Erguido, toma una flecha y se dispone a lanzar. Pocos segundos después, el arquero da en el blanco. Esta podría ser una escena de la batalla de Agincourt, que terminó con la victoria de las tropas francesas sobre las inglesas en el combate de los Cien Años, recreada en algún juego de computadora que disfrutaba un adolescente en la habitación de su hogar.
Hoy, una década después de aquellas partidas de PC en Mar del Plata, donde descubrió el tiro con arco, Damián Jajarabilla está a pocos días de convertirse en el tercer representante en la historia de su disciplina en participar de los Juegos Olímpicos. A 36 años de la primera y única vez que el deporte tuvo presencia argentina gracias a Ángel Bello y Claudio Pafundi en Seúl 1988, ahora será el turno para ese chico que creía que la arquería era parte de un “mundo fantástico”.
“Pensé que era todo un género fantástico de los libros, de las historias, de las películas. Y nada. Cuando les pregunté a mis papás, ellos me dijeron ‘Sí existe, se puede conseguir. Vamos a buscar’. O sea, yo ya había hecho algunos deportes, entonces estaba buscando alguno. Y nada. Dijeron ‘esto es un deporte. Vamos a ver qué onda’”, le contó Jajarabilla a Infobae en una pausa en su entrenamiento con el resto de los integrantes del equipo antes de partir a Barcelona para hacer la puesta a punto final de su preparación camino a París 2024.
Seguido de cerca por el bahiense Mauro De Mattia, técnico de la selección y que cumplirá el sueño de ser olímpico como entrenador, Damián no esconde nada de su personalidad. Detrás de sus gafas no puede ocultar su sorpresa por todo lo que se generó ahora que será parte del evento multideportivo más grande del mundo.
“Sé que va a ser como un giro rotundo de no ser olímpico a poder ser olímpico. Como no conozco a otros arqueros que hayan sido olímpicos de acá, entonces no sé cómo es vivirlo. Hemos hablado con otros deportistas y nos han contado que es una experiencia totalmente diferente. Bueno, después también está eso de que ahora podés poner en el currículum que sos olímpico”, expresó sobre el “sello” que tendrá para toda su vida.
El próximo jueves 25, en el día -1 para la organización de los Juegos (jornada previa a lo que será la ceremonia de apertura), Jajarabilla comenzará su actuación en la competencia individual que tendrá la definición por las medallas el 4 de agosto. La prueba se realizará en La Explanada de los Inválidos, uno de los tantos sitios icónicos que mostrará París al mundo.
Allí, este marplatense deberá disparar una serie de clasificación que constará de 72 fechas a un blanco de 70 metros. A partir de su resultado, afrontará el primer cruce eliminatorio del certamen que lo tiene en el puesto 62 del planeta. ¿Qué fue lo que lo sedujo de la disciplina mientras iba pasando el tiempo y que lo llevará al mayor escenario? Las sensaciones que le pasan por el cuerpo cuando tiene que prepararse para hacer volar la flecha.
“Lo que me fue conectando más fue como el hecho de todas las tensiones que te liberan. O sea, decir ‘Estás totalmente tensionado para tirar. Y cuando soltás la cuerda es como que un alivio tremendo´. Hasta escuchás los latidos del corazón. Empezás a sentir cómo empiezan a latir los ojos, las manos, el arco se empieza a mover al ritmo. Y cuando soltás, cambia todo”, expresó.
La vida de Jajarabilla cambió para siempre desde que sabe que competirá en los Juegos Olímpicos. De aquel joven que fantaseaba frente al monitor de una computadora mientras batía a sus rivales del otro bando con un arco y una flecha a éste, se modificaron muchas cosas. Lo que nunca creyó es que de ese mágico lugar donde pensó que existía su deporte, ahora lo catapultó a ser protagonista de su propio juego de la vida.
- Lo primero que te quiero preguntar es cómo estás viviendo este tiempo tan cerca de competir en tus primeros Juegos Olímpicos
- Con muchos nervios, la verdad. Cada vez más ansioso por el día que llegue. Como que ya empecé a contar los días. Al principio es como que dije ‘bueno, están los Juegos, ahí me irán avisando en qué momento tengo que hacer las cosas y tal’, pero cada vez que llega empezás a mirar todas las historias que suben otros deportistas. Todas las fotos que van subiendo, las competencias y es como que va subiendo todo.
