El audio de Di Zeo contra Patricia Bullrich desató la interna en la barra de Boca: pintadas y temor por un enfrentamiento

Las inmediaciones de La Bombonera amanecieron con mensajes contra el líder de La Doce. La facción detrás de los dardos

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Rafa Di Zeo y una de las pintadas que aparecieron
Rafa Di Zeo y una de las pintadas que aparecieron

El audio filtrado el viernes pasado, en el que Rafael Di Zeo amenazaba a Patricia Bullrich y a quienes manejan el programa Tribuna Segura, hizo mucho ruido hacia fuera de la barra, pero también hacia dentro. En el primero de los planos, el líder de La Doce terminó con una denuncia penal por amenazas e intimidación pública, delitos que tienen penas previstas de dos a seis años de prisión. Y, en el segundo orden, provocó un revuelo interno en la barra brava de Boca, que sacudió todos los cimientos. Y a río revuelto, algunos creen poder ver ganancia de pescadores: así, esta madrugada, en la previa del partido contra Godoy Cruz, aparecieron pintadas en Casa Amarilla contra Di Zeo, calificándolo de botón en una de ellas, de buchón en otra, que son los peores epítetos que se pueden decir en el mundo de los violentos del tablón. Y todo apunta a que la frase que desató la discordia fue “Flaco, vos me decís ‘tenemos que hacer algo con este quilombo’ y yo te doy tres nombres y los sacás por todos lados y quedás bien”, como gestionando a quién ponían y a quién sacaban del programa Tribuna Segura que fija la prohibición de concurrencia a partir de una lista que podía configurar él mismo.

Este audio apareció después de que la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, le impusiera la medida restrictiva a Fabián Topadora Kruger, mano derecha de Di Zeo, y Fernando Lana Gatica, brazo de Marcelo Aravena, tras los incidentes en el partido de Copa Argentina entre Boca y Gimnasia en el estadio de Newell’s. Ambos fueron identificados por este medio como partícipes de lo que sucedía en la platea, hablando con Juan Román Riquelme y el resto del Consejo de Fútbol, y con voz de mando sobre el resto. Y la interpretación de varios en la barra es que Di Zeo quería canjear esos nombres por otros que estuvieran fuera de su grupo.

¿A quién se le atribuye la mano de pintura sobre las paredes de Casa Amarilla? A una parte de la facción de la barra que pertenece al barrio de La Boca, facción que claro, no manda en La Doce. Esta se asienta en una mesa de tres patas: Di Zeo, Aravena y Mauro Martín, quien optó por el bajo perfil hace un buen tiempo a punto tal que ni él ni sus máximos seguidores cruzaron aquel día a la platea.

Rafael Di Zeo amenazó a Patricia Bullrich: "¿Qué quiere la señora, que vayamos a la guerra?

Pero de cualquier manera en estos grupo también generó mucho resquemor el audio del capo máximo, ya que sus miembros se enteraron que por sus amenazas de pegarles a los oficiales del programa Tribuna Segura, el Gobierno de la Ciudad decidió reforzar el operativo de esta tarde con muchos agentes tanto en el primer anillo de seguridad como en las puertas de entrada. Ergo, la chance de que la práctica del alquiler de carnets o reventa de tickets se vea afectada creció mucho. Y esa es una fuente inagotable de divisas para las tres facciones. Pero no fueron ellos los que hicieron la pintada, porque esas cosas se hablan adentro. Es más, en la tarde de ayer hubo una reunión en el club Leopardi, de la familia de Mauro Martín, donde se habló sobre los negocios de la barra y el mal momento de Boca, y que terminó en un apretón de manos a las 21.30. A esa hora no se imaginaban los líderes lo que pasaría un rato después: que con brocha gorda aparecerían cuatro personas para tildar a Rafael Di Zeo de botón.

En el club y la Policía le adjudican la “afrenta” al grupo de La Boca más cercano a Caminito y que se referencia en la persona de Adrián Silva, un barra que se hizo fuerte en ese grupo en los últimos 15 años y que es sobrino de Daniel Silva, hombre clave en la vieja estructura de José Barritta, el Abuelo, y que fue condenado junto a otros miembros de la barra a 15 años de prisión por los crímenes de Walter Delgado y Ariel Vallejos, los hinchas de River asesinados a la salida del Superclásico en La Boca del Apertura 94. Más de una vez Silva quiso ser incluido en el grupo de decisión, pero no lo logró.

Al principio el barrio donde está instalado el estadio tenía dos bandos distintos: el de Silva y el que siempre se cobijó bajo la figura del histórico Santiago Lancry, éste último sí más afín a la barra y que por problemas de salud le dejó su lugar a su sobrino Hernán Cantón hace algo más de un lustro. Pero en el último tiempo ambos grupos unieron fuerzas. Es más, hubo una reunión en una casa de la calle Irala a pocos metros de la plaza Matheu donde se volvieron a ver las caras varios de ellos, entre los que estaban Daniel Silva, los hermanos Varela (uno de ellos participó del enfrentamiento interno a balazos en Mar del Plata en enero del 2000 donde Fernando Di Zeo fue herido en un ojo), gente de Lancry y hasta uno de los Melli Fernández, históricos también del paravalanchas xeneize.

Otra de las pintadas contra Di Zeo
Otra de las pintadas contra Di Zeo

Por entonces, ellos pensaban que iban a tener mayor preponderancia en todo el funcionamiento de La Doce porque habían apoyado a Jorge Amor Ameal contra Christian Gribaudo en las elecciones que terminaron con la era del Macrismo en Boca, pero finalmente el trío Di Zeo-Aravena-Martín siguió al frente como si nada. Por eso, y si bien mantienen el negocio sobre todo de los trapitos cada vez que hay partido, ven cómo crece el patrimonio de otros integrantes y eso genera resquemor. De ahí a aprovechar la volteada y pintar en contra del jefe máximo hay un paso que decidieron desandar.

Ante esta situación, la tensión en la barra y en el club está al máximo. Desde la institución ya avisaron que no hay margen para hacer nada fuera de la ley y que esta vez no habrá cobertura de ningún tipo para el que se saltee esta norma. La Policía tiene la orden del Ministerio de Seguridad de ser súper rigurosos tras el audio amenazante. Y encima la Bombonera también será una caldera con los socios e hinchas comunes que le reprochan a la barra seguir con los cantitos habituales mientras el equipo deambula por mitad de tabla. Un cóctel que se mezcla solo y que se verá cómo se sirve dentro de un rato nomás.

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