Habla la última gran promesa del ajedrez argentino hasta la llegada de Faustino Oro: “Él sólo tiene que jugar, aprender y divertirse”

Hugo Spangenberg era el mayor talento de los últimos 50 años; llegó a ganarle a Kasparov y brilló hasta los 22. Se alejó en la búsqueda de un futuro mejor: compitió en el póker y el backgammon. Hoy es organizador de eventos

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Hugo Hernán Spangenberg, frente al tablero
Hugo Hernán Spangenberg, frente al tablero

“El Mundial Sub 14 en 1989, sin dudas, fue un punto de inflexión en mi carrera. Era desgastante tener que golpear puertas para conseguir un auspicio. La empresa Konex Cannon como ayuda le había dado a mi mamá dos máquinas de escribir; ella las cargó en un taxi y se fue hasta la oficina de AeroPerú. Las cambió por el pasaje”. Hugo Hernán Spangenberg, de 48 años, comienza esta hilarante historia recordando las peripecias que marcaron sus años de infancia y juventud junto al ajedrez. En la isla caribeña de Aruba, disfrutando de su semana de vacaciones junto a su actual pareja Aylén, atendió el llamado de Infobae.

Él mismo elige la charla; se compara y se diferencia de la actualidad que atraviesa la nueva estrella argentina, el maestro internacional más joven del historial del ajedrez: Faustino Oro, de 10 años. Y completa: “Por suerte a ese Mundial pude viajar, pero sabés la cantidad de veces que con las valijas hechas, mi mamá (la Dra. Mirta Von Sademan) me decía no viajás. Te cuento esto porque a mí me explotó la cabeza con el ajedrez en ese torneo, con 14 años, y Faustino, que para mí es todo un crack, todavía es un chico de sólo 10 añitos. Será clave para su futuro lo que le suceda en los próximos tres años. Yo, cambié”.

-¿Qué te pasó?

-Jugué un torneo bárbaro en Puerto Rico, salí 3° en el Mundial, detrás del campeón, el búlgaro Topalov; con él perdí, y del ruso Kramnik; a él le gané. Ellos llegaron a la élite del ajedrez y fueron campeones mundiales. Recuerdo que cuando terminó el torneo se me acercó un entrenador ruso, Vitaly Tseshkovsky, me dijo te vienes a Rusia, y entrenando 8 horas diarias en tres años serás uno de los 10 mejores del mundo. No pedía honorarios, sí un porcentaje de lo que ganaría en los torneos. En ese momento pensé: el 1 y el 2 eran Kasparov y Karpov, dos genios y ya millonarios; el resto no. Y los que estaban detrás eran Kamsky, Shirov, Short, Ivanchuk y otros más. Todos tipos extraños. “¿Tan lindo será llegar a 10 del mundo?”, yo me preguntaba. Y la verdad que no quería ese futuro para mí; en Argentina había pocos torneos, pero sabía que podía ser campeón argentino, y a esa edad ya me gustaba salir con chicas, disfrutaba de jugar al ajedrez y de hacerlo con mis amigos. Entonces dije no; elegí otra vida. Después me enteré que Kramnik se convirtió en alumno de ese entrenador y llegó a ser Top ten y, tiempo después, campeón mundial (risas). Todos criticaron mi decisión; Najdorf, Panno, mis profesores y toda la gente del ambiente, pero fue mi elección; hoy no me arrepiento de lo que hice.

-¿Contás esto porque creés que a Faustino le puede pasar lo mismo?

-Aunque no lo conozco, a Faustino sólo lo sigo por Internet, veo casi todas sus partidas. El pibe es crack; se nota que está bien enfocado, que tiene temple y sabe manejar la presión. Él es un nene y no sé si está bien que todo dependiera de si hacía o no un récord. Pero él lo asumió y con toda esa presión demostró que tiene una cabeza genial. Porque hay que jugar sabiendo que todos esperan que vos ganes. Una cosa es ir de punto y otra de banca. Por eso de acá a tres años, supongo que él puede hacer un cambio, o tal vez no. Si su cabecita sigue asumiendo las presiones, las expectativas ante tanto bombo, si consigue o no tal cosa. Pero si mantiene las mismas ganas y pasión por el ajedrez, su techo será altísimo. Eso te lo aseguro.

En la actualidad, Spangerberg es organizador de eventos
En la actualidad, Spangerberg es organizador de eventos

Hugo Spangenberg, el papá de Felipe (de 15 años), Facundo (de 13) y Franco (de 9), todos fanáticos de River -en casa somos todos Gallinas, aclara-, fue la promesa con mayor proyección que tuvo la Argentina en los últimos 50 años. A diferencia de Faustino Oro que descubrió el ajedrez, a los 6, en tiempos de pandemia en 2020, Huguito a esa edad había derrotado a una computadora: “Un novio de mamá me regaló un tablero de ajedrez electrónico “Chess Challenger” ´-un modelo que llegó al país en época de libre importación con Martínez de Hoz-, y cómo le gané, me llevaron a la escuelita del Club Argentino; mi casa estaba a la vuelta, vivíamos en la Avenida Córdoba y Callao. ¡Pero sólo admitían chicos mayores de 8 años! Creo que me tomaron un examen y quedé como excepción; mis profes fueron Eduardo Biagi y Gustavo del Castillo”.