- ¿Te genera mucha adrenalina eso? ¿Hacés un trabajo especial para mantenerte dentro de la cordura?
- Y sí, cuando hacemos, por ejemplo, los trabajos competitivos, por así decirlo, algunas evaluaciones sí, porque es como visualizar el momento en que estás compitiendo. Entonces ahí sí es como que te empieza a agarrar todo porque es un lugar totalmente desconocido. O sea, mucha gente alrededor que va a estar mirando. Entonces, es un ambiente totalmente nuevo. Cuando terminamos de tirar, hacemos un poco de meditación, visualizaciones, tratar de charlarlo con los chicos en algunas competencias que hayamos tenido y sacar lo bueno que hayamos hecho para tomarlo, tenerlo en cuenta.
- Me interesa mucho que la gente pueda conocer tu historia y para conocer tu historia, qué mejor que saber cómo surgió tu relación con el tiro con arco en Mar del Plata. ¿Qué te sedujo del deporte?
- A la disciplina llegué por juegos de computadora ; juegos tipo medievales, me encantaba todo eso. Todo lo fantástico, todo el género. Cuando vi el arco dije ‘uy, ¿qué es esto?’
- ¿Consola?
- No, computadora. Siempre fui de computadora.
- ¿Y cómo lo llevaste a la práctica después? ¿Cómo fue ese paso?
- O sea, me quedé prendido con eso. Fueron muchos días de estar jugando con eso y no saber qué era. No sabía que existía el arco en la realidad. Pensé que era todo un género fantástico de los libros, de las historias, de las películas. Y nada. Cuando les pregunté a mis papás, ellos me dijeron ‘sí existe, se puede conseguir. Vamos a buscar’ O sea, yo ya había hecho algunos deportes, entonces estaba buscando alguno. Dijeron ‘esto es un deporte, vamos a ver qué onda’.
- ¿A qué edad fue eso?
- A los 13, 14 años.
- ¿Cómo fue todo el proceso de aprender a usar un arco y a tirar?
- Y al principio fuimos a comprar uno directamente. Compramos el arco, las flechas, y empezamos a buscar alguna caja para tirarle en casa y nos sorprendimos de lo potente que era. O sea, si bien era un arco de escuelita, tenía 20 libras (más de 9 kilos), es con lo que se inicia y con lo que se enseña. Tiramos el primer disparo adentro de casa y fue una locura. Fue una cosa totalmente diferente a lo que pensábamos.
- ¿Que te conectó cuando pudiste practicar lo que habías visto en la compu?
- Y al principio fue más el hecho de lo que era, lo desafiante que era de estar a una distancia larga. En ese momento empezamos a 20, 25 metros y el hecho de decir ‘ok, estoy tirando, siento que hago lo mismo, pero va a cualquier lado del tiro. ¿Entonces, cómo puedo hacer para poder pegarle al amarillo?’ Y eso fue lo que me llamó la atención al principio. De lo desafiante que era. Es muy difícil. Y, después, lo que me fue conectando más fue como el hecho de todas las tensiones de las que te libera. O sea, decir ‘Ok, estoy tirando’. Estás totalmente tensionado para tirar. Y cuando soltás la cuerda es como que es un alivio tremendo.
- Como que lo sentís hasta en tu cuerpo.
- Sí, sí. O sea, es por ahí hasta escuchar los latidos del corazón. Empezás a sentir cómo empiezan a latir los ojos, las manos, el arco se empieza a mover al ritmo. Y cuando soltás, cambia todo.
- ¿Y qué hay después de ese lanzamiento?
- Y, es muy complicado, porque cuando sentís un lindo tiro no te pasa en todos los tiros. Es muy difícil conseguirlo y por ahí estás meses sin sentir un tiro que digas ‘uf, qué lindo estar tirando’. Entonces es como que eso es lo que buscamos generalmente. La parte más espiritual, por así decirlo, y es muy hermosa. Es como que decir ‘oh, qué lindo eso, que sensación tan linda, que todo sale bien, todo conecta, todo fluye’.
- ¿Cómo fue ese tiempo en el que imagino que vos, junto con tu familia, te fuiste dando cuenta de que eras bueno y tenías que seguir mejorando?
