El paso de Argentina por la Copa América 95: por qué Passarella borró a Caniggia, el momento íntimo de Simeone y la reacción tras la mano de Tulio

Detalles de un torneo en el que la Selección pudo hacer historia y con el que se inició una sequía histórica de títulos

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El inicio de la sequía: la Copa América de Argentina en 1995
El inicio de la sequía: la Copa América de Argentina en 1995

En la Copa América del 95 se inició una especie de maldición para la selección argentina. Después del bicampeonato en los certámenes anteriores, de la mano del Coco Basile, y tras la eliminación en octavos de final del Mundial de Estados Unidos el año anterior con el doping positivo de Diego Armando Maradona, comenzó una sequía de títulos que en ese momento resultaba impensada. Absolutamente nadie iba a imaginar que la Albiceleste estaría 28 años sin levantar un trofeo, racha adversa que se cortó en 2021 en el Maracaná.

Con el dolor a cuestas por la Copa del Mundo del año anterior, Passarella pasó la escoba: en su primera convocatoria, borró a nombres de la talla de Sergio Goycochea, Fernando Redondo, Oscar Ruggeri, Pepe Basualdo, Luis Islas, Leo Rodríguez y Alejandro Mancuso, que habían conformado la delegación en el Mundial de Estados Unidos. Diego Maradona, con quien el DT estaba enemistado, acarreaba la suspensión por doping. ¿Y Claudio Caniggia? Su relación con el Kaiser nunca gozó de buena salud...

En abril de 1993, el Pájaro había sido sancionado con 13 meses porque en un control antidopaje descubrieron que había restos de cocaína en su orina (el futbolista alegó por entonces que había fumado un “cigarrillo de cocaína” un par de días antes de disputar un partido con la Roma ante Napoli por la Serie A). Purgó la suspensión justo antes del Mundial 1994 y Basile decidió sumarlo a la convocatoria pese a su inactividad. Ya en la competición, exhibió su privilegiado estado físico y voló: marcó un doblete en el triunfo 2-1 ante Nigeria. Tras la eliminación, fue fichado por el Benfica de Portugal, donde lentamente recuperó su mejor versión a nivel clubes.

En las antípodas de Basile, más cercano al jugador y laxo a la hora de disciplinar a sus dirigidos, Passarella fue tajante con Caniggia y lo mantuvo fuera de consideración. “El argumento para limpiar a Caniggia fue que cualquiera de los otros futbolistas había jugado alrededor de 70 partidos en el último año y él tenía apenas 6 por la suspensión”, ventiló una voz que formó parte de aquel seleccionado. Desde aquel duelo entre Roma y Napoli, Cani apenas había protagonizado tres amistosos previos al Mundial (derrota ante Ecuador, victoria ante Israel y empate con Croacia) más la fase de grupos en la que se desgarró frente a Bulgaria, motivo por el que se ausentó en octavos ante Rumania.

A dos meses de la Copa América, Passarella había ido a verlo a Portugal justo en vísperas de un clásico entre Benfica y Sporting Lisboa que el equipo de Caniggia perdió 2-1. Trascendió en los medios que el delantero argentino había sido agredido físicamente por algunos fanáticos en Cintra, Lisboa, como reprimenda por el resultado adverso en el derby. Sin embargo, a oídos del DT le llegó la versión de que a Cani le habían cortado el rostro en una trifulca durante una salida nocturna mientras estaba en estado de ebriedad y ese hecho esfumó definitivamente sus chances de ser convocado.

Caniggia y Maradona se unieron a Boca en el 95, pero no fueron considerados por Passarella para la Copa América de ese año
Caniggia y Maradona se unieron a Boca en el 95, pero no fueron considerados por Passarella para la Copa América de ese año

“Lo traicionó su ego y alguna cosita más, sus amiguitos que venden jugadores. Tenía interés en meter gente nueva en la Selección y de paso venderlos después del Mundial. Algo así. Y afuera Caniggia y afuera Redondo”, declaró El Hijo del Viento, que solamente presenció tres encuentros durante la era Passarella (todos en 1996 por la presión mediática y del público), hace algún tiempo en Infobae. Relanzado como jugador, pero con edad de veterano, sería incluido en la nómina de Corea-Japón 2002 por Marcelo Bielsa.

