En un encuentro cargado de tensión y dramatismo, el joven tenista francés Arthur Fils, de 20 años, logró conquistar el torneo de Hamburgo, adjudicándose el título más importante de su carrera y el segundo en su historial. Fils venció al alemán Alexander Zverev, primer favorito y vigente campeón, en un duelo que escaló considerablemente en intensidad a medida que avanzaba.
Alexander Zverev, de 27 años, ansiaba ganar su segundo título consecutivo en su tierra natal. Sin embargo, la final se convirtió en un espectáculo lleno de controversia y emoción. Durante el encuentro, ambos tenistas protagonizaron un altercado que requerió la intervención del árbitro para ser controlado.
Fils comenzó el partido llevándose el primer set, aunque Zverev contraatacó para igualar el marcador y empujar el duelo a un decisivo tercer set. Con el marcador empatado a 5-5 en ese set final, Fils realizó un saque por debajo del brazo, una táctica poco común que desató la bronca de Zverev y provocó abucheos por parte del público local. A pesar de que el saque fue incorrecto, el gesto de Fils aumentó la tensión en la pista.
La situación se deterioró cuando Zverev acusó a Fils de faltarle el respeto durante un cambio de lado. El francés, en lugar de dirigirse a su banco, se acercó hacia Zverev y se produjo un intercambio de palabras que obligó al árbitro, Timo Janzen, a intervenir. Janzen tuvo que descender de su silla para separar a los dos jugadores y obligar a Fils a regresar a su posición.
Los abucheos del público no cesaron y Fils, mostrando una actitud desafiante, señaló con el dedo su oreja y se encogió de hombros, lo cual exacerbó aún más a los seguidores de Zverev. A pesar de la hostilidad del ambiente, Fils se mantuvo concentrado y terminó ganando el tiebreak con un resultado de 6-3, 3-6, 7-6 (7-1), asegurando así su primer título ATP 500.
El altercado no terminó con el partido. Tras el punto final, Fils y Zverev apenas intercambiaron miradas al estrecharse las manos en la red. Zverev se mostró visiblemente molesto, murmurando enojado y discutiendo con el árbitro. Aunque cumplió con el protocolo de felicitar a su oponente, lo hizo de forma desganada y sin mirarlo a los ojos.
Fils expresó sus sentimientos tras el encuentro, admitiendo la dificultad del momento: “Creo que hice todo lo posible para ganar este partido. Tuve calambres en el 5-5 del tercero. Tengo calambres, intenté hacer saques por debajo del brazo porque no podía sacar”.
El partido, que fue intenso de principio a fin, pareció a tomar otro rumbo cuando un buen Zverev, aún alterado, participó en la ceremonia de premiación arrojándole un poco de champagne para a calmar los ánimos. Zverev roció a Fils con mientras ambos sonreían, y finalmente bromearon y se abrazaron, un gesto que fue aplaudido por el público presente.
La victoria de Fils en el torneo de Hamburgo no solo marcó un hito en su carrera, sino que también demostró su capacidad para enfrentar situaciones de alta tensión y audiencia hostil. El galo se sobrepuso al juego de su adversario y al ambiente encendido en la pista, mostrando una actitud desafiante que le valió tanto críticas como elogios. Por su parte, Zverev a pesar de la derrota, demostró su competitividad y pasión por el deporte, aunque no pudo ocultar su frustración ante las circunstancias que rodearon el encuentro.