La selección de Uruguay afrontará la semifinal de la Copa América ante Colombia y Luis Suárez transita lo que podría ser su despedida definitiva del equipo nacional. El Pistolero, que a los 37 años disfruta de su estadía en Inter Miami con su amigo Lionel Messi, fue convocado por Marcelo Bielsa para el certamen continental y generó la sorpresa de muchos que creían que el DT no iba a tenerlo en cuenta. Esta no es la primera vez que el Loco cita a un futbolista consagrado en el epílogo de su trayectoria, ya que anteriormente había ocurrido lo mismo con Claudio Paul Caniggia en 2002. Aunque, aquella vez, la historia no tuvo final feliz.
La Argentina de Bielsa había ganado las Eliminatorias Sudamericanas de punta a punta antes de viajar a la Copa del Mundo en Japón-Corea 2002. Con un volumen futbolístico sin discusión, la Albiceleste asomaba como una de las grandes candidatas. Los resultados que acompañaron al técnico avalaron su decisión de dejar afuera de la lista final a Juan Román Riquelme, algo que igualmente generaba debate en ese entonces. Los otros nombres prácticamente salían de memoria. Sin embargo, el DT pateó el tablero y llamó a Caniggia, quien no había sido tenido en cuenta por Daniel Passarella para Francia 98 y no había jugado en la Selección desde 1996.
Cuando a Bielsa le preguntaron públicamente por qué había determinado que el delantero del Glasgow Rangers de Escocia viajara a Japón en una conferencia previa al último amistoso que disputó la Selección antes del Mundial (triunfo 1-0 ante Alemania en Stuttgart), él respondió: “La primera razón es por sus cualidades. Y la segunda es que es un jugador que ejecuta una posición en la que cada vez hay menos futbolistas que la interpretan, que es la de jugar por el costado con intención del desborde. Lo convoqué porque hay pocos como él”. Así, quedaba de lado no solamente Riquelme, sino otra opción potable como Javier Saviola, reciente campeón Sub 20 y ya transferido al Barcelona.
Reveló alguna vez Matías Almeyda, otro de los que integró aquel seleccionado en 2002, que un día estaba en kinesiología junto a Caniggia recuperándose de sendas lesiones y justo Bielsa pasó por ahí y le dijo al Pájaro: “Claudio, ¿le puedo decir algo? Para mí, el mejor jugador que tuvo el fútbol argentino después de Maradona fue usted. Pero qué lejos está de ser ese Caniggia”. El estratega rosarino tenía debilidad por el Hijo del Viento y seguramente su historial en el fútbol argentino y Europa lo habían llevado a convencerse de que le sería útil en algún momento de la competencia, además de contar con una voz autorizada por sus experiencias en Italia 90 y Estados Unidos 94.
Pero ese recuperado Caniggia, que venía de jugar Champions League con el cuadro escocés y convirtió 10 goles en 42 partidos en la temporada 2001/2002, no llegó en su mejor momento físico. Cani jugó su primer partido de la mano de Bielsa en febrero de 2002 en un amistoso frente a Gales en Cardiff (1-1, gol de Julio Cruz), en el que salió al minuto 89 por Luciano Galletti. En marzo, repitió: titular en el 2-2 contra Camerún disputado en Ginebra, Suiza (goles de Juan Sebastián Verón y Pablo Aimar), sustituido por Santiago Solari sobre la hora. Pero a menos de un mes del debut en Kashima ante Nigeria, comenzó a trabajar a contrarreloj por una distensión de ligamentos de rodilla izquierda que lo hizo llegar sin ritmo. Pese a las dudas que generaba este problema físico, Bielsa habló con el médico Donato Villani y definieron mantenerlo en la lista definitiva.
Al igual que varios de sus compañeros, Caniggia se terminó de acondicionar físicamente durante la estadía en Japón. Recién integró el banco de suplentes en el fatídico empate 1-1 ante Suecia en Miyagui que significó la prematura eliminación de la Copa del Mundo. Para colmo, tuvo que sufrir los minutos finales del match ya que el árbitro emiratí Ali Bujsaim lo expulsó por protestar en el banco.
Años después, el Pájaro recordó lo que fue su último fugaz paso por la Albiceleste gracias a Bielsa: “Prácticamente no participé en todo el proceso de la clasificación. Fue un gran reconocimiento, aparte porque tenía 35 años y para un atacante sos considerado viejo”. En esa misma entrevista, ya retirado, Caniggia puso a Marcelo a la par de Carlos Bilardo respecto al grado de locura y meticulosidad para analizar el fútbol.
Bielsa también había tomado la misma postura con Marcelo Salas cuando tomó las riendas de la selección de Chile proyectando para el Mundial de Sudáfrica 2010. De hecho el Matador participó de las primeras convocatorias, fue capitán y hasta convirtió goles. Sin embargo, las lesiones de rodilla que lo persiguieron en el camino a la que hubiera sido su segunda Copa del Mundo (anotó 4 goles en 4 partidos en Francia 98) lo marginaron y llevaron a su retiro profesional en 2008.
Hoy Suárez lleva apenas 29 minutos (11 en Copa América) desde que Bielsa es entrenador de la Celeste, producto de sus ingresos ante Bolivia (por Eliminatorias y Copa América) y Estados Unidos. “Estoy disfrutando mucho cada momento, es algo que con la edad que tengo, a medida que te vas haciendo más grande, lo vas disfrutando cada vez más, jugando mucho jugando poco porque sabes que esa llama del fútbol se va apagando. Soy uno más, ya lo han visto. El jugar o no jugar, estoy feliz de la parte que estoy haciendo e intentando ayudar en lo que pueda”, fue la reflexión que hizo cuando le consultaron por su protagonismo en la cita en territorio norteamericano.
El público uruguayo -y general- ovaciona a Lucho cada vez que sale desde el banco de suplentes a realizar la entrada en calor. Corean su apellido y lo vitorearon en las dos veces que hasta ahora Bielsa lo llamó para ingresar. No obstante, al Loco no le zumban los oídos los reclamos de la muchedumbre y por ahora se ciñe al plan inicial con Darwin Núñez. ¿Habrá espacio y tiempo para que Suárez salga como un as bajo la manga en la semifinal contra Colombia y/o en una hipotética final? Solo el entrenador de la selección uruguaya tiene esa respuesta y cuenta con el poder de que la historia de Suárez con la Celeste, a diferencia de la de Caniggia con Argentina, tenga un final feliz.