En una selección de España que tenía nombres como los de Pau Cubarsí (promesa del Barcelona), Eric García, Fermín López y Abel Ruiz; fue un suplente, Sergio Camello, el que se vistió con la capa de héroe en la final de los Juegos Olímpicos de París ante el local, Francia. El punta de 23 años, surgido del Atlético de Madrid, pero con un destacado presente en el Rayo Vallecano, anotó dos goles ingresando desde el banco para rubricar el 5-3 que le otorgó a la Roja la segunda medalla de oro en la disciplina masculina en una cita de esta envergadura (la anterior había sido en 1992).
El punta, que lleva un gol en estas primeras cuatro fechas de la Liga de España, se reveló como un futbolista que no vive en la “burbuja”, tal como suele acusarse a muchos deportistas de élite. Por el contrario, rompe con el estereotipo. En una entrevista con el diario ABC, compartió detalles de su vida que dejan al descubierto una profunda humildad y una conexión emocional con sus raíces.
Camello demostró su valía no solo en el campo de juego, sino también con su perspectiva sobre la vida. “Le doy mucho valor al dinero que gano. Con mi familia no éramos pobres, pero siempre fuimos muy humildes. Tanto mi hermano gemelo como yo siempre valoramos todo lo que nos daban nuestros padres”, afirmó.
“Para nosotros era una fiesta cuando, de niños, íbamos una vez al mes a comer a un restaurante chino que estaba debajo de nuestra casa. Era una fiesta porque conocíamos el valor de la comida. Es más, en ese momento mi padre tenía dos trabajos, por eso cuido mucho mi dinero. No lo desperdicio”, añadió.
En cuanto a su estilo de vida, Camello dejó en claro que evita el lujo innecesario al que muchas veces se asocia a los futbolistas. “Seguro que no me verás vestido con ropa de marca o con un jersey de 600 euros cuando mi madre gana 700 euros al mes, así que prefiero coger los 600 euros y regalarlos”, comentó en el diálogo con ABC.
Además, Camello explicó sus decisiones con un razonamiento honesto y sencillo. “Ni siquiera tengo un reloj. No creo que pueda tener un reloj muy caro si miro a mi hermano y él no tiene uno”, subrayó.
Su vida dio un vuelco tras su incidencia en aquella final en París 2024. Desde allí, a pesar de surgir de una cantera reputada como la del Colchonero, se volvió una figura de mayor notoriedd pública. Y eso que no venía de una temporada prolífica ante el arco. “Es que es así de caprichoso el fútbol. Ha sido un año duro, un año que no ha querido entrar el balón, que no he dejado de trabajar”, dijo entonces, en declaraciones a la cadena COPE.
“Eran cuatro descartes en el plantel y yo, a priori, era uno de ellos. Si yo he metido estos dos goles ha sido porque han hecho que me lo creyese. Desde el primer momento, el míster (Santi Denia) me lo dijo”, contó en el pico de su carrera. Y es por eso que en la cima piensa igual que en el llano, dentro del campo de juego y en la vida.