Argentina es un equipo de época. La mejor Selección del mundo hace un par de años. Un ciclo inigualable por sus resultados, por su juego, por su hambre. Porque sus mejores partidos son en las finales para ser campeón. No hay nada más difícil que ganar después de ganar. Y este equipo se transformó en una máquina de dar vueltas olímpicas. Con Messi en el mejor Mundial de su vida o llorando afuera con el tobillo explotado tipo Maradona en el 90, porque siempre tiene que estar él de algún modo. Con Di María retirándose tal cual lo soñó, ovacionado por todo el estadio, como corresponde con un crack que enmudeció a los críticos descalificadores. Con Lautaro Martínez, el que padeció por su tobillo en Qatar, ahora en su rol de goleador como Batistuta del 91 o el ya consolidado del 93. Le definió a la cabeza al arquero rival para desatar el grito de un país que es hincha de la Selección. Con Dibu Martínez transformado en el arquero top de la Copa, el futbolista más determinante, una mezcla de Fillol en los 90 minutos y Goyco en los penales. Parece que deberá hacer historia en el Aston Villa aunque tenga nivel de Real Madrid. Con Cuti Romero definitivamente como el mejor 2 del mundo, jugándose la vida en cada cierre con ese otro carnicero que es Lisandro Martínez. Con Tagliafico jugando un gran sexto partido. Con De Paul dejando el corazón. Con Scaloni armando un equipazo que puede manejar con una mirada, dos señas o tres cambios. Puso juntos a Paredes, Lo Celso y Lautaro... Con un plantel que tiene más jugadores que todos. Que quiere ganar por ellos, por sus referentes, por su gente. Este equipo se subió al micro descapotable y no se quiere bajar nunca más.
Dibu Martínez; Montiel o Molina, Cuti Romero, Lisandro Martínez u Otamendi, Tagliafico; De Paul, Enzo Fernández, Mac Allister; Messi, Di María, Julián Alvarez. El equipo se sabe más allá de ajustes puntuales por el nivel propio o las fortalezas del rival. Pero atrás hay un plantel extraordinario. Scaloni confió tanto en él que hizo que sus jugadores hicieran lo mismo. En esta noche consagratoria con Colombia oxigenó el mediocampo cuando todavía parecían tener resto Enzo Fernández y Mac Allister, los dos de gran nivel en el corte y el pase al compañero. Pero hace tiempo que siempre gana el DT: el gol fue un corte genial de Paredes, una asistencia deliciosa de Lo Celso y la definición de Lautaro... Uno de sus jugadores preferidos, Nico González, también ingresó bien por Messi. Antes había hecho un ajuste para controlar un partido que había arrancado difícil. James Rodríguez, el mejor jugador de campo de la Copa, recibía libre en zonas intermedias. Entonces, reacomodó con un 4-4-2. Cambió de derecha a izquierda a Di María, que fue contra el lateral derecho. Así, cubrió ese sector del 10 colombiano con Enzo y Alexis. No le quedó tan ancha la cancha a Fernández ni tenía que ir tan afuera Mac Allister. Después de ese inicio en que el equipo de Lorenzo fue mejor, desde el segundo tiempo Argentina superó a Colombia. Lo mismo en todo el alargue. El rival también pondera el valor del triunfo, porque había sido el más sólido de la competencia. Richard Ríos, el volante del Palmeiras, fue uno de los mejores de la Copa. Daniel Muñoz, suspendido por su roja irresponsable con Uruguay, defiende y ataca. Es un equipo con gran juego aéreo... Con un bonus track: se superó con carácter el golpe emocional que podía generar en la instancia decisiva ver afuera de la cancha y desconsolado a Messi. El capitán consiguió grandes guardaespaldas.