Por lo bajo, alguien que conocía bien a Passarella aseguró que fue un alivio que Maradona estuviera sancionado por doping y no volviera a su óptima performance en Boca: “Había una muletilla que usaba: ‘Esta es la selección de todos, menos uno’. Si Diego estaba bien, más vale que iba a tener que llamarlo. Pero, por suerte para Daniel, Diego no estuvo bien y eso lo favoreció”.

Para el que fue el primer partido oficial de Passarella como DT de la Selección (triunfo 3-0 ante Chile en Santiago en noviembre del 94), el cuerpo técnico que estaba conformado además por el Tolo Gallego y Alejandro Sabella citó a la base de jugadores que nutriría a la nómina oficial de la Copa América al año siguiente. Hubo 9 futbolistas que recibieron aquel primer llamado y luego no estuvieron presentes en el certamen continental: Rodolfo Arruabarrena, Christian Bassedas, Sebastián Rambert (titulares), Luis Medero, Nelson Vivas, Juan Pablo Sorín, Jorge Jiménez, Luis Carranza y Turu Flores (suplentes).

Antes de debutar en la Copa América 95, la Selección de Passarella disputó un total de once encuentros y perdió solamente uno: la final de la Copa Rey Fahd -que luego mutó a Copa Confederaciones- ante Dinamarca en Arabia Saudita (luego registró ocho victorias y dos empates).

La primera formación de Passarella como DT de la Selección: arriba Zanetti, Arruabarrena, Perico Pérez, Ayala, Fabbri y Bossio; abajo Escudero, Bassedas, Espina, Ortega y Rambert (Diario Popular)
La primera formación de Passarella como DT de la Selección: arriba Zanetti, Arruabarrena, Perico Pérez, Ayala, Fabbri y Bossio; abajo Escudero, Bassedas, Espina, Ortega y Rambert (Diario Popular)

El entrenador no tuvo mayores dudas al armar la lista definitiva. Carlos Bossio, Germán Burgos y Rolando Cristante, quien se ganó la titularidad por su buen presente en Platense, fueron los arqueros. Para la defensa fueron llamados Ricardo Altamirano, Roberto Ayala, Fernando Cáceres, José Chamot, Néstor Fabbri, Gabriel Schurrer y Javier Zanetti. Los mediocampistas resultaron Leonardo Astrada, Sergio Berti, Juan José Borrelli, Marcelo Escudero, Marcelo Espina, Marcelo Gallardo, Perico Pérez y Diego Simeone. Arriba el Beto Acosta, Abel Balbo, Gabriel Batistuta y Ariel Ortega. Los únicos sobrevivientes del Mundial 94 fueron Cáceres, Chamot, Simeone, Balbo, Batistuta y Ortega.

Argentina salió sorteada en el Grupo C junto a Bolivia, Chile y Estados Unidos. La concentración era un lugar apacible y el complejo de entrenamiento tenía canchas en buen estado, prioridades para Passarella halladas por el preparador físico Ricardo Pizzarotti. Además, estaban bien apartados del ojo de los curiosos y la prensa, algo que empezó a ser trascendental para el líder de un cuerpo técnico que más adelante taparía sus trabajos con las famosas lonas verdes colgadas en los alambrados.

A tres días del debut en el estadio Parque Artigas de Paysandú (trabajado triunfo 2-1 ante Bolivia con tantos de Batistuta y Balbo), el Cholo Simeone atravesó uno de los momentos más trascendentales de su vida: el nacimiento de su primer hijo, Giovanni. El líder de la dinastía que estaba formándose ya militaba en Atlético Madrid y vio por primera vez a su hijo gracias a una fotografía que le acercó Carlos Vairo, enviada directamente desde España por una laptop que era tecnología de punta para ese entonces. A Simeone le rodó alguna lágrima por la mejilla tras ver a su retoño al mismo tiempo que los enviados del programa Videomatch hacían algunas entrevistas con otros futbolistas, que se prestaban a la cámara para pasar un rato ameno y descontracturarse.

El Cholo Simeone junto a su hijo Gio, a quien conoció por foto tres días antes de debutar en la Copa América del 95
El Cholo Simeone junto a su hijo Gio, a quien conoció por foto tres días antes de debutar en la Copa América del 95

De cara al segundo encuentro por la zona ante Chile (goleada 4-0 con dos goles de Batistuta, uno de Balbo y otro de Simeone), Passarella planificó dos modificaciones en la formación inicial: Astrada y Ortega por Perico Pérez y Gallardo. Fueron las mismas variantes que había ejecutado en el entretiempo del duelo ante los bolivianos cuando todavía no se había quebrado el cero. Con el pase a cuartos de final asegurado, solamente había un objetivo por cumplir: sellar el liderazgo. A Argentina le bastaba con perder por dos goles de diferencia ante Estados Unidos para conseguir su meta. Lo que aconteció el 14 de julio en Paysandú fue una de las derrotas más dolorosas del ciclo Passarella.

