Cuando los planteles de Boca y Gimnasia saltaron al campo de juego del estadio de Newell’s para el segundo tiempo del duelo por los cuartos de final de la Copa Argentina, se desató el caos. Desde la bandeja superior de una de las plateas, donde había fanáticos del Xeneize, comenzaron a arrojar butacas al sector donde se hallaba el grueso de los fanáticos del Lobo, que intentaron romper un alambrado para generar un enfrentamiento. Esa actitud provocó que La Doce derrumbara un portón y se pasara a la platea, lo que generó un cara a cara con los policías apostados en el cordón. Hasta Juan Román Riquelme, presidente de Boca, se metió en el lugar para pedirle a la barra que retrocediera.
El Xeneize se imponía por 1 a 0 gracias a la conquista de Aaron Anselmino, los dos elencos se proponían a iniciar el complemento, cuando bajó la catarata de butacas. Enardecidos, los fanáticos de Gimnasia comenzaron a sacudir el alambrado y a lanzar carteles del otro lado. Ante la efervescencia, la policía disparó postas de goma y algunos cartuchos de gases lacrimógenos. Allí, los jugadores se acercaron a la platea para evitar que siguiera la reacción; incluso algunos patearon algunas pelotas a los oficiales y se acercaron a las tribunas para pedir calma.
Pero todo empeoró. Porque la barra de Boca, ante el intento de invasión de los de Gimnasia en un sector que ocupaban seguidores auriazules, tiró abajo un portón y se metió en la platea, con el fin de cruzar la cancha y llegar frente a frente con sus adversarios. Pero se topó con el cordón. En consecuencia, empezaron a volar proyectiles hacia las autoridades, que respondieron con gases y postas de goma.
Fue allí que irrumpió Juan Román Riquelme, presidente del club de La Ribera, en la platea. Y se puso entre la barra y la policía. Acompañado por Raúl Cascini y Chicho Serna, con gestos y aspavientos, le pidió a La Doce, que tuvo al Lana Gatica y Topadora Kruger entre los cabecillas de la avanzada, que volviera a su lugar. Y luego de varios minutos de charla, lo fue consiguiendo, más allá de que la tensión continuó y por algunos minutos las butacas siguieron surcando el cielo de Rosario.
En la tribuna del Tripero, varios fanáticos quedaron afectados por los gases y requirieron atención. Desde el cuerpo técnico y cuerpo médico del conjunto del Bosque acercaron agua para asistir a hinchas. De a poco, todos regresaron a sus lugares y Riquelme también retornó a su palco. Y el árbitro Jorge Baliño aceptó continuar un partido que, segundos antes, parecía condenado a la suspensión.