Tres caídas y una goma pinchada: la cadena de contratiempos que sufrió una ciclista durante una prueba en los Juegos Olímpicos

En una jornada marcada por los problemas, Taylor Knibb luchó bajo la lluvia en París y finalizó en la 19ª posición en las contrarrelojes

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El infortunio se cebó con Taylor Knibb, que sufrió tres caídas en la contrarreloj

El sábado en París estuvo marcado por la lluvia, que obligó a posponer toda la jornada de tenis y generó complicaciones significativas en las contrarrelojes de ciclismo masculino y femenino. El pavimento mojado resultó ser un desafío para los ciclistas, quienes tuvieron que demostrar su destreza sobre la bicicleta.

Taylor Knibb tuvo una jornada marcada por la mala suerte. La estadounidense es una de las figuras de los Juegos Olímpicos de París, compitiendo tanto en ciclismo como en triatlón. Actualmente lidera el ranking de la Organización Profesional de Triatletas (PTO) y posee dos títulos mundiales de Ironman 70.3, lo que la convierte en una de las mejores triatletas del mundo. El año pasado se convirtió en ciclista profesional y ganó el campeonato contrarreloj de Estados Unidos, asegurando así su clasificación para París. No obstante, en la prueba olímpica todo le salió mal: sufrió tres caídas y un pinchazo, y cuando intentó cambiar de bicicleta tras la avería, el mecánico también resbaló y cayó. A pesar de todo, la estadounidense logró terminar la carrera en una modesta 19ª posición, a 3:25 de Brown. Resta ver si podrá recuperarse completamente para la prueba de triatlón que se disputará el próximo miércoles.

Remco Evenepoel y Grace Brown fueron los grandes vencedores, coronándose campeones olímpicos con actuaciones destacadas. Filippo Ganna y Wout van Aert completaron el podio masculino, mientras que Anna Henderson y Chloe Dygert hicieron lo propio en el femenino. Justamente, la estadounidense Dygert sufrió una caída, pero consiguió recuperarse para alcanzar el bronce.

La contrarreloj, frecuentemente denominada “crono”, es una modalidad clave dentro del ciclismo en carretera. En esta disciplina, los ciclistas o equipos realizan un trayecto determinado de manera separada, sin la compañía directa de sus competidores. Esta modalidad se considera la tercera gran familia de carreras, acompañada por las clásicas y las carreras por etapas.

La estadounidense Kristen Faulkner (EFE/Elvis
La estadounidense Kristen Faulkner (EFE/Elvis González)

Desde mediados de los años 1990, existe un campeonato del mundo dedicado a los especialistas en esta prueba. Los vencedores de las contrarrelojes suelen ser ciclistas conocidos como rodadores, también llamados contrarrelojistas o pasistas, quienes poseen las características físicas más adecuadas para este tipo de competencia.

La especialidad se subdivide en dos categorías principales: la contrarreloj individual (C.R.I) y la contrarreloj por equipos (C.R.E). Estos eventos pueden realizarse en cualquier tipo de trazado, aunque los más comunes son los llanos, sin subidas significativas. No obstante, existe la variedad de cronoescalada, que implica ascender un puerto de montaña, y también pueden realizarse en media montaña o incluso en descenso, aunque éstas son menos habituales.

En las pruebas por etapas, las contrarrelojes ocupan un lugar fundamental. En las vueltas cortas, generalmente de una semana de duración, suele incluirse una única crono, mientras que en las grandes vueltas de varias semanas, han variado entre dos y tres contrarrelojes en los últimos años. La Vuelta a España de 2004, por ejemplo, presentó hasta cuatro etapas contrarreloj.

Excluyendo las grandes vueltas y el campeonato del mundo, el Gran Premio de las Naciones era la contrarreloj más prestigiosa. El ciclista Jacques Anquetil se alzó con la victoria en esta prueba en nueve ocasiones, seguido por Bernard Hinault con cinco triunfos.

Durante las décadas de 1960 y 1970, existía una modalidad de contrarreloj en la que los ciclistas competían detrás de una motocicleta, que reducían significativamente la resistencia del aire, permitiéndoles alcanzar velocidades más altas. Además, los mejores rodadores suelen intentar el récord de la hora, una competencia que se lleva a cabo en velódromos.

En la era de los 1990, las contrarrelojes se han beneficiado considerablemente de los avances tecnológicos, con la incorporación de componentes especialmente diseñados como manillares o ruedas, así como modificaciones en las bicicletas para favorecer posturas más aerodinámicas. Estos avances han permitido a los ciclistas mejorar sus tiempos y desempeños en esta disciplina tan exigente.

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