Seis años después ya era jugador de la 1ª categoría del club; a los 13, su Elo trepó hasta 2300 puntos, ganó los campeonatos nacionales de las categorías Sub 12, Sub 14 y Sub 16. A los 17 obtuvo el título de maestro internacional, y a los 18 se convirtió en el más joven campeón argentino. Dos años después, en 1996, batió otro récord, fue el gran maestro más joven del país por aquellos años. Sus manos percibieron el privilegio del calor compartido; las estrechó con Kramnik, Kasparov, Karpov, Lautier, Kamsky, Leko, Panno, Granda y Azmaiparashvili, la lista de sus más destacados vencidos. Representó al país en tres olimpíadas y ganó los Mundiales por Equipos Sub 26 (en Brasil 1993 y Argentina 1996). Era el jugador diferente al que todos querían evitar en el cruzamiento de un torneo.

-¿Hay diferencias entre tu infancia en el ajedrez y la de Faustino?

-En principio él tiene una familia unida; sus padres, a los que no los conozco, pero que me dijeron que son muy buena gente, le dan contención, no lo fuerzan. En mi época los padres eran más exigentes, mi viejo recién a los 18, cuando gané el campeonato argentino y me fui a vivir solo, dejó de presionarme con el colegio. Pero el ajedrez también cambió. Para empezar mis 13 años serían los 10 de hoy de Faustino. El Elo (puntaje de medición del ranking de los jugadores) está sobrevalorado y las formas de estudiar no tienen ninguna comparación.

-Pero era cuestión de agarrar los libros y estudiar

-No te creas. Estaban los libros tradicionales que les enseñaban a los principiantes, pero nosotros, los maestros, teníamos solamente el “Informador yugoslavo”. Era un libro que recopilaba las novedades de las mejores partidas del semestre. Lo escribían los propios grandes maestros. La editorial les pagaba 50 dólares por cada colaboración, pero ellos se guardaban las mejores variantes y escribían lo que se les ocurría (risas). Según el Informador en tal jugada, el blanco o el negro estaba ganado, y vos repasabas la partida y era exactamente al revés. Yo gané muchísimas partidas por no leer el Informador (risas).

El argentino Faustino Oro es el niño récord del ajedrez mundial. Spangerberg cuenta cómo fue su adolescencia en ese ambiente
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-¿Y ahora?

-Todo es diferente. Faustino tiene un equipo de entrenadores, que son todos muy buenos, trabajan todo el día para él. Son capaces y lo van ayudar a crecer. Tienen la ventaja de los módulos de ajedrez, la máquina te dice exactamente si en tal posición uno de los bandos está mejor. Te muestra la jugada con la que se gana o se pierde. Eso es fantástico. Los padres tomaron la decisión exacta u obligada de irse a España. Todos se pusieron las pilas para que no pase lo de Alan (Pichot). Apareció un grupo de mecenas y eso es genial. No podés permitir que se te vaya Messi; un pibe que puede ser campeón mundial

-¿Creés que nadie apostó por vos?

-En nuestra época éramos varios los que andábamos bien, quizá no con la proyección de Faustino, pero si nos hubieran dado el 20% de lo que él recibe hubiera sido otra cosa. Salimos en los medios, en Clarín, La Prensa y La Nación, pero no pasó nada. Por eso celebro que a Faustino lo están apoyando, pero yo creo que sus logros forzaron esto. Estaban contra la espada y la pared, o conseguimos ayuda o lo perdemos.

-¿Le ves pasta para ser campeón mundial?

-La vara es muy alta. Él va a seguir creciendo por cuestiones lógicas, es chico, tiene ganas y es crack. En algún momento su crecimiento se debería detener, ser más pausado, porque cada vez sus rivales serán mejores, pero le auguro un crecimiento exponencial. ¿Si será campeón? Sabés cuántos parecían que iban a serlo y a los 16 o 17 llegaron a un nivel y no crecieron más. Lo cierto es que no lo sé, tal vez lo suyo sea un techo muy alto o más, pero si sigue enfocado, quién te dice, aunque es muy fuerte decirlo. Ahora irá por el título de gran maestro, yo no creo que lo logre antes de marzo del 2026, porque es una exigencia más dura que el título de maestro internacional. Pero quién lo puede asegurar, ¿y si mantiene la racha? Tal vez lo logre, pero nada cambiará si lo hace antes o después. Siempre hablamos en partidas presenciales, porque por Internet su nivel es mucho mejor, ya está entre los Top. Es muy diferente jugar en vivo que con el mouse en tu casa. Él aprendió y creció jugando On Line; le juega de igual a igual a todos y le puede ganar a cualquiera (el miércoles dela semana pasada, Faustino derrotó al mejor del mundo en la especialidad blitz -partidas a 3 minutos para cada jugador-, al norteamericano Hikaru Nakamura en el torneo Arena King).

