Otra vez la selección argentina se consagró campeona de la Copa América. Después de los títulos obtenidos en la edición de Brasil 2021, la Finalísima ante Italia y el Mundial de Qatar 2022, el equipo liderado por Lionel Scaloni levantó otro trofeo para llevar a sus ricas vitrinas.
En una postal que es recurrente con este equipo que comanda futbolísticamente Lionel Messi, en cada festejo, el Obelisco porteño albergó a todos los hinchas argentinos que se acercaron desde todos lados, para celebrar todos un poco más juntos y gritar solo por Argentina, por un nuevo título.
A la fría noche que invadió a la Ciudad de Buenos Aires, se sumó lo tarde que terminó el partido debido a la demora del inicio por los graves incidentes ocurridos en la previa de la final. Debido a que la organización cerró los accesos, se vivieron imágenes dramáticas de hinchas de todas las edades, desmayados, apretados, esperando por poder entrar. Sin embargo, nada impidió que cada simpatizante vestido con algo celeste y blanco llegara a la intersección de la avenida Corrientes y Nueve de Julio a exteriorizar su alegría.
De a poco fueron llegando todos y desde cada punto del Área Metropolitana de Buenos Aires. Autos, colectivos, a pie, todo fue válido para estar allí y festejar hasta cuando sea. No había sido fácil el encuentro ante los colombianos pero eso ya no importaba y todo poco a poco se fue tiñendo de celeste y blanco.
El desarrollo del encuentro no fue fácil para la Selección. Colombia se paró de frente a la Argentina y planteó un partido áspero, luchado y con un trámite muy parejo. En los noventa minutos hubo chances para los dos, claras muy pocas, pero algunas más para la albiceleste, y más, después del ingreso de Nicolás González por Lionel Messi. Un Messi que descalzó se sentó en el banco de suplentes y lloró desconsoladamente. Nunca había abandonado al equipo en una final, pero su tobillo se lo impidió debido a una fuerte torcedura.
La salida del capitán, del líder del equipo, sin embargo, no opacó el trabajo de la albiceleste. A partir de allí, bajo la capa conductora de Ángel Di María en su último partido con la celeste y blanca, el conjunto nacional se reacomodó, luchó y jugó. Después llegaron más cambios y algo de aire fresco renovó las esperanzas por lograr un nuevo título.
Cuando los penales estaban a la vuelta de la esquina, fueron los tres ingresados en el alargue Leandro Paredes, Giovani Lo Celso y Lautaro Martínez, los que se unieron y armaron el gol del triunfo. Robó el ex Boca, toque de primera del ex Central y definición precisa del “Toro” para salir gritando y festejar por el gol cuando faltaban pocos minutos.
A partir de allí hubo que aguantar la embestida del equipo colombiana dirigido por el argentino Néstor Lorenzo. Surgieron las figuras del “Cuti” Romero, “Licha” Martínez y el “Dibu” y de todos con sus últimos alientos para construir un muro inquebrantable para los Borré, los Borja, los Quintero que intentaron pero en vano poder llegar al empate.
El pitazo final del árbitro brasileño desató los festejos de todos los argentinos en el Hard Rock de Miami y en la Argentina y no solo en el Obelisco. La gente se reunió a pesar de todo en el Monumento a la Bandera de Rosario, la costa de Mar del Plata, el centro de Córdoba y en toda ciudad o pueblo de norte a sur. Otra vez Leo levantó la copa, esta vez “ayudado” por Nicolás Otamendi y Di María, y todos levantaron sus brazos. El esfuerzo estaba realizado, un nuevo título ya era una realidad.