Agustín Canapino vuelve al TC: por qué es el piloto por el que vale pagar una entrada

Luego de su salida de la IndyCar, el Titán de Arrecifes regresa este fin de semana en Buenos Aires y con la marca de sus amores, Chevrolet. Con un estilo combativo y dueño de hazañas, generó un fervor popular pocas veces visto

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Agustín Canapino en el museo del TC. Posa delante de su Chevrolet campeón en 2010, el de su primer título. Vuelve este fin de semana a la categoría (Prensa ACTC)
Agustín Canapino en el museo del TC. Posa delante de su Chevrolet campeón en 2010, el de su primer título. Vuelve este fin de semana a la categoría (Prensa ACTC)

El dolor debe ser inmenso en Agustín Canapino después de tener que bajarse de la IndyCar tras llegar a un acuerdo con los dueños del equipo Juncos Hollinger Racing. Pero en pocos días el múltiple campeón argentino tiene gran aliciente. Se trata de una caricia al alma, ya que retorna al mundo donde más cómodo se siente y vuelve a correr en el Turismo Carretera. Es en el Autódromo de la Ciudad de Buenos Aires Oscar y Juan Gálvez, nada menos. Una multitud y no solo los hinchas de Chevrolet, marca con la regresa, le dará la bienvenida. El Titán de Arrecifes generó un idilio general con el público por su forma de correr, trato con la gente y popularidad que explotó en su paso por Norteamérica.

Canapino nació y creció en el automovilismo. Desde chico acompañó a su padre a las carreras, el recordado Alberto, uno de los mejores preparadores en la historia. Agustín es un caso especial ya que por falta de presupuesto nunca corrió en karting y se inició en los simuladores. Después de mucho insistirle a su padre, el aún adolescente logró convencerlo luego de una prueba en un auto de la Copa Mégane.

Con apenas 16 años corrió su primera carrera en un coche real y en la siguiente temporada ya logró en esa monomarca el primero de sus 15 títulos (se suman los 4 de TC, 2 de TC 2000, 7 de Top Race y 1 de TC Pista), que lo dejan como el segundo más laureado en pista a nivel nacional detrás del recordado Juan María Traverso.

Agustín es ciento por ciento actitud. Arriba y abajo del auto. Siempre contagió por su forma de correr de ir a fondo y no negociar una posición. Desde muy chico transmitió eso a la tribuna o al hincha que se ubicó detrás del alambrado. Supo que tenía en Canapino a aquel corredor que es referente en el tercer milenio, pero amante del automovilismo puro y tradicional, ese que no se vale de los cambios de grilla, lastres u otras penalizaciones para buscar más espectáculo. Ese automovilismo histórico que no le puso trabas a los pilotos y gracias a eso se forjaron los ídolos como Traverso, Roberto José Mouras, Oscar Roberto Castellano, Juan y Oscar Gálvez, por nombrar otro íconos teceístas. Pese a un contexto opuesto, logró una mochila de campeonatos que lo convirtió en uno de los mejores corredores en la historia en la Argentina.

Agustín Canapino compartió su niñez con monstruos del automovilismo argentino. Aquí, con la ropa del equipo de Juan María Traverso en el TC, cuyos autos fueron atendidos en una época por Alberto Canapino (@AgustinCanapino)
Agustín Canapino compartió su niñez con monstruos del automovilismo argentino. Aquí, con la ropa del equipo de Juan María Traverso en el TC, cuyos autos fueron atendidos en una época por Alberto Canapino (@AgustinCanapino)

Pero para aplicar el “método Canapino” también es necesario talento. Supo trasladar con éxito el manejo de los simuladores a la pista real. A medida que forjó su campaña mantuvo inalterable la esencia de aquel pibe de Arrecifes, la ciudad más fierrera del país y sin dudas su lugar en el mundo, donde volverá a mudarse luego de su estadía en Indianápolis.

Formó parte de una joven guardia que tuvo su irrupción a fines de la década del 2000. Junto al recordado Guido Falaschi (su primer gran rival), Mauro Giallombardo, Mariano Werner, Néstor Girolami, Facundo Ardusso, formaron una camada de notables. Todos fueron campeones.

Se recibió de piloto con su primer campeonato en el TC en 2010, en aquella definición mano a mano con el propio Werner (Ford) en Buenos Aires. Se convirtió en el campeón más joven de la categoría con apenas 20 años y su récord será muy difícil de batir. Desde ese día selló su amor por Chevrolet y el haber corrido siempre con la marca del moño dorado le valió ser uno de los máximos ídolos del Chivo. En estos tiempos es difícil que pase eso con un piloto, por su lealtad también se ganó el respeto de las otras hinchadas.

Canapino es pueblo. Siempre entendió todo sobre el folclore de nuestro automovilismo. Se retroalimentó con el cariño de la gente y nunca rechazó el pedido de una foto o autógrafo. Tampoco se le cayó un anillo para agarrar un bombo y hacer de “barra” los sábados por la tarde cuando terminada la actividad toda la gente que está en un autódromo puede entrar a los boxes en el TC.

El espectacular duelo entre Agustín Canapino y Néstor Girolami en Rafaela 2015, en una carrera del TC 2000 cuando ambos eran compañeros en Peugeot

La combatividad forma parte de su ADN y su rivalidad con Néstor Girolami en el TC 2000 en 2014 y 2015 llegó al cine con el documental “Duelo de Leones”. Fueron compañeros de equipo en Peugeot en un clima de tensión interna, conflictividad dentro y fuera de la pista que trascendió lo deportivo. Por el peso de ambos pilotos, la inversión que hizo la marca en el equipo a cargo de Ulises Armellini, y lo que estuvo en juego, fue una remake de un automovilismo de otra época. El Bebu le ganó los dos campeonatos, Agustín supo perder, pero tuvo revancha en 2016 y 2020. Mientras tanto llegaron los cetros en el Top Race, el más laureado de la categoría con sus siete coronas.

