Las banderas estaban allí, estratégicamente ubicadas en una de las plateas del estadio Monumental. Argentina no había tenido el mejor debut en la Copa América del ‘87, donde era el anfitrión, igualando en un tanto con Perú. El equipo no jugó bien, pero lo más preocupante habían sido las carencias en ataque, potenciadas por la decisión de Bilardo de tener en el banco a Claudio Paul Caniggia, haciéndolo ingresar en los segundos tiempos. A los 20 años, recién había concluido una temporada completa en la Primera División, pero ya estaban claras todas sus virtudes, que encajaban a la perfección en donde el equipo más necesitaba. El paso siguiente era con Ecuador y allí pudieron apreciarse las banderas que decían: “Bilardo: queremos ver a Caniggia. No hagas como Menotti con Maradona en el ‘78″, y la otra: “Caniggia: la esperanza argentina. Millones no nos equivocamos”.
Argentina venía de ser campeón del mundo, pero de sus cuatro jugadores más ofensivos de aquella gesta, solo pudo contar con Maradona, ya que Valdano, Burruchga y Enrique quedaron afuera por diferentes problemas físicos y sus reemplazantes no daban las respuestas esperadas. Al terminar el primer tiempo ante Ecuador, el marcador estaba en cero, la clasificación se complicaba e, imaginariamente, todos los presentes en el estadio de River querían ir a firmar al pie de las banderas. El Narigón decidió el ingreso de Cani por Alfaro y a los seis minutos, con un espléndido golpe de cabeza, abrió el marcador, en el que fue el primero de sus muchos y festejados goles con la camiseta celeste y blanca.
La Eliminatoria para el Mundial de Rusia 2018 fue una de las más complejas para la selección argentina en toda su historia. Tras el fallecimiento de Julio Grondona, la AFA quedó como un barco a la deriva, sin una conducción firme. El proceso lo arrancó Gerardo Martino como entrenador, que renunció agotado por temas extra deportivos y en su lugar fue designado Edgardo Bauza, cuyo paso no estuvo a la altura de lo esperado. Las fechas pasaban y la clasificación se complicaba cada vez más. A falta de cuatro partidos, llegó Jorge Sampaoli, pero la situación estaba en el mismo sendero sinuoso, hasta llegar al cruce con Ecuador en Quito en la jornada final, con la obligación de ganar, para no depender de nadie. Al minuto, Ibarra puso el 1-0 y aumentó las dudas hasta el infinito, pero allí, como un superhéroe al rescate, emergió la figura de Lionel Messi, para convertir tres goles inolvidables y sellar el pasaporte a Rusia.
Cuando Daniel Passarella llegó al cargo de entrenador de la selección nacional, luego del Mundial ‘94, lo hizo con un amplio consenso, por su buena performance como conductor en River Plate. Más temprano que tarde, ese crédito se le fue agotando con la gente, por una mezcla de rendimientos irregulares y polémicas diversas, como la que mantuvo con Fernando Redondo, acerca del corte de cabello. En el ‘96 llegó el turno de las Eliminatorias y el segundo encuentro marcaba el infierno más temido para el Kaiser, que era que sus equipos tuviesen que disputar un partido en la altura. Habló mucho sobre el tema en la previa y la derrota en Quito por 2-0 fue lógica y quedó corta, porque Ecuador mereció un par de goles más de ventaja. En la conferencia de prensa, Passarella dejó una frase para la historia: “Me llamó la atención la tremenda imprecisión que había, incluso en las pelotas paradas, que siempre iban muy pasadas, porque acá la pelota no dobla…”.
Lo peor ya había pasado. La goleada de Colombia por 5-0, con estruendo de catástrofe, depositó a la Selección en un inesperado repechaje contra Australia, que finalmente fue una tabla de supervivencia para un náufrago futbolero. Con la angustiante clasificación en el bolsillo, Argentina planificó una serie de amistosos para la puesta a punto final, de cara a la Copa del Mundo de Estados Unidos, que incluía la participación en la tradicional Copa Kirin en Japón. El problema se suscitó cuando este país denegó el ingreso a Diego Maradona, porque tenía una normativa que impedía ingresar a su territorio a quienes tuvieran procesos judiciales vigentes vinculados a las drogas. El resto del plantel, se negó a viajar, en solidaridad con el capitán, generando un desorden en la logística, ya que hubo que armar, sobre la marcha, nuevos amistosos. Uno de ellos fue ante Ecuador en Guayaquil, con caída 1-0 y flojo rendimiento del equipo. Fue la primera derrota en la historia de la selección argentina frente a ese adversario, que lo festejó a la altura del logro, que es recordado hasta hoy, 30 años más tarde. Fue una señal de alerta de lo que podía venir, dentro y fuera de la cancha, en el Mundial que estaba por comenzar…
Carlos Bilardo asumió como técnico de la selección en marzo del ‘83 y su primer compromiso serio fue la disputa de la Copa América entre agosto y septiembre de ese año. Fue la última edición del certamen con el anterior formato de disputa, con zonas de tres países y el campeón defensor ingresando en semifinales. El debut fue contra Ecuador en la ciudad de Quito, en un partido complicado, en el que Nery Pumpido fue la gran figura. Argentina logró colocarse 2-0, pero sobre la hora, llegó el empate con un golazo de tiro libre. En la previa, se produjo un increíble error a nivel organizativo, insólito estando Grondona y Bilardo de por medio: en la delegación viajaron tres futbolistas de Estudiantes (Trobbiani – Camino y Ponce) que allí se enteraron que no podían jugar por adeudar aún una fecha de suspensión al haber sido expulsados el mes anterior en un partido de Copa Libertadores. Conmebol establecía en sus reglamentos que las sanciones debían cumplirse en cualquier torneo que organizara, sea de clubes o de selecciones. Aquella noche ante Ecuador sería fundacional para tres hombres identificados por siempre con el Narigón, porque allí hicieron su debut oficial en la Selección: José Luis Brown y Miguel Ángel Russo, y fueron los primeros goles de Jorge Burruchaga con la camiseta celeste y blanca.