- La verdad que fue todo muy rápido. Tenemos como una costumbre de que vos te asociás a un club y a los dos meses que te conseguís tu arco ya te podés federar y podés tirar en un torneo. Entonces empezás a competir muy rápido. En el primer año ya estás compitiendo nacionalmente. A mí se me dio que a los seis meses ya fui al Nacional y tuve medalla. Tuve medalla de plata en el Nacional de sala. Y después, a los seis meses, que era la temporada de aire libre, también conseguí una medalla nacional y fue como una locura. Yo me lo tomé como algo normal, como diciendo ‘ok, es más o menos lo que se tiene que hacer’. Ya no me sentía como que tenía buen nivel, pero a los dos años entré a la Selección Nacional juvenil y también nos hacían participar en competencias de mayores. Entonces, ahí me di cuenta de que podía seguir con este deporte, decir, ‘hasta puedo vivir de esto por ahí. Sería el objetivo’. Pero al ser tan temprano, o sea, conseguirlo a una tan temprana edad, no tomé conciencia de lo que era una competencia tan grande. Por ahí fui a los Juegos Panamericanos y me lo tomaba como si fuese un torneo normal de acá. Como que no sentía esa presión de decir ‘estoy en unos Juegos Panamericanos’.
- ¿Cómo fuiste comprendiendo esa situación de que ya te habías transformado en un arquero de la Selección Argentina?
- Yo creo que cuando empecé a entrar al CeNARD, que antes, no sabíamos que existía la posibilidad de poder entrenar acá, de poder vivir acá. Y cuando empezamos a venir, que fue el año pasado recién, nos empezamos a dar cuenta de lo que era más una vida de deportista, más que como arquero. Cuando vinimos acá dijimos ‘ok, es diferente, todos hacen algo muy parecido y todos tienen el mismo objetivo’. Y ahí nos dijimos, nos dimos cuenta que estamos rodeados de muchos deportistas que van por el mismo camino. Y ahí empezamos a darnos cuenta.
- ¿Te fue muy difícil comprender esa situación de convertirte en alguien profesional del alto rendimiento?
- Y sí, sí, hay veces en que lo pienso y es como chocante, porque es un cambio totalmente diferente. Es muy grande el cambio cuando estás, hacés tu deporte y lo tomás más social o más competitivo, pero dentro de tu deporte. Pero cuando te das cuenta que ya no estás solamente por ahí en Argentina, sino que estás con otros deportistas de todo el mundo y van todos a ganar o son muy poquitos los que llegan ahí. Entonces ahí decís ‘uf’. Te llega esa presión de decir ‘uy, no estoy tirando solamente para mí, estoy tirando para todo el país’.
- ¿Con qué expectativas llegabas al Panamericano, el certamen que definía si ibas a clasificar o no a lo Juegos Olímpicos?
- Yo iba con la mentalidad de decir ‘ok, estoy seguro de que voy a conseguir el cupo. Puede ser ahora, puede ser en el repechaje, pero estaba seguro de que iba a conseguirlo’. O sea, fui con esa mentalidad y después, mientras más cerca estaba de la competencia, sí empezaba a dudar más, porque también como fue más a principio de año, no habían muchas competencias y todos empezaron a tirar más cerca del Clasificatorio y como nosotros no estábamos yendo a competir, era ver a otros compitiendo y como que empezaban a subir el nivel. Ya cuando llegamos, ya sabíamos los arqueros que eran los favoritos y eran muy fuertes. Podía llegar porque en este último momento también se me dio que subí el nivel y entonces ahí me sentí más seguro también para conseguirlo.
- Termina el evento y en la semifinal perdés contra el representante de Aruba por una flecha. ¿Qué pasó después? Porque sabías que podías esperar y podrías tener alguna ventaja de que se abriera un cupo más. ¿Cómo viviste todo ese momento?
- Estábamos con mucha duda, porque no se sabía si era, si era como que sí o sí el cupo que se iba a liberar y va a quedar en América. Entonces estábamos en la duda algunos. Había muchos comentarios de que sí, de que no. Muchos arqueros me venían a hablar de que era muy probable que tuviera el cupo, pero dijimos ‘vamos a mantenernos con la cabeza fría, vamos a concentrarnos en la competencia y veremos qué pas’. Entonces había muy pocas posibilidades de que el cupo quedara acá, más que nada porque los que tenían cupo, que podían liberarlo, lo habían ganado en el Mundial y se iba a pedir para el repechaje. Entonces, ponele que de 12 o 13 equipos que competían por el cupo había dos o tres que podían conseguirlo y que el cupo quedara para acá, para América... Y uno de esos era Colombia. Y bueno, se terminó dando.
