Concentración en un convento, capitán borrado y un error garrafal: los datos desconocidos de la medalla de plata de Argentina en Atlanta 96

El detrás de escena de la conquista de la medalla de plata del fútbol en los Juegos de Estados Unidos

Guardar
Final Juegos Olímpicos 1996 - Argentina 2-3 Nigeria

Si bien los recuerdos más felices de la selección argentina en Juegos Olímpicos se remontan a Atenas 2004 y Beijing 2008, la primera medalla que ganó el fútbol masculino (bajo la modalidad de Sub 23) fue en Atlanta 1996, de la mano de Daniel Passarella (ya había ganado una plateada en Ámsterdam 1928). Con la base del plantel que el Kaiser llevaría a la Copa del Mundo del 98, la Albiceleste desplegó buen fútbol a lo largo de la competición y llegó invicta a la final contra Nigeria, que de forma inexplicable se le escurrió de las manos. Al podio, pero con presea de plata.

LA CONCENTRACIÓN EN UN CONVENTO

Siempre adepto a las concentraciones exclusivas, privadas, alejadas de los curiosos, Daniel Passarella escogió como búnker un predio con canchas de alto nivel ubicado en Cullman, Alabama, que estaba próximo al estadio Legion Field en el que Argentina debutaría contra el país anfitrión. La particularidad del lugar era que era dirigido por monjes con los que incluso la delegación albiceleste llegó a interactuar diariamente, al igual que con los encargados de la seguridad, empleados y docentes.

Los religiosos eran los únicos que tenían acceso autorizado al sitio al que solamente le faltaron las lonas verdes que Passarella aplicaría en la concentración de Saint-Ettiene en el Mundial de Francia 98. La modalidad de aislarse del mundo ya había sido adoptada durante los Panamericanos del 95 y el Preolímpico del 96 con la delegación recluida en el complejo Villa Marista (Mar del Plata). El calor era tan evidente que hasta se montaron enormes aires acondicionados alrededor de los campos de entrenamiento para que los jugadores pudieran combatirlo.

La imagen de la delegación
La imagen de la delegación albiceleste en la concentración de Cullman, junto a los monjes con los que convivieron durante casi toda la estadía

Argentina solamente se trasladó desde Alabama hasta Washington para la segunda presentación frente al campeón europeo, Portugal, por la segunda jornada del Grupo A. Retornó, disputó el tercer compromiso por la zona contra Túnez y también se presentó en el Legion Field en el duelo de cuartos de final, en el que goleó 4-0 a España. Al cuerpo técnico el destino le dio la derecha cuando se produjo un atentado en el Parque Olímpico el mismo día en que el equipo nacional avanzó a semifinales: un hombre hizo detonar una bomba que causó la muerte de dos personas (una por el explosivo y otra de un infarto por el episodio). Allí las autoridades argentinas se aliviaron por haberse mantenido lejos de la muchedumbre en gran parte de la cita olímpica.

El entrenador había convocado a los arqueros Pablo Cavallero y Carlos Bossio, los defensores Roberto Ayala, José Chamot, Javier Zanetti, Roberto Sensini, Pablo Paz y Mauricio Pineda, los mediocampistas Matías Almeyda, Diego Simeone, Hugo Morales, Christian Bassedas y Marcelo Gallardo, más los delanteros Claudio López, Hernán Crespo, Ariel Ortega, Marcelo Delgado y Gustavo López. Los tres mayores fueron Sensini, Chamot y Simeone. En el predio universitario donde se alojó, la Selección disputó un amistoso contra un equipo de la Preparatoria Saint Bernard: los dirigidos por Passarella ganaron 12 a 0 con cinco goles de Crespo, tres de Delgado, dos de Gustavo López, uno de Ortega y otro de Simeone.

EL CAMINO A LA FINAL Y EL CAPITÁN BORRADO

Frente a más de 80 mil personas que colmaron una cancha que albergaría nueve partidos de fútbol (entre las ramas masculina y femenina) a lo largo de los Juegos Olímpicos, Argentina formó ante Estados Unidos con Bossio; Zanetti, Ayala, Sensini, Chamot; Simeone, Almeyda, Gustavo López; Ortega; Delgado y Crespo (entraron en el segundo tiempo Gallardo, el Piojo López y Paz). A pesar de haber comenzado con el pie izquierdo por el 1-0 de Claudio Reyna al minuto de juego, la Albiceleste dio vuelta la historia 3-1 con los tantos de Gustavo López, Crespo y Simeone.

