Badalona. Pero las cosas no cambiaron, Alejandro apenas consiguió un puesto administrativo en la Federación Catalana de Ajedrez. “Con lo que me pagan sólo alcanza para el alquiler del departamento”, le había contado a Infobae.
Pero ante tanta tiniebla, Faustino Oro seguía siendo la luz; se convirtió en una estrella mediática del juego, no sólo de los aficionados sino también de los organizadores que lo elegían como invitado a sus torneos. Participó en la 45ª Olimpíada de Ajedrez en Budapest, invitado por la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE), y nombrado en el staff del equipo argentino por la Federación Argentina de Ajedrez (FADA). Incluso fue el capitán del conjunto masculino en las últimas ruedas de esa competencia.
La próxima gran cita de Faustino para su crecimiento profesional sería el X Torneo Iberoamericano que se disputó en Linares, entre el 25 de septiembre y 1 de octubre. Entonado por su nivel de juego -sumaba casi 6 meses sin conocer derrota alguna- allí intentaría dar su primer paso de otro de sus sueños: ser gran maestro. Pero alguien manipuló la brújula, y al igual que la paloma confundió el norte con el sur.
De pronto contactar a Faustino se volvió una cuestión encriptada. Aunque, quizás, acertadamente se lo cuidó de la exposición mediática, dejó de atender a la prensa, principalmente la Argentina. Sólo salió al aire brevemente en un noticiero de la TV, aunque siguió brindando entrevistas para medios españoles y canales en YouTube. Además, repentinamente en su página de Facebook, el niño se despedía de su primer profesor, el maestro Rosito.
Preclasificado 14° en el Iberoamericano, Faustino cumplió con las expectativas al ocupar el 13° lugar entre 118 jugadores; sumó 6 puntos, tras 4 victorias, 4 empates y una derrota. Pero quedó en evidencia que su preparación ya no era la misma. Incluso quedó expuesto, cuando entre el 12 y 18 de octubre como representante del equipo del Club Magic de Extremadura, en el Campeonato de Ajedrez de España División de Honor, completó su actuación con 2 puntos sobre 7 posibles, luego de 4 empates y 3 derrotas. Lo más valioso fue la igualdad alcanzada ante la triple campeona mundial femenina, la ucraniana Anna Muzychuk, de 34 años.
Acaso, a diferencia del Titanic, aquí se priorizó el cuidado familiar y todos entendieron que lo mejor estaba en el regreso a casa. Rodearse de los afectos de sus seres queridos, recargar la autoestima y reciclar la antigua vida. Así, tras once meses, Faustino está de regreso en Argentina. En su experiencia internacional carga con un bagaje de haber disputado en sólo 10 meses, 72 partidas (+21 =38 -13), ahora posee el título de maestro internacional y su Elo es de 2433. Subió 76 puntos. Se marchó siendo el 40° ajedrecista del país, y hoy pelea por un puesto entre los 15 mejores de Argentina.
A Faustino Oro, el Príncipe heredero del trono del ajedrez argentino, le queda aún mucho camino por recorrer. Tiene tiempo.