Allá arriba, en el olimpo, permanecen indeleblres Diego Armando Maradona y Lionel Andrés Messi. Los indiscutidos acá y en el mundo. Entre los que los siguen hay varios. El hincha argentino genérico y moderno, emoción mediante, pondrá ahí cerquita de los próceres a un ángel de la guarda. Fideo ya no jugará más en la Selección. Ángel Di María le dijo adiós al seleccionado. Se retiró campeón, siendo titular y capitán durante un pasaje de su partido final en la final de la Copa América de Estados Unidos 2024. Había debutado dieciséis años atrás, el 6 de septiembre de 2008, en un duelo por Eliminatorias contra Paraguay en el estadio Monumental. Ya había ganado la medalla olímpica en Beijing. Jugaba con Mascherano, Riquelme, Tevez, Demichelis, Zanetti. Jugaba con Messi.
Jugó Messi también en su último partido. Fueron 144 partidos en total con la camiseta celeste y blanca, con 31 goles, con una influencia notable en los torneos y sobre todo en los juegos que dan por terminado a los torneos. Le dijo y lo sostuvo antes y a lo largo de su última competencia: aunque le insistan, habrá sido el último. Lo hace para darle paso a las nuevas generaciones, para que fluya la renovación, para darle un cierre épico a su paso por la selección argentina. El cierre es redondo.
Fue titular con la 11 que ya lleva su sello. Hasta sus hijas, Mía y Pía, participaron a modo de homenaje de su última vez en un torneo de selecciones: fueron quienes le entregaron la pelota del partido al árbitro brasileño Raphael Claus. Antes de que las niñas se retiraran de la cancha, apareció el padre para despedirlas con un emotivo abrazo. Y en su último partido no repitió goles como lo hizo en viejas definiciones: el hombre de los goles importantes ya habían intervenido en el marcador en las finales de los Juegos Olímpicos de Beijing 2008, en la Copa América de 2021, en la Finalissima de 2022 y en el Mundial de Qatar de 2022. Di María aparece en las fotos de esos títulos, en la memoria de los hinchas y en las páginas doradas: es el único futbolista argentino en haber marcado en cuatro finales. Los goles en finales de clubes -trece en total con apariciones en el Real Madrid, en el Benfica y en el PSG- se miden en otras tablas.
A los 65 minutos, Lionel Messi, el otro zurdo, el otro rosarino, el otro sobreviviente de las malas, el otro histórico de la selección, se lesionó. Tuvo que salir. Le dejó la cinta a él. Y cuando Lionel Scaloni tuvo que meter tres cambios juntos, eligió mantenerlo en cancha, cuando tal vez en otra oportunidad habría sido reemplazado. Pero si Argentina no está preparada para verlo a Messi lesionado y en el banco, menos para que la Selección no tenga en la cancha a él ni a Di María. Lautaro Martínez metió el gol definitivo cuando faltaban nueve minutos para el final del alargue. El sexto cambio sí fue el suyo. Scaloni guardó la sustitución para el baño de la gente, el clamor popular. A los 116 minutos, el estadio se levantó para despedirlo y decirle gracias. Él se sacó la cinta de capitán. Levantó los brazos. Lisandro Martínez corrió para abrazarlo. Saludó las cuatro caras de la cancha, desde donde bajaban canciones en su honor. Hasta los colombianos se rindieron ante su leyenda. Con el llanto en el rostro, salió. Le dio la cinta a otro amigo, otro sobreviviente, Nicolás Otamendi.
Saludó uno por uno en el banco, entre jugadores y cuerpo técnico. Los abrazos sentidos se multiplicaron. Para él ya estaba. Había cumplido su misión y había respetado su idea insignia: irse así, irse bien, por la puerta grande. Ya campeón, Scaloni lo alzó, lo mimó, lo abrazó, charlaron. A la 1:40 de la mañana en Argentina, casi cuatro horas después del que debería haber sido el comienzo del partido, Messi lo invitó a levantar la Copa América junto a Nicolás Otamendi, los tres que asumieron la cinta de capitán en la final contra Colombia. Repitieron el pasito de Qatar antes de alzar el trofeo y de ofrenderlo a sus compañeros y al público.
Ante el micrófono, minutos antes había dado ya sus últimas palabras con la camiseta argentina: “Estaba escrito, era de esta manera. Lo soñé, por eso dije que era mi último partido, mi última Copa América, soñé que la ganaba, que me retiraba de esta manera. tengo tantas emociones hermosas en el cuerpo”, dijo en diálogo con TyC Sports. “Como les dije anoche a los chicos, estoy tan agradecido a esta generación. Me dio todo. Me hizo lograr lo que tanto busqué y hoy me voy de esta manera, ¿qué mejor así?”, dijo.
Ganó cuatro finales consecutivas Ángel Di María. Pero también hubo tres consecutivas que perdió. “Parece fácil pero es muy difícil -constató-. Lo sé porque estuve del otro lado. Estuve durante diez, once años luchando. No es fácil llegar a las finales y ganarles. Se lo dije a los chicos de la anterior camada, porque lo merecían también. Me hubiese gustado ganar una con ellos. Pero seguí insistiendo, seguí peleándola, estos chicos me dieron todo”, firmó. Y en relación a Messi, reveló que no estaban contentos -él y el grupo- porque tuvo que salir de esa manera. “Por fin hoy pudimos ganar nosotros por él”.
Con las familias dentro el campo, la fiesta en las tribunas y la gloria en proceso de asimilación, Di María, junto a su esposa Jorgelina Cardoso, recibió una nueva ovación de los argentinos que seguían en el Hard Rock Stadium. Le cantaron “muchas gracias Fideo” y “Fideo no se va”, más por un mimo que por un pedido real de que se quede.