En el segundo partido, 1-1 ante Portugal, Passarella ensayó dos cambios (Hugo Morales por López y el Piojo por Delgado) y Argentina estuvo arriba en buena parte del match por el tanto de Ortega en el primer tiempo, pero Nuno Gomes marcó la paridad definitiva al minuto 70 en el estadio RFK de Washington. En el tercer encuentro, frente a Túnez y con idéntico tanteador, el cuadro nacional volvió a estar en ventaja por el tempranero gol del Burrito, pero los africanos empataron a falta de un cuarto de hora para el final. Cavallero, Paz y Gustavo López por Bossio, Sensini y Hugo Morales fueron los únicos cambios en el once inicial.

Christian Bassedas, el "capitán borrado"
Christian Bassedas, el "capitán borrado" por Passarella

Ya en los cuartos, Argentina fue un festival de fútbol frente a la España dirigida por Javier Clemente que tenía en sus filas a nombres como los de Aitor Karanka, Gaizka Mendieta, Raúl González y Fernando Morientes, y defendía el oro olímpico por su conquista en Barcelona 1992. Fue paliza 4-0 por los tantos (todos en el complemento) de Crespo -2-, Aranzábal en contra y el Piojo López.

Respecto al armado táctico, el técnico sostuvo en el arco a Cavallero, le dio la titularidad a Mauricio Pineda (por Chamot) y sorprendió con la inclusión de Christian Bassedas por Simeone, que era capitán. Según cuentan las crónicas de la época, el Cholo estaba atravesando una complicada situación personal que no lo mantenía enfocado al 100%, motivo por el cual el cuerpo técnico compuesto además por el Tolo Américo Rubén Gallego y Alejandro Sabella decidió mandarlo al banco de suplentes.

En semis, para asegurar la medalla, otra vez aparecía Portugal, que venía de eliminar a Francia en tiempo extra en Miami. En el estadio Sanford de Atenas (Georgia), Argentina se impuso 2-0 por el doblete de Hernán Crespo. Otra vez Bassedas, que se apoderó de la cinta roja de capitán, estuvo desde el inicio en lugar de Simeone. Al talentoso mediocampista de Vélez Sársfield, que luego jugaría en el Newcastle de Inglaterra, le sobraba crédito a esa altura para formar parte de la lista de buena fe para el Mundial 98. Sin embargo, el flamante capitán fue borrado por Passarella.

Ariel Ortega fue una de
Ariel Ortega fue una de las figuras de la selección argentina en Atlanta 96 (Bongarts/Getty Images)

¿Qué pasó? Solamente tres futbolistas del total de 18 que estuvieron en los Juegos Atlanta 96 fueron recortados de la nómina de la Copa del Mundo del 98. Hugo Morales, víctima de un cáncer testicular descubierto a fines del 97 que recién le permitió volver a jugar oficialmente en mayo del 98; Gustavo López, quien perdió la pulseada con la Bruja Sergio Berti; y Bassedas, de quien dicen perdió un cupo por la obstinación de Passarella, que le había prometido al Chelo Delgado delante de sus compañeros que lo llevaría al Mundial pese a haber sido silbado por el público tras un Argentina-Perú por Eliminatorias. El Chelo fue, junto a Leonardo Astrada y los arqueros suplentes Germán Burgos y Cavallero, el único que no sumó minutos en Francia 98. Fue sexta opción entre delanteros como el Piojo López, Ortega, Batistuta, Crespo y Abel Balbo.

“Daniel quedó preso de sus palabras y por eso no pudo llevar a Bassedas al Mundial”, reveló una fuente confiable que conoció pormenores de esta historia. Bassedas, subcampeón de la Copa Confederaciones 95, ganó la medalla de oro en los Panamericanos de Mar del Plata 95, se colgó la plateada en Atlanta 96 y formó parte de la lista de la Copa América de Bolivia 97 con la Selección Mayor, vio la Copa de Francia 98 por televisión.

LA FINAL CONTRA NIGERIA, UN ERROR GARRAFAL Y LA MEDALLA DE PLATA

“Antes de la final, uno le tenía más respeto a Brasil. Entonces, cuando no tocó Brasil, es como que decís ‘bueno, este es más fácil’. Y no sé si era fácil. En definitiva, no fue más fácil”. La frase de Bassedas, luego de la derrota en la final contra Nigeria, reflejó el pensamiento visceral de toda Argentina.

