“Siempre seré el tipo que falló un mano a mano en la final del Mundial. Así es la vida, incluso cuando termine mi carrera, la gente seguirá hablándome de ella. Obviamente, todavía estoy disgustado por este fracaso”.
Con apenas 25 años, Randal Kolo Muani sintió que para siempre iba a ser perseguido por la nube negra de la monumental tapada de Dibu Martínez en la final del Mundial de Qatar 2022; aquel mano a mano que no aprovechó y derivó en el duelo de penales que Argentina le ganó a Francia, y en la vuelta olímpica albiceleste. “La gente dice ‘se la podría haber dado a Kylian (Mbappé)’. Él nunca me ha vuelto a hablar de la acción. Y en aquel momento era imposible hacerlo. El fútbol no se juega a cámara lenta, sólo el VAR podría haberlo visto”, se justificó en la misma entrevista con Onze Mundial publicada en febrero.
Pues bien, tal vez acaba de llegar la revancha para el delantero del PSG. Y en otra instancia de eliminación directa, ni más ni menos que a cinco minutos del final del choque por octavos de final entre los galos y Bélgica. Su equipo fue superior, pero no lograba quebrar la resistencia rival, que además le generó dolores de cabeza de contra. Hasta que, luego de una muy buena jugada colectiva, N’Golo Kanté filtró para Kolo Muani, quien giró, sacó un remate mordido, que rebotó en Jan Vertonghen y batió a Koen Casteels.
Allí explotó todo Francia y llegó el desahogo de Randal, al menos un poco menos perseguido por aquella jugada que lo marcó y, al mismo tiempo, provocó la alegría de los argentinos, que se bordaron la tercera estrella mundial en el estadio Lusail. Para adosarle épica a la acción redentoria, su ingreso fue el único cambio realizado por Didier Deschamps en el pleito: pisó el césped a los 61 minutos en reemplazo de Marcus Thuram. “Kolo es Kolo, es hermoso”, vociferó el entrenador al momento de la agónica conquista.
El destino le quitó y ahora le dio. Aquel gol fallado le generó, por ejemplo, que fuera blanco de insultos racistas, pero no abdicó detrás de crecer en su carrera. En septiembre de 2023, el París Saint Germain le pagó 100 millones de euros al Eintracht Frankfurt para quedarse con sus servicios. Ganó la Ligue 1, la Copa de Francia y la Supercopa local. Ahora, en un momento crítico, empujó al combinado galo a los cuartos de final de la Euro. Todavía tiene margen para soñar con una redención aún más profunda.
“Lucho todos los días para que me llame el entrenador. Depende de mi trabajo. Tengo que demostrarlo en el club. Pero el objetivo es estar en la lista y ganar la Eurocopa. Tenemos una gran generación, podemos decir que somos favoritos. En cualquier caso, haré todo lo posible para estar en la Eurocopa”, dijo en la previa. Y empezó a cumplir, espantando los fantasmas con sábana albiceleste.
* Las principales acciones del intenso choque por los octavos de final