El 3 de agosto de 1993 fue el día que marcó la carrera de Michael Jordan, quedando envuelto en uno de los casos policiales más conocidos en la historia de los Estados Unidos. Ahora, más de 30 años después, volvió a reavivarse la investigación sobre el asesinato de James Jordan, el padre del basquetbolista. Dentro de todas las incógnitas que giran aún hoy alrededor del hecho, Daniel Andre Green y Larry Martin Demery fueron condenados a cadena perpetua como los culpables de su muerte, aunque el primero, que siempre luchó por su inocencia, está cerca de obtener su libertad condicional.
El juez del condado de Carolina del Norte que lidera el proceso desde 1996, Gregory Weeks, llegó a la conclusión de que una de las pistas más sólidas para incriminar a Green es falsa. Un nuevo examen forense plantearía un descubrimiento estremecedor. “El hecho es que una sustancia parecida a la sangre encontrada en el interior del coche donde Jordan fue asesinado podría no haber sido en absoluto su sangre”, detalló el periodista Miles Cohen en ABC News de Estados Unidos.
El caso se remonta al 23 de julio de 1993, cuando Su Majestad seguía festejando su tercer anillo conseguido con los Chicago Bulls, después de una histórica actuación en las finales contra los Phoenix Suns. James desapareció y fue buscado por todo el país durante once días. Los rumores acerca de su paradero, con la falta de pistas y certezas de la investigación acrecentándolos, variaban desde un secuestro hasta un ajuste de cuentas, que se basaba en un golpe para su hijo, al que involucraban en el negocio de las apuestas ilegales y la mafia.
James Jordan, quien había viajado a Wilmington para participar del funeral de un amigo, habría frenado en la banquina de la autopista 74 para descansar en su lujoso auto: un Lexus SC 400 color rojo. A partir de aquí comienzan las dudas, ya que los dos acusados declararon versiones opuestas. El cuerpo del hombre fue encontrado en un pantano que desemboca en un bosque de Fayetteville (en el Condado de Cumberland, Carolina del Norte), mientras colgaba de una rama en plena descomposición.
El padre del basquetbolista tenía un disparo en el tórax que, según Demery, fue efectuado por Green después de que ambos se acercaran al auto y James se despertara. De esta manera, la condena de Daniel estuvo completamente implicada a los testimonios de Larry, a pesar de que él siempre se declaró inocente. “El hecho de que el juez que presidió mi juicio pidió que me concedieran la libertad condicional es significativo”, comentó el hombre desde la prisión a ABC News.
Green nunca negó su presencia a la hora de esconder el cuerpo, de hecho, esclareció que él estaba en un fiesta con Demery y que, después de que se marchara por más de tres horas, volvió afligido con lo que había realizado y lo ayudó. “Todos los días vivo con el remordimiento, el dolor y el sufrimiento causados por mis decisiones de joven. Lamento el daño que mis acciones infligieron a la familia Jordan”, declaró el implicado en un carta dirigida al juzgado.
Las pruebas que derivaron en la acusación para los dos hombres fueron los rastros de huellas que dejaron en el Lexus rojo de James y, desde ese mismo auto, que efectuaron un llamado a Hurbert Larry Deese, que además de ser el hijo del sheriff del condado, era narcotraficante. Esta fue otra de las oscuras aristas que rodean a la investigación, ya que dentro de todas las personas que fueron citadas a declarar y que entrevistaron los investigadores, el único que se libró de dichos procedimientos fue Deese.
Ahora, después de más de 30 años y casi seis de que se haya reabierto el caso, Green podría obtener su libertado condicional tras estar preso en la Institución Correccional del Sur, en Carolina del Norte. “Dice mucho sobre este caso y estoy inmensamente agradecido”, dijo sobre la posible resolución de su condena. Con la decisión del juez Weeks, todo quedó en manos de lo que defina la comisión y, tras tantos años de lucha, pueda comprobar su inocencia.