Luego de una Copa América 2019, en la que fue de menor a mayor, quedándose con el tercer puesto, el ciclo de Lionel Scaloni comenzó a dar pasos más firmes, que se vieron reafirmados en los dos amistosos que disputó en la fecha FIFA del mes de octubre. Primero igualó en dos con Alemania en Dortumud, luego de estar en desventaja de dos tantos a los 20 minutos y luego una muy convincente victoria ante Ecuador por 6-1 en Alicante, donde se pudieron ver algunos destellos de lo que sería el equipo en los meses y años siguientes. Ese día debutó en la selección un futbolista que suele serle de utilidad al entrenador en diversos puestos y casi nunca dejó de ser convocado: Nicolás González. Y el partido contó con el detalle curioso que las seis conquistas fueron de autores diferentes, ya que marcaron Lucas Alario, Marcos Acuña, Leandro Paredes, Germán Pezzella, Nicolás Domínguez y Lucas Ocampos.
En noviembre de 2003, un joven Carlos Tevez había quedado en una encrucijada de difícil resolución. Por un lado, Hugo Tocalli lo convocó para el Mundial juvenil a disputarse desde fines de ese mes en los Emiratos Árabes, que se superponía con la definición del Apertura y la final de la Copa Intercontinental entre Boca y Milan en Japón. La decisión fue quedarse a actuar en su club, donde obtuvo ambos títulos, pero se generó una idea sobre que él no quería jugar en la Selección y que, por ese desplante, no sería convocado a la mayor. Marcelo Bielsa hizo caso omiso a todas las versiones y lo citó para el primer compromiso de Eliminatorias de 2004, contra Ecuador en Buenos Aires. Carlitos estuvo en el banco e ingresó en el segundo tiempo en lugar de Mariano González, iniciando de ese modo, un largo período celeste y blanco, donde convirtió 13 goles en 76 partidos disputados y la participación en dos Mundiales.
Argentina realizó una brillante eliminatoria en el camino hacia Corea – Japón 2002, donde fue el sólido puntero a lo largo de las 18 fechas, consolidando un juego por momentos brillante, con futbolistas en alto nivel. Una prueba de esto fue que obtuvo el pasaje a la Copa del Mundo, cuando aún faltaban disputarse cuatro fechas. El pasaporte quedó sellado el 15 de agosto en Quito, al vencer con absoluta claridad a Ecuador por 2 a 0 con tantos de Juan Sebastián Verón y Hernán Crespo, en el que fue el 16° partido consecutivo del equipo de Marcelo Bielsa anotando goles. En ese momento, la Selección estaba en lo más alto y, quizás, era la mejor del planeta. El nivel comenzó a decaer un poco y algunas individualidades estuvieron por debajo de su rendimiento habitual, dando como resultado, la pronta y frustrante eliminación en fase de grupos en la Copa del Mundo.
En el período entre los dos Mundiales que dirigió, Carlos Bilardo probó a muchos futbolistas en los diversos amistosos que disputó. En abril del ‘89, en plena preparación para la Copa América que iba a tener lugar en Brasil, se dio uno de ellos ante Ecuador en Guayaquil, donde, a excepción de Luis Islas, que pertenecía al Atlético Madrid, el equipo se conformó con elementos que actuaban en el ámbito local. Fue empate en dos tantos y ambas conquistas nacionales fueron de Alejandro Alfaro Moreno y esa noche se produjeron dos debuts particulares en la selección. Uno fue Néstor Gorosito, que atravesaba un excepcional momento en San Lorenzo y el otro se trató de Sergio Silvano Maciel, el único futbolista de Deportivo Armenio en vestir en forma oficial, la camiseta celeste y blanca.