Los secretos de la categoría que revolucionó el automovilismo mundial y busca llegar a la Argentina

El concepto TCR cambió la historia a nivel global. Permite que un coche fabricado en Argentina pueda correr en Asia o en cualquier otra parte. Pero mantiene la esencia de que cada auto corra con el motor de su marca

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Largada del TCR World Tour en el Autódromo de El Pinar, en Montevideo (Prensa TCR)
Largada del TCR World Tour en el Autódromo de El Pinar, en Montevideo (Prensa TCR)

El automovilismo es uno de los deportes más caros y reducir costos se convirtió en la carrera más dura de esta disciplina. También lograr competitividad y conseguir algo que en las últimas décadas casi es una quimera, que es que cada auto corra con el motor de su marca. Todos estos objetivos comenzaron a encaminarse desde el nacimiento del TCR (Touring Car Racing), un concepto de autos de turismo que predomina en el mundo porque sus autos son de calle (no prototipos) y usan elementos originales más allá de la pertinente preparación en sus impulsores. Esto también permitió tener presupuestos más accesibles y hasta sedujo a las fábricas al poder poner en pista coches tipo sedán y hatchback (5 puertas). Esta movida llegó a Sudamérica, busca hacerlo en la Argentina, y puede ser una buena alternativa para el TC 2000.

La estandarización de elementos en los autos de carrera llevó a casi la extinción de los preparadores. También la fabricación de los coches como si fuesen prototipos a partir de una estructura tubular. Los monomotores también le quitaron romanticismo a las competencias, detrás de la excusa de reducir costos. Esto fue erradicado por el TCR, donde cada coche conserva el “corazón” de su marca.

Este fin de semana el TCR South America y el TCR Brasil corrieron en el Autódromo de la Ciudad de Buenos Aires en el marco del evento llamado “Festival Sudamericano de la Velocidad”, en el marco de los 200 Kilómetros del TC 2000. Fue una oportunidad para profundizar el tema. “Es un reglamento mundial que ha logrado tener más de 35 franquicias porque ha conseguido tener claro un trabajo para todas las marcas, el funcionamiento del reglamento, con un banco de pruebas que mide todos los motores, el funcionamiento aerodinámico, el sentido lógico del funcionamiento”, le explica a Infobae Felipe Mc Gough, uno de los responsables de la categoría a nivel regional.

En lo deportivo afirma que “hay grillas invertidas, un BOP (Balance of Performance) que saca y pone peso en los autos que lo hace competitivo y lo hemos visto a lo largo del mundo con cientos de ganadores en todas partes. Se disputan hasta la última carrera. Es un concepto claro que tiene auto y motor de la marca entonces no es un híbrido. Ese es el éxito que ha conseguido y nosotros en Sudamérica hemos trabajado desde hace cuatro años atrás. Pudimos estabilizar el parque con autos y pilotos de los tres países, Argentina, Brasil y Uruguay”.

El Toyota Corolla fabricado en la Argentina y que se exporta al mundo (Prensa TCR)
El Toyota Corolla fabricado en la Argentina y que se exporta al mundo (Prensa TCR)

“La idea es crecer en el parque de autos y traer más pilotos y equipos de Brasil. Mantener el TCR South America y el de Brasil y tratando de hacer el TCR Argentino”, sostiene Mc Gough, quien a fines de los años setenta comenzó pidiéndole autógrafos a los pilotos en el Hotel Sheraton y terminó trabajando en Shadow, que era una escudería de aquella época. Desde ese momento nunca más dejó la Fórmula 1 y hoy aún sigue siendo el argentino más influyente en la Máxima.

Al tener un mismo reglamento para todas sus franquicias en el mundo permite que un coche que corre en el campeonato sudamericano pueda competir en Asia o en cualquier otro lugar. El TCR tiene sus categorías en cuatro continente, 39 países, 140 circuitos y cuenta con un total de más de 1.180 autos.

Al ser el nuevo concepto que manda en el mundo pudo haber sido una salida para el TC 2000, que hoy busca recuperar el brillo de sus mejores años. Mc Gough confiesa que “nosotros hicimos una propuesta hace dos años, antes de la venta de Autosport. Lo que proponíamos era un cambio reglamentario como tantas veces ha hecho el TC2000. No matar a la categoría. Hacer un TCR2000 con el reglamento de TCR y con autos que tienen los mismos motores que las marcas y que ya están hechos”.

