Así como muchos ponderaron el trabajo de Marcelo Bielsa con la selección uruguaya tras la clasificación en tanda de penales contra Brasil, sus principales detractores le saltaron a la yugular luego de la eliminación en semifinales frente a Colombia. El Loco, que desde siempre generó amores y odios en el mundo del fútbol, sostiene entre sus propios mandamientos de vida una reflexión que había hecho pública hace más de 20 años en una entrevista televisiva.
“¿Fama, dinero o un campeonato, qué le interesa más?”, fue la pregunta del periodista Fernando Niembro que antecedió a la definición cruda de Bielsa: “Me interesa más la emoción fuerte que me produce un campeonato. Yo trabajo de esto porque me produce emociones fuertísimas. El dinero no es un episodio significativo que me vincule al fútbol, siempre quiero ganar más y defiendo mis contratos, pero no estoy en esto por el dinero. La fama, al ratito que uno la tiene, se da cuenta que no vale la pena. Y lo que sí me interesa es la gloria, la emoción fuerte. Eso me genera una sensación que no la encuentro en otro lado”.
Pasaron varios años desde esa nota que se llevó a cabo durante su gestión en Vélez Sársfield en la temporada 1997/1998, pero los ideales de Bielsa no se modificaron. Esquivo a las cámaras, motivo por el cual siempre fue cuestionado y apuntado por buena parte de la prensa, se exhibió vergonzante frente a cada muestra pública de afecto o reconocimientos por su trabajo. Muchos otros sacaron a relucir su millonario contrato con la federación uruguaya en el momento en que el Loco debatió con un periodista en una conferencia sobre las maldades dentro del sistema al que pertenece, pasando por alto que hace un tiempo tuvo el arrojo de donar alrededor de 4 millones de dólares a Newell’s para que construyera un hotel de concentración en su predio de entrenamiento.
Los más acérrimos “contras” borrarán como si nada fuese de su palmarés los títulos que obtuvo (Campeonato 90/91 y Clausura 92 con Newell’s, Clausura 98 con Vélez, ascenso con Leeds United en 2020, Torneo Preolímpico 2004 y medalla de oro en los Juegos Olímpicos de 2004 con la selección argentina) para remarcar el fracaso en la Copa del Mundo 2002, la final de Copa América perdida con Brasil en 2004, la final de Copa Libertadores perdida con el mejor San Pablo de la historia en 1992 y las de Europa League y Copa del Rey en Athletic Bilbao frente al Barcelona de Guardiola y el Atlético Madrid de Simeone, respectivamente.
“El argentino es un hombre para el que el éxito es felicidad. Acá son sinónimos y eso a todos nos termina devorando”, fue otro de los axiomas que compartió Bielsa en aquel programa.
El éxito en la dilatada carrera de Bielsa como entrenador no fue premiado con trofeos. En Newell’s es uno de los máximos ídolos y llevó al equipo al reconocimiento internacional por su periplo en la Libertadores 92. En Vélez fue líder de una inversión a nivel infraestructura que convirtió al Fortín en una de las mejores instituciones argentinas, además de convencer a un plantel repleto de estrellas que habían ganado todo de cambiar los métodos para llegar a la victoria. Con la selección argentina arrasó durante las Eliminatorias 2002 y dirigió a uno de los equipos más vistosos que se recuerden. En Bilbao y Marsella dejó huellas imborrables a pesar de las marcadas idiosincrasias de uno y otro. Y ni que hablar en Leeds United, al que sacó de las oscuras profundidades del fútbol inglés para devolverlo a sus tiempos de gloria. En Chile es considerado casi un prócer por sus labores camino al Mundial de 2010, con el que aseguran que cambió sustancialmente la mentalidad de los jugadores y fanáticos para conseguir los triunfos en 2015 y 2016. Y hoy, en Uruguay, también se animan a soñar...
¿Cuál es la definición de éxito para Bielsa? Cuando Niembro le recordó que muchos lo criticaron en su etapa como DT de Newell’s por desligarse de tareas contidianas con el plantel profesional para enfocarse en otros análisis, manifestó: “En aquel momento estaba bien, servía, así lo entendí, nos fue bien... Pero quisiera ser justo en mi definición”. Ese fue el preámbulo de su observación: “Yo podría decir que estaba bien porque ganamos, ya que en definitiva esto está hecho para ganar y lo que conduce al éxito está bien. Pero eso es engañoso. Hay una serie de situaciones e imponderables que tiene el fútbol que no hay que hacer méritos para captarlas. Suceden mágicamente y determinan muchas veces un triunfo. Entonces, episodios muy parecidos, unos son exitosos y otros no, porque esa franja de imponderables estuvo a favor del que ganó y en contra del que perdió. Eso obstruye la búsqueda de una fórmula exitosa. Yo también siempre pienso cuál es el camino para el éxito”.
Bielsa siempre negoció ser parte del sistema y jamás renegó de lo que genera el mismo: “Mi objetivo es trabajar y lograr ser reconocido, respetado y valorado. Después, todas las consecuencias que deriven de eso, las más significativas si es que las merezco, y las más peyorativas si es que las merezco”. Bielsa fue, va y seguirá yendo.