Walter Pérez recordó la controvertida estrategia para ganar la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Pekín: “No fue fácil ir para atrás con la camiseta argentina”

El ex ciclista reveló la táctica que implementó con Juan Curuchet para lograr una hazaña histórica en territorio asiático. “Teníamos que hacerlo para que no nos consideraran candidatos. Pienso en ese día todos los días”, reveló en diálogo con Infobae

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La dupla argentina con la medalla de oro en Pekín. Foto: Quinn Rooney/Getty Images

Si bien se van a cumplir 16 años de la hazaña que logró junto a Juan Curuchet en los Juegos Olímpicos de Beijing, Walter Pérez puede recordar a la perfección todo lo que hizo aquel 16 de agosto de 2008. Fue una jornada épica para el deporte argentino, dado que el binomio albiceleste se subió a lo más alto del podio y se adjudicó la medalla de oro por encima de potencias internacionales de la talla de España y Rusia.

Desde que sonó el despertador a las siete de la mañana hasta la noche en la que no se podía dormir, a causa de la euforia que le había provocado la consagración, el ex ciclista mantiene en su memoria “al pie de la letra” todas las emociones que atravesó cuando cumplió su sueño. “Pasó mucho tiempo y todavía no puedo encontrar palabras para expresar lo que sentí en el momento en que bajaron la bandera a cuadros”, reconoció en diálogo con Infobae antes de viajar a París, en la antesala de una nueva edición de la cita que reúne a los mejores deportistas del planeta. “No lo puedo resumir en una palabra, pero me pasaron un montón de cosas desde el aspecto mental y físico. Estaba eufórico, porque más allá de haber dado todo en la pista, parecía que habíamos sacado energía de donde no teníamos. Es algo que lo tengo muy presente. Todos los días pienso en ese día, porque fue cuando cumplí el máximo sueño que tuve en el deporte”, explicó.

A lo largo de la historia, la delegación argentina ha cosechado 21 preseas doradas. Y el bonaerense es consciente del privilegio que ocupa, al ser uno de los pocos que protagonizó el conmovedor episodio de llevar a la bandera nacional a lo más alto en su disciplina. “Es increíble. Hay muchas medallas que no sabemos dónde están, porque las ganaron deportistas que ya no están con vida, como los casos del polo. Probablemente las tendrán guardadas sus hijos o nietos, pero desconocemos su paradero. Por eso, yo uso la mía para incentivar a los jóvenes que van a competir en Francia”, subrayó.

Aquel souvenir metálico que se trajo de China tuvo una particularidad: apenas regresó al país, fue requerido por todos los medios de prensa y los fanáticos que siguieron su incursión por el territorio asiático a través de la pantalla chica. “Durante los primeros meses, todos los canales de televisión o los diarios me pedían que llevara la medalla para que le sacaran fotos, pero noté que se empezó a ensuciar la cinta y opté por no llevarla a ningún lado. Tenía que mentir, diciendo que la tenía guardada en la casa de mis padres para que no me la pidan más; pero siempre la tuve en el mismo lugar: con su cajita original, en un estante del living de casa”, reconoció con una cuota de nostalgia y orgullo.

Alguna vez, Luciano De Cecco le confesó a este medio que la medalla de bronce que logró en Tokio le sirve como amuleto y que la lleva a todos los compromisos que afronta con la Selección o los equipos italianos que representa en la Serie A1. Y una situación similar atraviesa el bonaerense surgido de Isidro Casanova. “La tengo que ver todos los días y saber que está ahí. Cuando me retiré y empecé a trabajar con los chicos de los Juegos Olímpicos de la Juventud, decidí compartirla con ellos para que la pudieran ver y sentir que es posible llegar a ese objetivo. Todos nuestros representantes tienen que saber que no es imposible lograr una medalla. Es como un imán, porque todos quieren tocarla. Hoy siento un gran orgullo poder mostrarla y compartirla con los jóvenes que tienen el mismo sueño que tuve yo”, subrayó.

Es de oro, “pero no tiene precio”. La Liebre advirtió que su presea es “invaluable”, porque detrás de ese reconocimiento está el esfuerzo, el sacrificio y la dedicación que le llevó años. “Es una muestra latente del sueño que pude lograr y me permite demostrarle a otras personas que se pueden lograr los objetivos”, insistió.

Los argentinos en lo más
Los argentinos en lo más alto del podio. La plata fue para los españoles Joan Llaneras y Antonio Tauler, mientras que el bronce se lo quedaron los rusos Mikhail Ignatyev y Alexei Markov Alexei. Foto: Tim De Waele/Getty Images

Naturalmente, para Walter Pérez fue un factor determinante establecer una estrategia sin presiones para cumplir su misión. “Fue complejo, porque no fue fácil ir para atrás con la camiseta argentina. Hicimos eso, porque nuestra intención era que no nos consideraran candidatos. Fue una táctica para llegar de la mejor manera y dar el batacazo”, sorprendió el ex ciclista.

