La histórica paridad de género que se inauguró en el deporte, con la 33° edición de los Juegos Olímpicos que dio comienzo en París, rompe con los mitos de que las mujeres son menos deportistas que los hombres o que ni siquiera son tan buenas como para la calificación olímpica.
Salieron a competir 10.500 atletas, divididos exactamente en dos mitades, justo cuando nos acercamos a la cuarta parte de este primer siglo del nuevo milenio, y la transformación digital y la hiperconectividad erigen al deporte como el atractivo número uno en todo el planeta.
La gran novedad es que la mujer gana cada vez más presencia y notoriedad en actividades antes reservadas para hombres.
En los propios Juegos Olímpicos, que si bien nacieron en 1896 pero se originaron en el 776 a. C en el santuario de Olimpia, en honor a Zeus, a cuyo lado se sentaría el vencedor, no se concebía la participación femenina.
Con el correr de los años comenzaron a aparecer en las grillas, pero en proporciones ínfimas tanto en pistas como en la difusión de los eventos y de las historias de los atletas.
Pero desde 2021 algo cambia. UNESCO había relevado para entonces, por ejemplo, que sólo el 4 por ciento de las noticias vinculadas a deporte estaban relacionadas con mujeres o con deportes femeninos.
Ese porcentaje ya no sólo era limitado, teniendo en cuenta que cuatro de cada 10 participantes en las competencias son mujeres, sino que a menudo esa cobertura era degradante u objetivadora.
Sin embargo, una reciente actualización de ONU Mujeres indica que el tratamiento que da la prensa de los deportes femeninos se ha triplicado desde la pre-pandemia, después de haber permanecido estancada durante tres décadas en un exiguo 5 por ciento. En 2022 llegó al 16 por ciento y su proyección es arribar al 20 por ciento en 2025.
Pero al mismo tiempo, la presencia de los deportes femeninos en las redes sociales se incrementa desde 2022 a una tasa del 2,53 por ciento anual.
No se trata sólo de progresos estadísticos, sino que el creciente protagonismo femenino en el deporte se traduce en una simétrica tendencia a ganar influencia de género. Las aficionadas jóvenes ven a las deportistas profesionales como modelos inspiradores en cuanto al desarrollo de la autoestima, la confianza y la resiliencia. Al trabajo en equipo.
Cada vez más chicas practican algún deporte y, aunque no todas llegar a planos de notoriedad, el camino que recorren les sirve en su desarrollo personal y también laboral.
WINN (Women in Network), la red que agrupa a 5.000 mujeres periodistas de iberoamérica que presido, asumió el desafío de que seamos nosotras, desde el lugar que ocupamos en los medios, las que hagamos un esfuerzo para ir inculcando en los editores de trasladar al espacio informativo la paridad de género lograda en la cancha, e impulsar que la mujer deportista no sea estereotipada ni discriminada, porque la consecuencia sería desalentar la permanencia y el desarrollo de niñas y mujeres en el ámbito deportivo.
La guía de buenas prácticas para una cobertura igualitaria consta en una aplicación disponible para colegas que sacamos con ONU Mujeres y el Comité Olímpico Internacional, en oportunidad de los JJOO París 2024.
Es un aporte concreto en la dirección que pregonamos. La igualdad de oportunidades es una meta humana que trasciende los géneros.
Y el deporte, por su ascendiente en el desarrollo humano, es un potente vehículo para ganarnos la paridad como derecho.