- Quiero que me cuentes tu sensación después de haber quedado a una flecha inicialmente de la plaza y cuando te confirman que el cupo olímpico era tuyo
- Y al principio fue como bueno, listo, ya está, no puedo hacer más nada, es lo que resultó y listo. Me puse en el modo de decir ‘bueno, me concentro para la próxima competencia’. Y como te decía que estaba seguro de que lo iba a conseguir, no me desilusioné, no me frustré ni nada. Me propuse: ‘Ahora tengo otra eliminatoria, así que tengo que ir y ganar y ya está'. Y después, cuando me dijeron que sí tenía el cupo, ahí si fue un alivio de decir ‘guau, al fin, al fin lo pudimos conseguir’, porque no era un objetivo tan personal, sino era de todos, de todo el equipo, de que había muchos que ya habían participado, se habían quedado ahí, muy cerca de conseguirlo. Tanto Florencia (Leithold) como Nacho (Escalante) como otros arqueros, que habían estado ahí a las puertas. Entonces era como que algo que veníamos arrastrando todos como equipo y fue como un alivio tremendo.
- Imagino la repercusión del tiro con arco argentino. Mensajes por Whatsapp, redes sociales...
- Fue un cambio muy grande. Pues fueron muchas felicitaciones que me sorprendieron. De que era algo que todos soñaban y todos se alegraron mucho de que no solamente lo haya conseguido yo, como que fue un logro para el país. O sea, es la primera vez que alguien puede clasificar, si bien han participado, fue por invitación y ahora fue una clasificación. Entonces es muy diferente.
- Contame la recepción de tu familia, de tu gente en Mar del Plata.
- Fue más personal. No tanto por teléfono, porque es cuando yo salgo de las competencias y es como que anulo todos los mensajes. No le contesto absolutamente a nadie. Me concentro en eso y ya está. No quiero que me hable nadie de afuera que no sea que no esté ahí. Entonces, cuando llegué, fue todo sorpresa. Mis hermanas habían preparado unas pancartas, carteles, ropa que hizo mi hermana. Estuvo haciendo las gorras y todo. Fue una locura. Estuvo muy lindo. Fueron mis primos. Fue un primo que también tiene los hijos que son deportistas y él hizo mucho deporte, entonces se emocionó mucho y eso también me emocionó.
- Vas a vivir una experiencia que seguramente te va a volar la cabeza. Estar en los Juegos Olímpicos. Pero más allá de lo competitivo, los Juegos Olímpicos son un movimiento social, cultural. ¿Qué esperás vivir en París?
- La verdad es que no sé cómo va a ser. O sea, tuve muchos comentarios que supuestamente iban a ser como los mejores Juegos de la historia, de toda la preparación que están haciendo. Entonces eso como que me pone nervioso.
- Claro, por la pandemia en Tokio fueron sin público y casi cerrados.
- Entonces, va a ser supuestamente muy diferente. No sé, estoy tratando de enfocarme en lo mío, en la competencia, no sé, juntarme con las personas que ya conozco y que pase lo que pase.
- ¿Qué valor, pensás, que va a tener para tu futuro en el deporte competir en París?
- Sé que va a ser como un giro rotundo de ya no ser olímpico a poder ser olímpico. Como no conozco a otros arqueros que hayan sido olímpicos de acá, entonces no sé cómo es vivirlo. Hemos hablado con otros deportistas y nos han contado que sí, que es una experiencia totalmente diferente. También está eso que hicieron nuevo de que en el currículum podés poner “soy olímpico”.
- Eso también es un sello que te queda para siempre.
- Sí, sí, va a quedar ahí. Es como decir ‘uy, soy uno de los pocos deportistas que van a los Juegos acá en el país. O sea, estoy como dentro de los más de 100 que clasificaron. Es un cambio muy grande.
Fotos y video: Gastón Taylor
Edición: Leonardo Larrea