Naturalmente, la controvertida planificación hubiera tenido una repercusión adversa si los resultados hubieran sido otros. “Hoy, con el diario del lunes, sabemos que es más fácil contarlo y quedó como una anécdota; porque si nos hubiera ido mal, no lo hubiésemos contado. Fue un proceso difícil, porque siempre que uno se sube a la bici le quiere ganar a todos. Es complicado alejarse de ese espíritu competitivo; pero era necesario por lo que nos había pasado en Atenas (2004), donde no la pasamos tan bien. Me acuerdo que tuvimos que hacer una recapitulación de nuestras carreras y por suerte se nos dio en Pekín”, argumentó.

Su vida tuvo un giro después de aquella hazaña. A pesar de mantener la humildad que lo caracteriza, modificó su perspectiva cuando dejó la actividad que lo llevó a la gloria. “En la vorágine de entrenar, competir y marcar objetivos, uno no se da cuenta de lo que ha hecho; pero cuando me retiré, miré para atrás y valoré mucho más el oro olímpico y el Mundial del 2004. Ahí le di la importancia que requería y ahora quiero ayudar a los demás a que puedan lograr lo que conseguí. Hoy me brindo al 100% para que los atletas puedan tener su desarrollo de la mejor manera”, confesó.

Con una trayectoria notable y presencia perfecta desde Atlanta (1996) hasta Londres (2012), el bonaerense aseguró que su admiración hacia el resto de los integrantes de la delegación nacional que viajó a Estados Unidos le generó un impacto para toda su vida. “Estaba fascinado con los nuestros y con el Dream Team del básquet, que pasé de verlos en la tele a comer al lado de ellos. Con los años aprendí a guardar cada recuerdo y en Tokio (2020) le pedí una foto a Djokovic, porque es otro deportista que genera un gran impacto en la comunidad”.

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El ex ciclista con la medalla que ganó en Beijing (Foto: Matias Arbotto)

En la actualidad se desempeña como Presidente de la Comisión de Atletas en el Comité Olímpico Argentino (COA). Y su experiencia el permite contribuir en el apoyo de los nuevos atletas que participarán en la capital francesa. “Hoy tenemos al Enard, que soluciona algunos aspectos que antes los deportistas no tenían. De todos modos, sabemos que falta trabajar un montón desde la cuestión económica. Antes, nosotros no sabíamos dónde íbamos a dormir, ni qué íbamos a comer cuando nos tocaba viajar por competencias y ahora eso está mucho más organizado. En muchos casos nos pasó que teníamos que armar esa logística, porque los fondos salían de nuestro bolsillo. En la actualidad, eso está un poco más aceitado. Sabemos que no está solucionado definitivamente, pero está más aceitado. La realidad es que nunca alcanza en el alto rendimiento, porque son actividades muy demandantes. Tampoco ayuda la situación económica que atraviesa el país desde los últimos años. Sinceramente, no sé cómo seguimos sacando atletas de primer nivel. Es una muestra de la pasión que tenemos los argentinos”, analizó.

En su rol de dirigente, también se refirió a las expectativas que habrá sobre la delegación albiceleste en la Ciudad de la Luz. “En estos Juegos Olímpicos, habrá algunos que puedan llegar al objetivo, pero está difícil. Yo soy muy optimista, aunque siempre remarco que es un gran triunfo haber logrado la clasificaron. Cuando nos reunimos en la mesa del Comité Olímpico se habló mucho de las medallas, pero yo prefiero mantener la tranquilidad. Sabemos que algunos deportes tienen más chances que otros, pero no hay que apresurarse. Creo que esta edición será especial, porque vamos con muchos deportes en equipo que pueden luchar por subirse al podio. Ojalá que la cosecha sea buena. Es un anhelo que tenemos. También habrá que prestarle atención a los jóvenes que puedan superar sus marcas personales, que les permitirá ganar confianza para el futuro. Hay que entender que la carrera no termina en París, porque también habrá campeonatos mundiales en los calendarios de las distintas disciplinas”.

Una de las máximas esperanzas estarán depositadas en el fútbol. El seleccionado que conformó Javier Mascherano cuenta con los campeones de la Copa América, Julián Álvarez, Nicolás Otamendi y Gerónimo Rulli, junto a un grupo de jóvenes Sub 23 que ya dieron varias muestras de talento. Sin embargo, el entrenador debió buscar alternativas ante las negaciones de los clubes europeos que no le permitieron a intérpretes de la talla del Dibu Martínez, Alejandro Garnacho o Valentín Carboni de participar de la cita olímpica. “Son casos muy puntuales que lamentamos que pasen. La FIFA no le da la importancia que requiere ese torneo, por que coincide con sus calendarios y se trata de un campeonato con mayoría de menores de 23 años. Creo que la postura del COI es modificar esa situación en un futuro, porque en la actualidad hay mucha dependencia de los clubes que tienen el pase de los jugadores. La verdad es que nos hubiera encantado que estuviese Messi, pero entendimos las dificultades que atravesó con sus compromisos en Estados Unidos. Igualmente, se formó un gran equipo y espero que la Selección pueda volver a ganar la medalla de oro”, concluyó. Los antecedentes en Atenas (bajo le mando de Marcelo Bielsa) y Beijing (con el conjunto a cargo de Sergio Batista) marcaron las máximas conquistas antes de la ausencia en Londres, el fracaso de Río de Janeiro y la decepción de Tokio.

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