Spangenberg: "El juego de Fautino me hace acordar al mío"
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-Cuando analizás su juego, ¿qué ves?

-Me hace acordar al mío; se adapta a todo, va al frente, no evade la lucha y juega también en posiciones tranquilas. Coincido que tiene cosas de Kasparov; con jugadas muy dinámicas. Garry después comprendió que no se puede jugar siempre de la misma manera.

-Él ya le ganó a Carlsen, y vos a Kasparov.

-Sí, lo que hizo fue fantástico porque, aunque haya sido en una partida Bullet (1 minuto para cada jugador), Carlsen es Carlsen y es muy difícil ganarle, y él lo hizo. De la mía recuerdo que esa partida se jugó en la Bolsa de Comercio; le gané en 25 jugadas en una posición en la Kasparov tenía sólo un peón menos, pero estratégicamente estaba perdido. Me dio la mano y hubo un silencio bárbaro en el salón. Muchos no sabían lo que había pasado; la gente creyó que era tablas. Incluso el árbitro me dijo “eh, Huguito cómo saliste, ¿tablas?”. “No, gané yo”, le dije. “Dalé bolu, decime en serio que tengo que poner el resultado en el mural”. Le repetí lo mismo. Entonces vino a la mesa y vio que Kasparov había firmado la derrota en la planilla. Cuando puso el 1-0 en el mural, el salón explotó en aplausos.

-Muchos señalan como virtud la concentración de Faustino durante las partidas. ¿Vos eras igual?

-Para nada; no podía quedarme quieto. En un Magistral Najdorf en 1993, jugué con Korchnoi, él pensaba y jugaba lentamente. Yo en cambio le respondía rápido y volvía a levantarme. En un momento le dijo a Najdorf “este chico me falta el respeto; no se sienta en la mesa a jugar”. El Viejo le contestó: “Víktor es así; sólo un chico”. Cuando quedé inferior dejé de dar vueltas y ahí puse todo para no perder. Conseguí igualarla y el final era tablas. Korchnoi me miró y dijo “bueno, tablas”. Yo le dije que no, que quería seguir jugando. Lo hice porque me dio bronca lo que había hecho. Tres o cuatro jugadas después era imposible no empatar. Entonces le pregunté “¿tablas?”. Ni me miró, firmó la planilla y la tiró por el aire. Creo que tenía mal humor (risas)

-Si de chico no escuchabas los consejos supongo que no le dirías nada a Faustino.

-Claro que no, porque él tiene un gran entorno. Él sólo tiene que jugar, aprender y divertirse. Sí vi que por el récord hubo partidas que aceptó el empate en lugar de arriesgarse; yo creo que a los 10 tenés que animarte. En el torneo Najdorf de 1993 hice mi título de maestro internacional. Tenía que empatar la última con el mejor jugador de América, el peruano Julio Granda. Un tremendo jugador de esa época. Yo iba con negras, pero ya desde la apertura quedé mejor, y después vi que tenía muchas chances de ganar. Granda me mira y me dice “¿tablas?”, y en ese instante pensé “¿cuántas veces voy a tener la posibilidad de jugar con alguien tan bueno y tener chances de ganarle?”. Así que le dije que no. Seguimos jugando y tuve que luchar mucho para ganar. Pero me di un gusto y si no hubiera salido bien no pasaba nada. Si las cosas se tienen que dar, se te van a dar. Tarde o temprano.

-Pero vos no esperaste y dejaste el ajedrez

-O el ajedrez me dejó a mí (risas). Un día saqué cuentas y el premio mayor que cobré ganando un torneo fueron 2.000 dólares. Yo no quería un futuro así para mi familia. Me metí en el backgammon y el póker, y las cosas cambiaron. Me fue muy bien hasta que hace veinte años incursioné en el mundo empresario como organizador de eventos y todo fue mejor aún. No me quejo.

Hugo Spangenberg, una de las mayores promesas del ajedrez argentino que por voluntad propia o, acaso, forzado por otras circunstancias, se atrevió a dar el salto y cambió su destino. Salen a la luz sus parecidos y diferencias con la nueva estrella del ajedrez argentino: Faustino Oro. Un chico de 10 años que juega para la memoria y rescata viejas historias del olvido.

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