Matías Lucuix es un referente en el ambiente del fútbol de salón o mundialmente conocido como futsal. Llevó a la selección argentina a la final del Mundial pasado, ganó una Copa América y hoy conduce al combinado que es uno de los animadores del presente certamen ecuménico que se disputa en Uzbekistán, al punto que ganó de forma invicta su grupo, tras vencer en la última fecha por 9 a 5 a Angola. Este viernes, chocará frente a Croacia en busca de una plaza en cuartos de final.
Su juventud es un detalle que llama la atención de cualquier espectador que no está familiarizado con la disciplina. La razón para explicar el por qué el director técnico de 38 años es un erudito en los terrenos de parquet es por su brillante carrera como futbolista, que lamentablemente una lesión lo obligó a abandonar de manera imprevista.
De nacimiento deportivo en River Plate, se desempeñó de ala y rápidamente llamó la atención de la mejor competencia del planeta: la Liga Nacional de Fútbol Sala de España. En 2007 y con tan sólo 21 años pegó el salto al Caja Segovia, gracias a la influencia de Diego Giustozzi, quien más adelante sería su mentor en el plano técnico. La decisión de comenzar una carrera profesional había sido tomada y el nacido en Buenos Aires no tardó en impresionar a todos.
Cuatro años de un nivel demasiado alto para alguien catalogado como promesa lo llevó a pegar un nuevo salto a uno de las instituciones más prestigiosas que existen en el futsal. El Inter Movistar, máximo ganador de la LNFS y de la Champions League, salió decidido al mercado de transferencias para quedarse con el mayor proyecto que tenía el ambiente en aquel momento. Lucuix transitaba la plenitud de su carrera a una temprana edad y en el horizonte aparecía el Mundial de Tailandia 2012.
Si hay algo que los jugadores argentinos tienen en común, es ese compromiso con defender los colores del país en cada llamado. Matías estaba listo para afrontar su primer gran compromiso con la Albiceleste, pero nunca sospechó que aquel evento pasaría de ser un sueño a una verdadera pesadilla. Durante el tercer partido de la fase de grupos contra Australia, cruzó desde atrás a Tobías Seeto y ocurrió lo peor. Al no verlo, el oceánico cargó la pierna de potencia y al intentar del remate generó una triple fractura en el peroné del número 3.
La secuencia no deja espacio para la duda: inmediatamente todos advirtieron que había ocurrido algo realmente grave. La camilla era un anticipo a la noticia que nadie quería escuchar. Los estudios arrojaron un total de tres fracturas: desplazamiento del tercio distal del peroné, oblicua con tercer fragmento de tercio medio y distal de la tibia, y del maléolo tibial interno. El doctor Pedro Guillén se encargó de colocar dos placas y veinte tornillos en la pierna derecha de Lucuix.
Aunque al principio reinó un discurso optimista, dos recaídas durante la recuperación lo obligaron a pasar nuevamente por el quirófano y a alejarse del deporte que tanto ama practicar. De a poco fue aceptando que las posibilidades de volver a competir al máximo nivel dentro de una cancha ya eran más una utopía que una realidad, y las fuerzas aguantaron hasta el 10 de noviembre de 2015, fecha en la que anunció su retiro.
“A tres años de mi lesión, comparto con ustedes mi decisión de dejar de jugar profesionalmente y dedicarme a nuevos proyectos deportivos. Ahora ya estoy muy recuperado, pero se me hace muy difícil ir a un partido. Son demasiados recuerdos y me creaba demasiada tristeza”, comunicó Matías. La noticia resonó en el mundo del futsal al nivel que hasta Ricardinho, una de las grandes estrellas del deporte, le envió palabras de apoyo.
Pero lo que nunca vio venir es que, al cerrarse la puerta como futbolista, lentamente se abría la de director técnico. Comenzó a sentir la vocación de dirigir, y luego de realizar varios cursos como base de preparación, apareció nuevamente en su vida Diego Giustozzi. El mismo que lo ayudó a dar el salto a Europa irrumpía en el camino de Lucuix en enero de 2016 para acercarle una propuesta irrechazable: ser ayudante de campo de la selección argentina de futsal y encargarse de la Sub 19 nacional.
La pelota siempre da nuevas oportunidades y Matías se encontraba listo para afrontar una nueva Copa del Mundo, pero cumpliendo un rol distinto, uno que nunca hubiera imaginado durante sus épocas como jugador. El 1 de octubre de dicho año, Argentina derrotó 5-4 a Rusia en una infartante final y conquistó el planeta del futsal por primera vez en su historia. “El deporte y la vida siempre te da la revancha!!! EN PAZ... Gracias, Diego Giustozzi”, escribió Lucuix en sus redes sociales posando con aquel trofeo que siempre anheló tener en sus manos.
Desde ese momento, la misión del ex jugador cambió de manera rotunda. A mediados de 2018, su mentor decidió dar un paso al costado para aceptar una oferta laboral de ElPozo Murcia y la AFA optó por mantener el proceso con Lucuix como director técnico principal.
Tras un arranque complicado, en el que perdió la Liga Sudamericana con Brasil y también quedó fuera del podio en los Juegos Olímpicos de la Juventud con un combinado Sub 18, el trabajo y la constancia lentamente comenzaron a dar sus frutos. En enero de 2020 Argentina pateó el tablero a nivel continental y se clasificó a la Copa del Mundo de Lituania al derrotar a Brasil por 3-1 en Carlos Barbosa, uno de los panteones del fútbol sala en territorio verdeamarelo.
En el Mundial, una Selección con tintes de experiencia y juventud humilló a Estados Unidos 11-0, derrotó 4-2 a Serbia y cerró primero en el Grupo F al vencer a Irán por 2-1. Ya en los octavos de final, una difícil Paraguay complicó por momentos el partido, pero la jerarquía salió a relucir en el momento indicado para golear por 6-1. En cuartos se reeditó la final del Mundial 2016 y Rusia nuevamente quedó en el camino por penales, luego de igualar 1-1 en el tiempo regular. La épica clasificación tuvo a Lionel Messi pegado al televisor siguiendo cada paso de los dirigidos por Lucuix.
El desafío de su vida llegó en las semifinales cuando otra vez el destino lo cruzó Brasil. Con tantos de Constantino Vaporaki y Cristian Borruto, Matías nuevamente doblegó al histórico rival continental desde el otro lado de la línea. “Cuando pasás momentos malos en el deporte, como los míos con la lesión que me obligó a retirarme, te sientes dolido. Te preguntas ‘¿por qué a mí?’, no encuentras explicación… Pero en este Mundial me volví a encontrar conmigo mismo, sentí esa necesidad de estar en esos lugares en los que había estado tanto tiempo, en los que me había sentido tan feliz. Hoy en día soy pleno, soy un agradecido por lo que me da este deporte, los momentos que me hace vivir y la linda responsabilidad de estar representando a tu país. Voy a estar agradecido toda mi vida”, admitió a FIFA luego de consumar el pase a la final.
El título no fue posible, pero se ganó la plaza entre los mejores entrenadores del mundo. Y en Uzbekistán, su influencia continúa: va por la revancha, en otro eslabón de su impactante historia de resiliencia.