Daniel Wiffen, de 23 años, fue una de las figuras de París 2024. El destacado nadador, oro y récord olímpico en los 800 metros libres -además cosechó una presea de bronce), no pudo asistir a la ceremonia de clausura de los Juegos Olímpicos debido a un virus que lo debilitó. La noticia, reportada por Le Parisien, señala que Wiffen había participado en la competencia de 10 kilómetros en aguas abiertas en el Sena tres días antes de caer enfermo. “Estoy extremadamente decepcionado de haber perdido la oportunidad de ser abanderado anoche”, expresó el irlandés a través de un mensaje en X (antes conocido como Twitter)) en las primeras horas de este lunes.
La posposición de su asistencia fué una gran pérdida emocional para el nadador, quien había esperado con entusiasmo representar a Irlanda en un evento tan simbólico. “Gracias a todos los que se acercaron, estoy increíblemente decepcionado de perder la oportunidad de ser abanderado anoche. Ayer corrí al hospital porque me sentía muy mal con un virus que están tratando, y ahora me siento mejor. Espero que todos disfruten de la noche”, escribió Wiffen. Pese a que no se ha establecido un vínculo causal entre su enfermedad y la calidad del agua del Sena, otros deportistas que nadaron en el río parisino presentaron problemas similares.
La calidad del agua del Sena ha sido un tema controversial desde antes de los Juegos Olímpicos. La triatleta belga Jolien Vermeylen, por caso, expresó sus preocupaciones tras nadar bajo el puente Alexandre-III el 31 de julio. “Sentí y vi cosas en las que no deberíamos pensar demasiado”, dijo a la cadena VTM. De acuerdo con Le Parisien, otros atletas, como la nadadora alemana Léonie Beck, también sufrieron problemas de salud tras competir en los 10 kilómetros en aguas abiertas. Beck informó haberse sentido mal y confesó haber vomitado nueve veces y sufrido diarrea después de la carrera.
El caso más emblemático resultó la triatleta Claire Michel, quien se contagió la bacteria Escherichia Coli y pasó varios días internada. Para abordar esta situación, las autoridades parisinas habían invertido en la descontaminación del Sena. El Gobierno implementó un plan de 1.4 mil millones de euros para limpiar el río parisino y garantizar la seguridad de los deportistas. No obstante, el esfuerzo no ha estado exento de críticas y escepticismo. “Las curvas de la concentración de E. coli estaban comprendidas entre 192 y 308 UFC por 100 ml, dentro de los estándares”, alegaron desde la organización.
Los incidentes durante la competencia de aguas abiertas no se limitaron a la calidad del agua. Wiffen, quien finalizó en la posición 18, expresó su insatisfacción con los aspectos físicos de la carrera. “Recibí varios golpes de codo en los ojos, puñetazos en la cara. Los entrenadores se reían al verme. Este deporte definitivamente no es para mí”, declaró en una entrevista con una periodista irlandesa de RTE2.
Pese a estos contratiempos, las autoridades olímpicas mantuvieron su posición sobre la calidad del agua del Sena, afirmando que cumplía con todas las normas deportivas internacionales. Sin embargo, la controversia persiste, especialmente tras el anuncio de la Confederación Alemana de Deportes Olímpicos sobre los tres nadadores que enfermaron después de competir en el río.
A medida que los Juegos Olímpicos llegaban a su fin, la ausencia de Wiffen en la ceremonia de clausura fue una de las noticias más comentadas. La infección del irlandés y su hospitalización reavivaron el debate alrededor de la elección del Sena para las competencias y su contaminación que, por ejemplo, provocó la demora de 48 horas del inicio del triatlón porque no estaba en condiciones.