La reacción de Diego Martínez con Merentiel apenas falló el penal clave de Boca Juniors y el gesto de los fanáticos en el hotel

El minuto a minuto del uruguayo desde que falló el penal que decretó la eliminación del Xeneize ante Cruzeiro hasta el retorno a la concentración

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Después de un esfuerzo descomunal por haber jugado prácticamente todo el partido con un hombre menos por la expulsión de Luis Advíncula, Boca Juniors fue eliminado por Cruzeiro en los octavos de final de la Copa Sudamericana. Uno de sus emblemas, Miguel Merentiel, terminó siendo el villano de esta serie por haber fallado el único penal de la tanda desde los 12 pasos. El uruguayo había tenido una actuación digna de destacar y hasta pudo darle el triunfo a su equipo en tiempo reglamentario tras una jugada excelente de su compatriota Marcelo Saracchi. Después, todo se desmoronó.

Los brasileños estaban 5-4 arriba en la tanda y Merentiel fue el designado para ejecutar el último de los cinco tiros del Xeneize. Intentó imitar a Nicolás Figal, que eligió pegarle fuerte arriba en el cuarto y burló a Cássio Ramos, que esta vez no pudo desviar ninguno de los remates como sí había hecho en la Bombonera un par de años antes cuando defendía la camiseta del Corinthians, por la misma instancia, pero en Copa Libertadores. La Bestia se pasó de fuerza y envió la pelota por encima del travesaño.

La reacción de Merentiel fue desgarradora. De fondo, los torcedores del Cruzeiro se desahogaron después de haber sufrido más de la cuenta y estar cerca de quedar afuera pese a la superioridad numérica en casi todo el partido revancha. Para colmo, los jugadores del Azulao se dirigieron a festejar hasta la posición del arquero y quedaron al lado del 16 de Boca, que quedó sentado en el césped, desconsolado. Fue allí que Kaio Jorge, quien había ingresado en la parte final, se acercó hasta su rival, se agachó y le dedicó un alarido que claramente fue dirigido hacia él.

Como acostumbra, Merentiel se había cruzado con varios adversarios a lo largo del encuentro. Sus constantes fricciones y roces, en gran parte para generar amonestaciones y apercibimientos en las narices del árbitro colombiano Wilmar Roldán, lo llevaron a ser el jugador visitante más repudiado por el equipo local. De hecho, en los instantes finales, tuvo un intercambio de palabras poco amistoso con William, quien terminó como capitán tras la salida del argentino Lucas Romero. Evidentemente la descarga de Kaio Jorge contra el delantero boquense se debió al cortocircuito constante que hubo con él.

Los hinchas de Boca recibieron a los jugadores en el hotel tras ser eliminados por Cruzeiro

La reacción de Diego Martínez fue instantánea. El entrenador de Boca entendió que lo mejor era sacarlo del meollo de celebraciones del Cruzeiro para que no se desbandara todo, pero fundamentalmente quiso llevarle consuelo al que es uno de los futbolistas más valiosos de su ciclo (sino el más). El DT lo paró y lo cobijó con un abrazo por varios metros, algo que llamó la atención de sus compañeros de equipo, que también se acercaron para ofrecerle unas palabras de aliento.

Camino al hotel, Merentiel tuvo una recepción completamente inesperada. Decenas de hinchas de Boca esperaron a los jugadores en el lobby del hotel de concentración en Belo Horizonte y recibieron a los jugadores con una histórica canción: “Aunque ganes o pierdas, no me importa una mierda, sigo siendo Bostero, porque a Boca lo quiero”. El uruguayo llegó con la capucha de su campera puesta, detrás de Javier García, quien acompañó a la delegación aunque no fue al banco de suplentes (estuvo Leandro Brey).

Tras divisarlo, dos fanáticos se acercaron hasta Merentiel y lo contuvieron con un abrazo. Un beso en la cabeza, caricias y palmadas. Al unísono, pasó Luis Advíncula con su peor rostro, y también trataron de levantarle el ánimo: “¡Dale, Negro, dale!”. Uno de los simpatizantes xeneizes que había abrazado a Merentiel, lo acercó hasta la muchedumbre y arengó a sus pares: “¡Es lo mejor que tenemos el uruguayo!”. Y el grito de guerra que suena todos los partidos en la Bombonera no se hizo esperar: “¡U-ru-guayo, u-ru-guayo!”.

Merentiel se fue de Brasil sin consuelo, pero al menos se llevó un par de caricias al alma.

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