La barra brava de Huracán robó un club barrial con ametralladoras: “Si los denunciamos, nos matan”

El Club Piraña fue tomado por asalta por los barras del “Globo”. La historia de extorsión y violencia detrás del episodio

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La foto con amenazas y armas largas
La foto con amenazas y armas largas

El mail comenzó a circular el jueves por la tarde. Los creadores de la Liga de los Domingos, un popular torneo de fútbol amateur que se juega en el Club Piraña, les avisaba a todos los delegados de los equipos que desde el 6 de octubre la barra de Huracán tomaba posesión de todos los movimientos del club y que se iban a quedar con el dinero de los torneos, abonos, concesión del bar y todo lo que estuviera dando vuelta. No se trataba de que la comisión directiva de este histórico club barrial fundado en 1942 hubiera decidido licitar la concesión y que la barra ganara con una oferta imbatible. Muy por el contrario: habían decidido tomar para sí la institución bajo la forma de “o nos dan el negocio de las ligas amateurs o hay balas para todos”. Y ante esta situación, las autoridades decidieron ceder y ni siquiera hacer la denuncia policial, porque saben que cuando la barra de Huracán habla, después actúa.

Claro que ese mail que ponía al descubierto la trama mafiosa también llegó a la facción José C Paz de los violentos del Globito, que son los que mandan en la tribuna y que fueron los protagonistas de la situación. Entonces, para acallar a quienes estaban haciendo circular la información decidieron ir directamente a la institución ayer mismo por la noche, con armas largas, para avisarles que cierren la boca o empezaban a cumplir con las amenazas. Y tomaron posesión directamente de la situación. Robaron la recaudación del día y para que no queden dudas de que estaban hablando en serio hicieron circular una imagen con todos ellos posando en la canchita de baby y de básquet del club, munidos de dos ametralladoras. Increíble pero real.

Tal es el miedo que se apoderó de todos que no sólo se cancelaron las actividades de este viernes y el fin de semana, sino que ninguno se atrevió a presentarse ante la Justicia por miedo a represalias. “Acá nos conocemos todos. Si denunciamos nos matan”, le dice un habitué de la institución a Infobae. Ante esto la Policía se presentó en el lugar y labró una denuncia de oficio que quedó radicada en la fiscalía nacional en lo criminal y correccional número 44, a cargo del doctor Pablo Recchini bajo la carátula de averiguación de ilícito. Y si bien los consultados por los uniformados dijeron con un temor evidente que no vieron nada, el fiscal ya solicitó que haya una declaración testimonial del encargado del lugar que está concesionado a la empresa “Ser Fútbol”, que es al que la barra del Globito quiere desplazar para quedarse con el negocio de los torneos amateurs más todo lo que genera el buffet y el resto de las actividades del lugar.

El Club Piraña, objetivo de los barras de Huracán
El Club Piraña, objetivo de los barras de Huracán

Ahora bien, ¿a quién responde la barra de Huracán? Históricamente hubo tres grupos que se unieron bajo la conducción de la facción José C Paz, que se llama así porque sus integrantes se juntan en el parque del mismo nombre, ubicado en la manzana compuesta por las calles Paz, Taborda, Pepirí y Cortejarena, a apenas dos cuadras del club Piraña y ocho del estadio Tomás Ducó. Los otros grupos aliados son El Pueblito, el asentamiento ubicado en Pompeya, y Villa Zabaleta, que tiene con la facción dominante una relación de amor y odio, que a veces los encuentra juntos y otras, como ahora, separado. Y el bando dominante está manejado desde hace más de 20 años por Claudio el Cone De Respinis, quién varias veces fue denunciado ante la Justicia, que tuvo que afrontar un juicio acusado de organizar un grupo delictivo para actuar en el fútbol, pero que fue beneficiado en ese proceso por varios policías y terminó absuelto. Lo que marca su poder territorial en Parque Patricios.

De cualquier manera, las internas que tuvo en la tribuna pegaron de lleno en su familia a punto tal que en junio de 2009 y tras un partido con Arsenal balearon el frente de la casa familiar y asesinaron a su hermano menor, Fernando, que de todos era el que iba más esporádicamente al estadio. Ese crimen, provocado por la facción Zavaleta, generó una cacería que terminó con más muertos y muchos procesos judiciales donde siempre se avanzó poco y nada. En aquel momento, el juez que intervino en la causa, Ernesto Botto, tuvo por hipótesis central que la guerra no era sólo por el control de la barra sino también por el control de la droga que se vendía en toda la zona. Y no parecía estar muy errado.

A tal punto tenían impunidad para manejarse que un año después, el Cone y su hermano, el Narigón Pablo, encabezaron la barra de Huracán que viajó al Mundial de Sudáfrica bajo el paraguas de la ONG Hinchadas Unidas Argentinas. Lo increíble es que el Cone no tenía autorización para salir del país por sus múltiples causas judiciales y aún así logró burlar a migraciones. La historia igual terminó mal: fueron deportados junto a otros barras por las autoridades del país organizador.

¿Cómo sigue ahora la historia? En la barra de Huracán confían en que el proceso judicial no va a prosperar dado que nadie va a declarar y que cuando se calmen las aguas, ellos se harán del negocio por el que fueron en la tarde noche de ayer. Pero hay otro frente abierto para la José C Paz: la interna recrudece con el grupo de Villa Zabaleta, que al mando de un viejo barra apodado el Gordo Pablo está juntando gente de Lugano, Soldati, Ingeniero Budge y Cuartel V de Moreno para desbancarlos. Ya hubo un enfrentamiento a balazos que dejó un herido en agosto pasado, cuando Huracán enfrentó a Argentinos Juniors por la Copa Argentina en cancha de Independiente. Y esta situación tomó ahora más volumen. El nuevo presidente de Huracán desde junio pasado es un ex jefe de la barra, Abel Poza, conocido en sus tiempos de tribuna como El Rubio Abel, al que la situación lo pone en un lugar incómodo. Se verá si su anterior pertenencia al tablón le permite mediar y controlar una guerra que amenaza con definirse a sangre y fuego, tal como el mensaje que la facción José C Paz, munida de ametralladoras, dejo estampado en el club Piraña.

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