Luego de la preocupante caída sufrida en Brasil, los hinchas de River Plate debieron recurrir a la fe para soñar con una hazaña en el Monumental. Como si se tratara de un dogma impuesto por Marcelo Gallardo, en Núñez son conscientes de que creer es sinónimo de épica. Y para ello, los fanáticos improvisaron uno de los recibimientos más impactantes de los últimos tiempos para revertir la serie frente al Atlético Mineiro y soñar con la final de la Copa Libertadores.
Como ocurrió en 1996, cuando el Millonario se impuso ante América de Cali, el mítico escenario que albergó al Mundial de 1978 se vino abajo. Con los constantes fuegos artificiales, banderas, bengalas y color, el público fue parte de un espectáculo adicional al que se disputó sobre el terreno de juego. El cielo se convirtió en un infierno rojo y blanco, en el que sólo se veían sombras bajo un mismo grito: “¡Yo quiero la Libertadores!”.
Las muestras de amor hacia La Banda comenzaron en los días previos con un multitudinario banderazo que sirvió para motivar a los protagonistas. Es que más de 17 mil hinchas se acercaron al Antonio Vespucio Liberti para alentar al plantel dirigido por Napoleón. En una jornada soleada y con el calor que empieza a asomar en esta época del año, la pasión y el fervor de los fanáticos se hizo sentir y todos acudieron a las inmediaciones del estadio con decenas de banderas para brindarle su apoyo al equipo. Si bien es necesario una remontada con tintes de hazaña, el pueblo riverplatense se tiene fe con revertir el resultado y llegar, al menos, a la definición por penales.
A puro canto y saltos, y en un marco pacífico, los hinchas se ilusionan con que el conjunto del Muñeco pueda acceder a otra final, que sería la cuarta bajo las órdenes de Gallardo: en dos de ellas ganaron en 2015 ante Tigres de México y 2018 contra Boca Juniors, y perdieron en la restante ante el Flamengo en 2019, la primera vez que hubo partido único en Lima.
Fue un carnaval el que se vivió en el Monumental con los hinchas que emocionaron a los futbolistas y al cuerpo técnico, quienes salieron a la cancha con la ambición de dar el golpe ante el conjunto liderado por Gabriel Milito. A Gallardo se lo vio conmovido por la reacción de la gente que fue a acompañar a su equipo pese a la complejidad que tendrán por delante.
Lo propio los jugadores que no se quisieron ir y quedaron impactados por la cantidad de personas que fueron a alentarlos en la previa a un choque en el que habrá mucho en juego.
La concentración riverplatense tuvo la mejor motivación de cara al choque de vuelta ante los brasileños ya que recibieron un aliento por más de dos horas. Se trató de una previa a pura fiesta de lo que fue el encuentro al que arribaron 86 mil espectadores. Como se anunciaba en los días previos, el recibimiento fue espectacular. Para los más nostálgicos, se trató de un show que estuvo a a la altura del que se vivió en la final de la Copa Libertadores de 1996.