No es fácil ser campeón del mundo. No es tampoco un camino sencillo ser campeón de América. Brasil 2019 fue la piedra fundacional del grupo. No se ganó, no se logró un alto nivel de juego, aunque sirvió para respaldar al nuevo plantel y al entrenador. La foto de Messi, Scaloni y el presidente Tapia puede tener aún más valor aún que la bendición cuando se dio la vuelta olímpica dos años después. Esa Copa América del 2021 es un capítulo fundamental en esta hermosa película que ojalá nunca termine. Se venía de 28 años sin ganar, desde la época de Coco Basile DT y Ruggeri capitán. Esa abstinencia hizo que tuviera valor de Mundial. Aunque fue aún más determinante para Messi, Di María, Otamendi y el Kun. Ellos por fin pudieron romper la pared, destruir el mote injusto de perdedores, pasar por fin a ser simpáticos. Dejaron de ser el feo Club de Amigos para ser la querida Bandita. Después de las finales de 2014, 2015 y 2016, eran la Selección con más presión del mundo. El click de esa Copa la convirtió en la Selección con más confianza del mundo. Antes sabían que algo iba a pasar e iban a salir tristes en la última foto. Un partido que se perdía aunque se jugó mejor (Alemania); un penal que no te daban (Neuer a Pipita); una jugada que tenía que terminar en gol (ataque Messi, Lavezzi, Higuaín en Chile); una final en la que eras mejor y después renunciaba el capitán (Messi en Estados Unidos). Al ganar, ya con un recambio generacional, les sacaron la sábana a los fantasmas. Se valoraron aquellas noches tristes. Por eso fue icónica la foto de anoche con Messi levantando la Copa con Di María y Otamendi. Como tantas veces dijeron ellos, el festejo fue también para los que no pudieron ganar. Aunque hoy muchos prefieren olvidarlos, Leo siempre recuerda a Mascherano, Higuaín, Agüero, Chiquito Romero, Biglia, Lavezzi, Rodrigo Palacio, Sabella... Es tan agradecido este grupo que apenas salieron campeones llevaron en andas a Marito De Stéfano, el noble utilero que tantas lágrimas les secó.
Es un ciclo para guardar. El campeón del mundo del 78 tenía futbolistas que están en la mejor Selección de todos los tiempos. De atrás para adelante, Fillol, Passarella, Tarantini, Kempes, Alonso, Houseman, Bertoni. Aunque no pudieron mantenerse en España 82 pese a ser el mismo plantel con refuerzos de cracks como Maradona y Ramón Díaz. Los héroes del 86 tuvieron también un camino tremendo en México, con Italia en fase de grupos, después con Uruguay, Inglaterra y Alemania en la final. Les ganaron a campeones del mundo sin necesidad de llegar a penales y con el mejor gol de la historia. Pumpido; Ruggeri, Brown, Cuciuffo; Giusti, Batista, Olarticoechea, Burruchaga, Enrique; Maradona; y Valdano serán póster eterno. Después, Bilardo las tiraba las Copa América. Sus propios jugadores cuentan que era otro tipo de competencia y no le daba tanto valor. Su repetición valiosa fue jugar la final de Italia 90, aun con varios soldados heridos. El mejor partido fue con Italia, con un Caniggia que volaba y que increíblemente no jugó el último partido por una segunda amarilla. Ahora esta Selección, sin menottistas ni bilardistas, se sostiene de un modo descomunal en el tiempo. Campeón mundial y bicampeón de América, con la chance de jugar el año que viene la Finalíssima contra España, el de juego más descollante en la Eurocopa. Todo de la mano de Messi, un capitán que quiere ganar hasta en un picado con sus hijos. Esta vez no desparramó rivales como en Qatar, el Mundial más completo de los 5 que jugó, pero otra vez se ajustó la cinta hasta cuando la pierna no le respondía al 100 por ciento. Que a los 37 años, con 8 Balones de Oro, 1 Copa del Mundo y 4 Champions, Messi se ponga a llorar porque el tobillo no le da más y tiene que dejar a la Selección, define su espíritu. Leo es el gran capitán de esta Selección de época.