Esa sinfonía del motor V10 de BMW P84 de 3 litros del Williams FW 26, la piel erizada y el frío que corrió por dentro pese a que ya se sintió el calor pre veraniego de aquel 31 de octubre de 2004, enloqueció a 60 mil espectadores que fueron a ver la primera edición de los 200 Kilómetros de Buenos Aires del TC 2000. Luego de seis años un auto de Fórmula 1 volvía a girar en la Argentina tras aquel Gran Premio ganado por Michael Schumacher el 12 de abril de 1998 y fue otra vez en el Autódromo Oscar y Juan Gálvez. Este fin de semana se llevó a cabo la edición número 18 de la clásica competencia del Turismo Competición que ganaron Damián Fineschi y Agustín Canapino. Durante cuatro años tuvo como principal atractivo la exhibición de un coche de la Máxima y detrás de aquella primera visita hubo una historia muy especial.
En esa época el TC 2000 estaba a cargo de Pablo Peón, un ex piloto que había corrido en la categoría en el equipo satélite de Oreste Berta y antes había sido bicampeón de la Clase 3 del Turismo Nacional con un Renault 18 en 1990 y 1991. Peón siempre fue impulsor de ideas revolucionarias para brindar un contenido adicional al público. Hace dos décadas ideó una competencia especial, de largo aliento y con pilotos internacionales. Pero buscó la frutilla del postre y para eso nada más jugoso que lo mejor de lo mejor como lo es un coche de F1. Por intermedio de la conocida petrolera brasileña, que era principal sponsor del equipo Honda de TC 2000 y también patrocinaba a Williams en F1, se concretó el gran anhelo y los títulos de los diarios y portales deportivos y de interés general fueron “un auto de F1 vuelve a Buenos Aires”.
Fue un imán para los amantes del automovilismo y muchos que solo fueron por ver en vivo y en directo a un monoposto de la Máxima, que en esa exhibición fue conducido por Marc Gené, quien quedó conmocionado por el furor de la multitud de 60 mil espectadores presentes. “Pablo propuso hacer la carrera para que quede en el automovilismo argentino y perduró”, le cuenta a Infobae Roberto Mayorana, responsable de prensa del TC 2000 y que en esa época ya trabajaba en la categoría.
“Peón siempre fue una persona que quiso atraer un público distinto y darle un condimento distinto a la gente”, agrega Mayorana y el traer un F1 fue algo más que especial. “Surgió la posibilidad de traer el Williams de F1, Pablo se lo presentó a Petrobras que nos ayudó a traer el auto a la Argentina”, comenta.
Aunque hubo una anécdota muy especial que valió para que el coche de F1 pueda girar en el Oscar y Juan Gálvez. “El auto vino en tres cajas grandes de madera con el cockpit y la parte de adelante en uno, en otro el motor y en otro la caja”, describe Roberto. “Cuando llegó el F1 a Buenos Aires, el despachante de aduana que vino con una persona del seguro y preguntó ‘¿dónde está el Clark Sampi (autoelevador)? Acá en el contrato dice que tienen que bajar las cajas con un Sampi’. ‘No, lo bajamos nosotros’, le dijimos. ‘No lo podés bajar a mano porque tenés que tener un Sampi. ¡Tenés un F1 en esa caja!’. Entonces uno de los nuestros salió a la calle a buscar uno y como acá (en la zona del Autódromo) hay muchos lugares de carga, vio uno que estaba en la estación de servicio en la Avenida Roca, frente al Autódromo, y le preguntó, ‘¿le gustan las carreras de autos?’ El tipo respondió que ‘sí’. Lo invitaron a la carrera con toda su familia y el tipo a cambio prestó el Clark. Nuestro compañero se subió con el tipo, entró con el Clark en el Autódromo y bajamos el auto”.
“El auto llegó el martes y el miércoles o jueves lo pusieron en marcha. Solo fue un chequeo. Se escuchó un instante el sonido del motor con dos aceleradas y nada más. En ese momento hubo un silencio atroz en el Autódromo porque todos querían escucharlo”, recuerda emocionado.
“Ese era un auto que Williams lo tenía para hacer exhibiciones en distintas partes del mundo. Era un grupo itinerante de cinco o seis mecánicos”, explica, aunque pese a no tener la puesta a punto de sus gemelos que corrieron esa temporada con Juan Pablo Montoya y Ralf Schumacher.