Como este era el último partido de la fase de grupos, Argentina sabía que en caso de culminar en la primera posición se mediría con México en cuartos y evitaría así al Brasil campeón del mundo. Estados Unidos había derrotado con lo justo 2-1 a Chile, en la que fue su primera victoria en Copa América (no había ganado en su primera edición disputada en Ecuador 1993) y venía de perder con Bolivia. Sin demasiados pergaminos internacionales, ni el más pesimista de los albicelestes imaginó lo que iba a acontecer. Passarella, confiado en sus suplentes, armó una formación muletto con solamente dos de los habituales titulares: Roberto Ayala y Gabriel Batistuta.

El once nacional tuvo a Carlos Bossio; Ricardo Altamirano, Ayala, Néstor Fabbri, Gabriel Schurrer; Marcelo Escudero, Perico Pérez, Marcelo Espina, Marcelo Gallardo; Beto Acosta y Batistuta. “Puso a todos para tenerlos motivados. No es que se relajaron, pero los suplentes se sentían muy suplentes y estuvieron en muy bajo nivel. No se podía contar con ellos. Después del partido quedaron destruidos”, reveló una voz que presenció la intimidad de ese tropiezo que significó un 3-0 en contra (goles de Frank Klopas, Alexi Lalas y Eric Wynalda). Argentina quedó segunda en el Grupo C por diferencia de un gol y quedó emparejada en cuartos con Brasil.

Imágenes para el olvido del 3-0 de Estados Unidos contra Argentina en el 95
Imágenes para el olvido del 3-0 de Estados Unidos contra Argentina en el 95

Cuerpo técnico y referentes, en una reunión de grupo, coincidieron en que no podía repetirse una actuación tan mala. Passarella trató de no ser hiriente en su discurso, aunque sabía que el ciclo de algunos futbolistas que habían jugado contra Estados Unidos estaba cumplido para él. Delante de los jugadores, ratificó su confianza y les advirtió que el camino hasta el Mundial de Francia 98 era largo. Que ninguno se iba a salvar por su cuenta y que, a corto plazo, tenían una posibilidad inmejorable de levantar cabeza en el clásico sudamericano frente al vigente campeón mundial.

El segundo lugar en la zona llevó a la delegación argentina a moverse desde Paysandú hasta Rivera, ciudad ubicada al Norte de Uruguay que es limítrofe con la localidad brasileña de Santana do Livramento. Actuar en el estadio Atilio Paiva Olivera era solamente en los papeles territorio neutral, ya que los brasileños se sentían locales por la cercanía. A horas del match, el médico Luis Seveso le hizo notar a Ariel Ortega la cantidad de camisetas amarillas que deambulaban por la calle. “Son todos de Brasil”, le comentó el doctor. Pero el Burrito sacó pecho y mostró la confianza que todavía reinaba en el plantel: “En la cancha vamos a ser 11 contra 11, qué me importan los hinchas”.

Aquel 17 de julio de 1995, ante unas 25 mil personas, Passarella alineó a Cristante; Cáceres, Fabbri (reemplazó a Ayala), Chamot; Zanetti, Astrada, Simeone; Borrelli, Ortega; Balbo y Batistuta. El inicio de la selección nacional fue fulgurante: asistencia de Borrelli a Balbo, que anotó el 1-0 a los dos minutos de juego. Empató Edmundo antes de los 10, pero Batistuta adelantó otra vez a la Albiceleste a la media hora. Justo antes de que finalizara la primera parte, Astrada bajó sobre un costado a Sávio y vio la segunda amarilla (había visto la primera por voltear a Juninho Pernambucano en mitad de cancha). Esta fue una incidencia clave para el complemento.