Sobre esa idea añade que “había algunas marca como General Motors que no tenían auto para correr, pero si se podía desarrollar uno como hizo Toyota. Después no se pudo avanzar con la propuesta, pero creo que podría ser una idea muy lógica para solucionar este esquema híbrido en el que no hay una cosa ni la otra. No hay autos viejos ni SUV y creo que es muy difícil salir adelante sin un plan”. La propuesta del TCR sigue en pie, pero no depende de ellos sino de la Agencia Tango, a cargo de los hermanos Alejandro y Diego Levy, actuales dueños del TC 2000.

Tal fue el fenómeno del TCR que en la Argentina se llegó a fabricar un auto de la categoría para el mundo y se trata del Toyota Corolla en 2021, modelo que se construyó en la misma planta de Zárate de la terminal japonesa. El proyecto estuvo a cargo de la división deportiva local llamada Toyota Gazoo Racing Argentina.

Felipe Mc Gough en Interlagos junto al monumento a Ayrton Senna. En el autódromo paulista abrió su temporada el TCR South America (@fmcgough)
Felipe Mc Gough en Interlagos junto al monumento a Ayrton Senna. En el autódromo paulista abrió su temporada el TCR South America (@fmcgough)

Este panorama sirvió de plataforma para que los pilotos argentinos puedan correr en el exterior. Uno de los consagrados es Franco Girolami, quien llegó al TCR Europeo en plena pandemia de COVID-19, a mediados de 2020 y sorprendió en una carrera en Jarama, en España. Fue de la mano del macedonio Viktor Davidovski, del equipo PSS Racing.

“Lo bueno de esto es que con la inversión de un auto podés correr en dos campeonatos. Gastás un promedio 27.000 dólares por carrera o 270 mil al año (250 mil euros) para el campeonato europeo o USD 160 mil /170 mil en el italiano que son menos fechas”, le cuenta a este medio el cordobés de Isla Verde que acaba de consagrarse bicampeón del torneo europeo.

“En Argentina pagaba para correr. En Europa si bien tengo que conseguir sponsors, vivo de mi trabajo de coach y también me paga el equipo. Ahora quiero correr en el World Tour”, cuenta el campeón 2018 de Top Race en la Argentina, quien quiere competir en el torneo ecuménico del TCR.

Sobre lo deportivo, explica que “se corren dos carreras por fin de semana. La grilla invertida es con los diez primeros de la clasificación del sábado para la segunda carrera. Es decir, el que hizo el mejor tiempo parte décimo, el segundo lo hace en el noveno cajón de partida y así sucesivamente. En tanto que BOP, donde los cinco que más suman puntos son los que más cargan kilos para la próxima carrera: 40, 30, 30, 20 10″.

Franco Girolami logró su segundo título en el TCR Europeo (@frangirolami)
Franco Girolami logró su segundo título en el TCR Europeo (@frangirolami)

Otros pilotos que compiten actualmente en el TCR son su hermano Néstor Girolami (World Tour), Esteban Guerrieri (World Tour), Ignacio Montenegro (TCR Europeo) y Luciano Martínez (TCR Italiano).

En tanto que el propio Guerrieri, le cuenta a este medio que el TCR “permite que un equipo español puede pelear en el mundial sin apoyo de fábrica y con recursos más acotados que un Lynk & Co o Hyundai. Los costos del campeonato mundial se redujeron mucho. Es una buena muestra que el TCR funciona en todos lados y creo que un TCR Argentino podría existir”.

“Estos autos los cargás en un container y podés participar en un campeonato mundial. No tenés que hacer un auto desde cero. Lo puede hacer cualquier país del mundo”, subraya el porteño que fue el campeón más joven en el automovilismo argentino al consagrarse con 15 años en la Fórmula Renault en 2000. Llegó a tener un contrato con el equipo Manor de F1, pero no el presupuesto. También es el único argentino en ganar en Indianápolis, en la Indy Lights el 25 de mayo de 2012.

Desde sus primeros tiempos allá por 2017, el concepto TCR busca seguir consolidándose y apunta a reforzar un certamen ecuménico. En Sudamérica también llegó para quedarse y está cerca de desembarcar en la Argentina con su propia categoría lo que permitiría que más pilotos locales puedan medirse con otros de diversas latitudes y hasta con coches iguales a los que usarían en nuestros autódromos. La idea de la paridad técnica con su reglamento apunta a que el factor humano pueda hacer la diferencia.

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