En la demostración Gené pidió que “al salir a girar la primera vez que le liberen la calle. Entonces hablamos con la gente de Williams y le dijimos que le íbamos a dar un espacio con una soga separando la salida del auto. Fue increíble y lo tengo bien presente. Fui el que le dio la señal de salida y la sensación fue inexplicable porque yo había estado en la carrera de F1 de 1995 cuando giró Reutemann con la Ferrari. Volver a ver un coche de F1 y la gente se enloqueció. Cuando empezó a hacer trompos el humo de las gomas se veía hasta la General Paz. Gené dijo que había hecho muchas exhibiciones, pero solo acá vio tanto fervor en la gente”.
El Williams giró el sábado y el domingo, cuando se vivió una fiesta en la previa a la carrera del TC 2000. Dio varias vueltas. También hubo un desafío contra dos Honda Civic, uno de carrera con Juan Manuel Silva y otro de calle que lo manejó Carlos Okulovich (h).
El evento fue un éxito pues tuvo pilotos internacionales invitados ya que “cada equipo tuvo el compromiso de traer a un piloto extranjero”. Por ejemplo, “Chevrolet trajo a los pilotos oficiales del BTCC (Campeonato Británico de Autos de Turismos) y por caso Alain Menu (bicampeón del BTCC) le pedían fotos todo el tiempo y el tipo no entendía nada”.
Menú corrió con Christian Ledesma (Chevrolet), quien fue campeón ese año. Otros invitados en aquella ocasión fueron el inglés Kelvin Burt con Norberto Fontana (Toyota), el escocés Anthony Reid con Martín Basso (Honda), el sueco Rickard Rydell con Juan Manuel Silva (Honda), el brasileño Carlos “Caca” Fabián Yannantuoni (Honda), o Jordi Gené (hermano de Marc) con Esteban Tuero (Volkswagen). También hubo pilotos que solían correr en TC como Patricio Di Palma que ganó junto a Gabriel Ponce de León y encabezaron el 1-2 de Ford con Diego Aventin/Daniel Cingolani. El podio lo completó Norberto Fontana/Kelvin Burt, con Toyota.
Un dato importante fue el debut en la categoría de Matías Rossi (quíntuple campeón el TC 2000), por entonces con 20 años, quien fue el invitado de Guillermo Ortelli a bordo de un Peugeot 307. Terminaron en el 28º puesto. O las presencias de otros ex F1 como Oscar Larrauri junto a su sobrino Leonel (Ford) y el chileno Eliseo Salazar con su compatriota Julio Infante (Renault).
Los 200 Kilómetros se convirtieron en un clásico del automovilismo argentino y siguieron disputándose, pero con el correr de los años perdieron su brillo. Esta edición buscó recuperar luces de otras épocas con los retornos de José María “Pechito” López, quien fue el invitado de Matías Rossi y terminaron segundos con un Toyota Corolla, y del propio Canapino, quien ganó junto a Fineschi a bordo de un Chevrolet Cruze. Ellos pudieron doblegar al vigente tricampeón y actual líder del campeonato, Leonel Pernía, quien compartió su Renault Fluence con Nicolás Moscardini y fueron terceros.
Fue una fiesta denominada “Festival Sudamericano de Velocidad” con un total de cinco categorías incluyendo el TC 2000, además del Stock Car de Brasil, el TCR South America, Fórmula 2 Brasil, Fórmula Nacional.
A dos décadas de aquella primera edición de su carrera más emblemática, el TC 2000 quiere volver a tener el brillo de sus mejores años y la visita estelar del auto de F1 fue una huella para el público local como para los propios emisarios de Grove: “La gente de Williams cuando volvió al año siguiente volvieron chochos porque vieron el calor de la gente. También para la gente fue espectacular”, afirma Mayorana, quien concluye al dejar una perlita: “El señor que manejó el Clark nunca supo que bajó tres cajas que tenían las partes de un auto de F1″.
Hoy el histórico equipo inglés vuelve a estar ligado con los argentinos de la mano de Franco Colapinto y hace más de 40 años con Carlos Alberto Reutemann. Además, tuvo otro guiño al meterse en una de las carreras nacionales más emblemáticas con las presencias de sus autos en los 200 Kilómetros de Buenos Aires del TC 2000.
EL WILLIAMS FW 26 EN LOS 200 KM DEL TC 2000 DE 2004:
Crédito de las fotos: Prensa TC 2000