Gallardo volvió con la exigencia de siempre: cómo son sus entrenamientos en River Plate y cuál es su idea fija

A dos semanas de su regreso, el Muñeco busca potenciar a un plantel cada vez más amplio que necesita levantar el nivel

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El Muñeco, de 48 años, quiere un equipo explosivo, difícil de aguantar para los rivales (EFE/Juan Ignacio Roncoroni)
El Muñeco, de 48 años, quiere un equipo explosivo, difícil de aguantar para los rivales (EFE/Juan Ignacio Roncoroni)

Marcelo Gallardo está vestido con una campera inflable de color rojo con detalles blancos y negros de la marca que viste a River Plate desde 1982. La mañana es fría en Ezeiza y el Muñeco se mueve como si quisiera entrar en calor. Pero no. Esos gestos enfáticos y eléctricos del entrenador son para exigir rapidez de movimientos, precisión en el manejo de la pelota y futbolistas que se perfilen siempre para buscar el arco rival. Tiene una idea fija, Gallardo: que River vuelva a ser un equipo explosivo, difícil de aguantar para los rivales.

Lograr explosión en los movimientos es, justamente, una de las búsquedas principales del entrenador. La intensidad y la determinación en el juego son intangibles que Gallardo no negocia con sus jugadores. Por eso en 2017, durante una pretemporada en Orlando, dijo que Jonatan Maidana era el futbolista de River que más lo representaba dentro de la cancha. Y Maidana, justamente, se caracterizaba por la entrega física, el esfuerzo constante, el compromiso y por no dar por perdida ninguna pelota.

En definitiva, Gallardo tiene una predilección por los futbolistas talentosos o de buen pie, pero también por los que dejan todo en la cancha en base a esfuerzo e intensidad física.

A propósito de eso, Gallardo tomó distancia del estilo de juego de Martín Demichelis al hablar en una de sus últimas apariciones públicas. “Es difícil cambiar todo lo que venían haciendo en tan poco tiempo. Eso a veces puede ser, hasta no puede ser bueno, pero bueno, ahí tenemos que ser inteligentes para ser puntuales, ser específicos, y bueno, esa es una de las cosas que vamos a tener en cuenta para este inicio”, dijo luego del empate 1 a 1 ante Huracán que marcó el inicio de su segundo ciclo en River. Y el sábado a la noche, en La Plata, luego del 1 a 1 frente a Gimnasia y Esgrima, expresó: “Respuestas mentales ya encontré. Estamos en la búsqueda de las respuestas físicas y futbolísticas”.

Los entrenamientos que conduce Gallardo desde que reasumió como técnico de River el lunes 5 de este mes son tan exigentes como los de su primera etapa al frente del equipo, entre 2014 y 2022. Tanto, que en su cuerpo técnico no descartan que próximamente se produzcan algunas lesiones musculares en los jugadores justamente porque al Muñeco le gusta llevar a sus futbolistas hasta el límite de sus posibilidades. “El lunes empiezan de nuevo los saltos rana”, bromeó un dirigente de River un par de días antes de la asunción de Gallardo como reemplazante del despedido Demichelis. Si algo no negocia el técnico de River, es la exigencia permanente. Y sus entrenamientos suelen ser un reflejo de lo que pretende para el equipo los días de partido, algo que le está costando: por ahora, su River no levanta vuelo.

El técnico confía en que ello empiece a ocurrir a partir de este miércoles, cuando su equipo reciba a Talleres en busca de un lugar en los cuartos de final de la Copa Libertadores. Ya le acercaron los refuerzos de jerarquía que pidió: Fabricio Bustos, Germán Pezzella, Maximiliano Meza y Marcos Acuña. Y podría llegar alguna otra cara nueva para este nuevo Súper River del Muñeco.

Proactivo, Gallardo da indicaciones permanentemente, frena los trabajos todas las veces que hace falta cuando algún movimiento no lo satisface y se fastidia cuando los jugadores duermen la pelota o prefieren los pases laterales a la búsqueda del arco rival. “Me perfilo siempre para adelante. Vamos, vamos”, es una de las frases más pronunciadas por el entrenador en las prácticas.

¿Cómo regresó Gallardo a River? Con la capacidad de trabajo arrolladora de siempre y con el deseo de que la gente vuelva a sentirse identificada con el equipo. Para eso, tiene una fórmula: trabajo y exigencia. Y hay una palabra que borró de su diccionario: relajación. No quiere saber nada con que sus futbolistas se guarden algo a la hora de los entrenamientos y de salir a jugar los partidos.

Por eso, por caso, en su fuero íntimo valoró mucho el trabajo esforzado que realizó el paraguayo Adam Bareiro en la victoria 1 a 0 del último miércoles ante Talleres, en Córdoba, en el choque de ida por los octavos de final de la Copa Libertadores. Bareiro evidenció algunas limitaciones técnicas al salir de las cercanías del área, pero no le escapó nunca al roce físico y al esfuerzo: ganó varias pelotas divididas, se impuso más de una vez en el juego aéreo y hasta generó la expulsión de Lucas Suárez a los catorce minutos del segundo tiempo. A Gallardo no le pasó lo mismo el sábado en La Plata: a juzgar por sus gestos, quedó disconforme con el trabajo del paraguayo, especialmente porque quería que amagara a recibir y luego saliera disparado hacia el área rival. Bareiro no lo hizo. Por el contrario, se retrasaba para recibir la pelota o para pivotear y devolver el balón hacia atrás.

Uno de los trabajos que Gallardo más ordena en los entrenamientos son los partidos en espacios reducidos. A pura intensidad y sin que ninguno se guarde nada. Cree que son movimientos esenciales para un equipo al que la mayoría de los rivales lo esperan refugiados en su campo, lo que exige mucha precisión en pocos metros y con caminos por lo general cerrados. El propio técnico reconoció que más de una vez tuvo que frenar ese tipo de ensayos por la vehemencia con la que los jugadores iban a disputar cada pelota.

“Cuando Marcelo ve que la pierna se les empieza a ir más de la cuenta, lo termina”, comenta una persona que conoce mucho al Muñeco.

El nuevo River de Gallardo jugó hasta ahora tres partidos: empates con Huracán y Gimnasia, por el campeonato doméstico, y victoria ante Talleres, por la Copa Libertadores, el gran objetivo del año para los millonarios. La búsqueda de un equipo confiable y que juegue bien al fútbol le ocupa buena parte de sus pensamientos, siempre con los dientes apretados y con la generosidad en la entrega a flor de piel. Porque el que no lo hace, con él no juega.

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