Las "Súper Águilas" de Nigeria
Las "Súper Águilas" de Nigeria dieron el golpe en el 96: eliminaron a Brasil en semifinales y derrotaron a Argentina en la final de los Juegos Olímpicos de Atlanta

Es cierto, los africanos venían de dar el golpe en semifinales contra la Brasil dirigida por Mario Zagallo que contaba con nombres como Dida, Roberto Carlos, Bebeto, Rivaldo y Ronaldo. Las Súper Águilas habían dado vuelta un 3-1 en contra que duró hasta el minuto 78, lo empataron a los 90′ y lo ganaron con gol de oro del histórico Nwankwo Kanu. Para tomar dimensión de la proeza nigeriana, vale repasar que los brasileños se quedaron con la medalla de bronce al despachar 5-0 a Portugal. No obstante, Argentina llegaba como favorita a aquel sábado 3 de agosto de 1996 en el estadio Sanford de Atenas.

Rebosante de confianza, Passarella repitió el once de la semifinal: Cavallero; Zanetti, Ayala, Sensini, Chamot; Bassedas, Almeyda, Hugo Morales; Ortega; Claudio López y Crespo. En apenas un par de minutos, los sudamericanos sacaron ventaja con una fórmula de ataque invertida: desborde y centro de Crespo para la aparición de cabeza del Piojo, que celebró con su ya característico ademán del inflador. Sin embargo, los nigerianos respondieron antes de la media hora con Celestine Babayaro, que madrugó a Zanetti con un cabezazo a la salida de un tiro de esquina y dejó sin opciones a Cavallero.

En el complemento, Ortega vendió un penal que el árbitro italiano Pierluigi Collina compró y Crespo (máximo artillero del certamen con 6 gritos) no falló desde los 12 pasos. Pero cuando Argentina se aferraba al oro olímpico, Kanu anticipó a Sensini, peinó una pelota a la salida de un lateral largo que fue dirigido al área y Daniel Amokachi, tras la pifia de un compañero, ensayó un remate fortuito que dejó descolocado al arquero argentino.

La historia se conducía al tiempo suplementario, pero Zanetti bajó a un rival en el andarivel derecho y generó una infracción al último minuto. Casi con naturalidad, los defensores argentinos tiraron el achique antes de la ejecución en un intento de dejar en offside a los atacantes rivales, pero Sensini estaba demasiado retrasado en el área, demoró una fracción de segundo y permitió que Emmanuel Amunike otorgara el 3-2 al tanteador. El asistente Lencie Fred, con ojo de águila, acertó en su decisión y convalidó el tanto que subió a lo más alto del podio a los afriacanos.

Passarella desestimó que la medalla
Passarella desestimó que la medalla de plata en Atlanta 96 haya sido un "fracaso"

Al ser cuestionado por la actuación del equipo, Passarella estalló en conferencia: “Veo que las preguntas vienen todas con una tendencia derrotista, parece que hubiéramos robado cuando en realidad ganar una medalla de plata no es fácil a este nivel. Argentina no tuvo temor, jugó un muy buen partido. Nos superó un rival que a lo mejor jugó mejor, depende del punto de vista, en un partido que fue abierto. No jugábamos contra un equipo cualquiera, ellos habían eliminado a Brasil y juegan muy bien”.

Sobre la jugada que permitió el 3-2 del adversario, puntualizó: “Creo que era el momento justo y lo hicimos bien. Por lo menos la elección del momento para hacerlo fue justa y no hubo ninguna recriminación para con ellos porque hicieran la jugada del offside”. Instantes antes, Passarella había ingresado primero al vestuario argentino y se desplomó por el cansancio y la frustración sobre un banco. Recién se recompuso cuando escuchó que sus dirigidos se adentraban en el vestidor con la medalla plateada que no les duró demasiado colgada en el pecho. Allí los consoló, los arengó, los felicitó por su entrega.

El Kaiser tuvo una reflexión final frente al periodismo crítico: “Hay muchos equipos que se prepararon más tiempo que nosotros y ustedes no tienen en cuenta eso. España, Portugal, Italia, Brasil... Brasil gastó 5 millones de dólares para preparar al equipo y quedó atrás de Argentina. Le ganamos al campeón de los Juegos Olímpicos (España) y al campeón de Europa (Portugal). ¿Si la medalla de plata en el fútbol es un fracaso? Depende cómo. Acá, no. Absolutamente. Porque compiten los mejores equipos y no está dicho que Argentina sea el mejor”.

Guardar