Resumen Argentina 2-2 Brasil (Copa América 1995)

Passarella rearmó el equipo: Perico Pérez de volante central en reemplazo de Ortega para el segundo tiempo. El Brasil de Mario Zagallo comenzó a irse al ataque y empujar en busca del empate. Al minuto 63, el DT argentino armó definitivamente la línea de cuatro en el fondo con el ingreso de Ayala por Batistuta (como respuesta a la entrada de otro delantero brasileño como Túlio Maravilha por Leonardo) y aisló a Balbo en la ofensiva. A falta de un cuarto de hora, mandó a la cancha al Beto Acosta en reemplazo del único punta que quedaba en cancha y estaba exhausto.

Balbo había tenido el tercero con un mano a mano en el que fue bloqueado por Aldair justo cuando estaba por definir frente a Taffarel tras una corrida que pudo ser heroica. Un rato antes del polémico 2-2, Túlio había dilapidado una chance insólita debajo del arco tras asistencia de Roberto Carlos, lo que hacía suponer que no iba a ser la noche para el hasta ahí tetracampeón mundial. Sin embargo, a los 81 Túlio Maravilha extendió su brazo izquierdo para controlar un balón aéreo por centro pasado de Jorginho desde la banda derecha que superó a Zanetti y el árbitro peruano Alberto Tejada no observó la grosera infracción. El delantro brasileño definió de zurda desde un ángulo cerrado, Cristante no achicó bien antes de ir corriendo hasta la posición del juez para protestarle e igualdad.

Desde ese preciso momento se instaló la versión de que a Argentina le “estaban cobrando” aquella histórica mano de Maradona contra los ingleses en el Mundial 86. Passarella, que había sido expulsado antes del 2-2 de Túlio, fue corriendo hacia una televisión para verificar si el brasileño había bajado la pelota con el brazo, algo que constató inmediatamente. Lejos todavía de que se instaurara el VAR, marche preso. A falta de cinco minutos para el final, el referí echó a César Sampaio por voltear a Acosta. Los equipos se quedaron sin energías y ya no se lastimaron. El árbitro pitó el final antes de que su reloj marcara el minuto 46.

Penales Argentina-Brasil Copa América 1995

En la tanda, Roberto Carlos y Túlio convirtieron para Brasil, mientras que Pérez y Acosta lo hicieron para Argentina. Fallaron André Cruz y Diego Simeone. Dunga adelantó a la Verdeamarelha y Fabbri erró y dejó la clasificación a merced de Edmundo, quien no perdonó a Cristante y metió a su equipo en semifinales, instancia en la que el elenco del Lobo Zagallo vencería 2-0 a Colombia antes de perder la final contra Uruguay también en penales (Túlio, paradójicamente, fue el único que falló ese día en el estadio Centenario de Montevideo).

Pasado de revoluciones, Passarella declaró que estaba todo dado para que “voltearan” a Argentina. Y recordó que el juez Tejada había sido protagonista de un arbitraje bochornoso en un partido que el River que dirigía en 1990 perdió en Ecuador contra Barcelona por semifinales de la Libertadores. Maradona diferenció su mano de la de Túlio por una cuestión de teórica alevosía: “No es ningún pícaro porque a él lo vio toda la cancha”. Y hasta el presidente Carlos Saúl Menem calificó de robo lo ocurrido en Rivera, motivo por el cual fue repudiado por Zagallo: “Que le pregunte a Maradona qué es un robo en una cancha de fútbol”.

Puertas adentro, Simeone y Fabbri pidieron disculpas adelante de todos sus compañeros por haber errado desde los 12 pasos. Passarella les agradeció a todos por la entrega ofrecida a lo largo del torneo y les aseguró que a la gran mayoría del plantel la tendría en consideración para las Eliminatorias e, hipotéticamente, para la siguiente Copa América (Bolivia 1997) y el Mundial (Francia 1998). Por dentro tenía claro que algunos no habían superado el filtro y en realidad estaban tachados para el futuro. En nombre del cuerpo técnico, el Kaiser pidió disculpas si en algún momento se habían “pasado de rosca”, por un entredicho que habían tenido Chamot y el Tolo Gallego, quien en su afán de acomodarlo en la cancha se sobrepasó con las indicaciones.

Los 500 kilómetros recorridos en ómnibus desde Rivera a Montevideo antes de volar hacia Buenos Aires fueron con clima sepulcral. La eliminación contra los brasileños no dolía menos por haber transcurrido en un marco de injusticia y polémica. En un contexto completamente distinto, la Argentina de Passarella volvería a marcharse en cuartos de final de la siguiente Copa América. Y más tarde escribiría su historia en la Copa del Mundo que simbolizó el epílogo del Kaiser como DT.

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