El duelo por cuartos de final del hockey masculino en el que Alemania venció 3-2 a los Leones se destacó no solo por su intensidad, sino también por la peculiar historia de uno de sus protagonistas: Gonzalo Peillat. El defensor, que fue campeón olímpico con Argentina en Río de Janeiro 2016, jugó ocho años en el combinado nacional y se apuntó 176 goles, es actualmente una de las figuras destacadas del equipo europeo, tras renunciar al elenco de su país por un conflicto con la federación local y luego de obtener la nacionalidad alemana.
Esa particularidad se alimentó por el festejo desenfrenado en el gol que anotó en el triunfo teutón, luego de un córner corto (fue el 2-1 parcial). Primero, abrió sus brazos para recibir la felicitación de sus compañeros. Luego, lanzó un puñetazo hacia el aire. Las críticas hacia Peillat no tardaron en llegar. La red social X (anteriormente Twitter) estalló con opiniones fuertes, en la que lo trataron de “traidor”. Por ejemplo, el periodista Juan Martín Rinaldi firmó: “Muy dolorosa la imagen. ¿Contra el país en el que naciste? ¿El que te formó? ¿Con el que fuiste campeón olímpico?”.
Antes del partido, las cámaras ya se habían fijado en Peillat durante los himnos nacionales, capturando su notoria incomodidad. Para incrementar el morbo, es cuñado de Thomas Habif, jugador de los Leones. Pues bien, tras el revuelo generado, Peillat justificó su accionar en diálogo con TyC Sports.
“Argentina es un país bastante futbolero, creo que lo relacionan por ese lado. Se hubieran puesto del mismo lado cuando sabían que todas las cosas estaban mal y no lo hicieron; hoy la gente que está sentada en el sillón de la casa critica lo que uno obtuvo, ¿qué le voy a decir? Hagan lo mejor para el país y sigan para adelante. Cada uno es dueño de su vida y toma las decisiones que quiere, yo en el momento que representé a Argentina lo hice de la mejor manera, ganamos una medalla olímpica; creo que poca gente en argentina lo consiguió, y hoy que te digan lo que dicen me dejan pensar qué buenas decisión tomé al final del día”, atizó el fuego.
“El vínculo con el país es el mismo, no cambió para nada, voy siempre, y mis amigos y familia vive ahí. En cuanto a la vida no cambió nada, el tema son las diferencias en cuanto al deporte que en su momento se dijeron y dejaron a un lado. Uno tiene que tomar decisiones y yo la tomé; si no le gustó a la gente, es así”, remató.
Luego, en TV Pública, subió la apuesta: “Hay muchas cosas que las leo, pero qué sé yo. Hay que hacer mente fría: decir no importa y seguir para adelante. Cuando tomé la decisión supe que iba a haber un 50% de gente que le iba a gustar y un 50% que no, pero al final es mi vida. Al que le guste bien y al que no le guste sorry, como dijo Maradona: ‘Que la sigan chupando’”.
El deportista, de 31 años, también analizó lo sucedido dentro del campo de juego. “Con Argentina jugamos varias veces durante el año, creo que ya es una cosa más normal. Al principio sí pensé ‘uh, qué es esto’, pero se dio de esta manera. Argentina jugó bien, no hay que desmerecer lo que hicieron, fue un buen planteo. Nosotros con algunas decisiones no sé si estábamos relajados o qué, y después vino el final típico de Argentina que empuja, y eso a los europeos un poco les cuesta”, señaló.
Y aceptó que el corazón partido también involucró a sus seres queridos: “Estaba toda la familia, faltaba mi papá, que vendrá para el nacimiento de nuestra hija. Fue mitad de familia para un lado y mitad para el otro, son cosas que sabía desde un primer momento que iban a sería así”.