Acompañado por su padre en la preparación de los coches en el TC, peleó cada definición de campeonato hasta la bajada de la bandera de cuadros, que es cuando realmente se terminan las carreras, como decía Juan Manuel Fangio. Su segundo título llegó en 2017 en una labor épica. Corrió en modo “Dios”, haciendo alusión a los simuladores que tanto ama y que lo llevaron a ser piloto de Williams en las carreras electrónicas. Largó undécimo y terminó cuarto en una remontada espectacular y en un circuito difícil para el sobrepaso como el Autódromo Roberto José Mouras de La Plata. Agustín fue un hombre en llamas y con todas las fichas jugadas hizo –quizá- su mejor carrera en el TC. Por apenas 0.25 puntos el ganó el campeonato a Ardusso (Torino). Las lágrimas de Alberto lo dijeron todo y el alivio después de una dramática carrera fue reflejado en el abrazo juntos. Ese día fue un antes y un después en su campaña.

La épica remontada de Agustín Canapino para ser campeón de Turismo Carretera en 2017

La secuela del tricampeonato fue al año siguiente en otro cierre que claramente pudo haber sido escrito por un guionista de cine. Ahí otra vez Alberto fue clave. Solo su ojo clínico y un instinto único de alguien cuyo primer auto de carrera que trascendió se lo preparó a Luis Rubén Di Palma en 1986, le valió ir más allá. Fue ese tacto único que dan décadas de automovilismo y saber conocer el clima. Los Canapino se encerraron en su micro para analizar los radares y hubo algo más, pues su padre supo más que los propios meteorólogos ya que antes de la final hubo pronóstico de probables lluvias, nadie –salvo él- avizoró el diluvio que cayó en el Autódromo de San Nicolás. Esa nube se acercaba desde Rosario (70 kilómetros del trazado nicoleño) y Agustín partió con neumáticos para lluvia. Luego de complicarse en la serie por un toque de Manu Urcera (Chevrolet), arrancó desde el fondo en la final y en ese momento cayó un temporal que obligó a sus tres oponentes por la corona, Matías Rossi (Ford), Facundo Ardusso (Torino) y Jonatan Castellano (Dodge) y la mayoría de los otros pilotos, a pasar por los boxes y cambiar las gomas. El clasificador se reordenó, Agustín quedó cuarto y recuperó el mando del campeonato. El segundo puesto final rubricó su tercer cetro. Ese día otra vez su actitud de no rendirse pese a cualquier condición le valió otra coronación.

Abajo del coche es un líder natural y supo hacerse cargo de su equipo tras el fallecimiento de su padre en febrero de 2021. Junto a su hermano menor, Matías, mantuvieron el equipo propio en Arrecifes. En pleno dolor por una pérdida irreparable, le pusieron el pecho y si años más tarde ambos tomaron caminos diferentes y corrieron bajo la órbita de otras escuderías en el TC y TC Pista respectivamente, fueron un ejemplo.

Así lucirá la cupé Chevy de Agustín Canapino, que vuelve al Turismo Carretera este fin de semana

De haber tenido presupuesto hubiese ido a correr a Europa desde muy chico, pero debió forjar su campaña en el ámbito nacional. Aunque a sus 33 años sus méritos y la apuesta de Ricardo Juncos le valieron una aventura única en la IndyCar. Hasta fines de 2022 siempre corrió en autos con techo y a lo sumo 450 caballos de potencia, y a partir de 2023 domó autos de Fórmula (pura sangre de carrera) con 750 HP y carga aerodinámica. Nunca había hablado en inglés y en tres meses se las arregló para dar notas y explicar las sensaciones arriba del monoposto. Se midió contra los mejores, compitió y demostró que pudo.

Su incursión en Norteamérica llevó a que en la Argentina se hablara de la IndyCar. Se generó un fenómeno que no ocurría desde la época de Carlos Alberto Reutemann en la Fórmula 1. En especial las dos participaciones de Agustín en las 500 Millas de Indianápolis, un hito ya que después de 83 años un argentino corrió la mítica carrera en el óvalo. Su presencia en esta categoría agigantó su popularidad e hizo que hasta los hinchas de Ford (eternos rivales de Chevrolet) lo alienten a la distancia. Su salida también fue un golpe para los fanáticos.

Agustín regresa al TC donde debutó en 2009 y suma cuatro campeonatos, 218 carreras, 15 victorias en finales y 53 en series, 8 poles positions (mejor tiempo clasificatorio), 56 podios y 9 récords de vueltas. Este sábado saldrá a pista con los entrenamientos, clasificación y el domingo se correrán las series y la final de la décima fecha, que confirmará los doce clasificados para la Copa de Oro, el mini torneo final de cinco fechas que definirá al campeón.

Desde este fin de semana y otra vez de forma regular (el año pasado tuvo un retorno parcial), el fierrero volverá a ver a Agustín Canapino, un piloto por el que vale pagar una entrada. Esos que contagian por lo que entregan en la pista. Que la palabra especulación no está en su vocabulario. En épocas de crisis el sacrificio económico de la gente por ir a un autódromo tendrá su recompensa.

El icónico abrazo con su padre tras la épica definición de 2017 (Prensa ACTC)
El icónico abrazo con su padre tras la épica definición de 2017 (Prensa ACTC)
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