Se trata de una imagen imborrable, de una postal eternamente aborrecida: la mujer rubia de anchas caderas y rostro angelical sonriente y complacida tomando la mano izquierda de Diego Armando Maradona caminando lentamente hacia al frenesí triunfal de esa tarde.
Transcurría el sábado 25 de Junio de 1994 y miles de argentinos prolongaban en las tribunas del Foxboro Stadium de Boston su alegría por la nueva victoria de la Selección Nacional; esta vez ante Nigeria por 2 a 1. Ese equipo que ya había vencido a Grecia – Grupo D- en el debut por 4-0, sembraba las frescas esperanzas que preceden a la gloria: sabía a qué jugaba, lo hacía brillantemente, tenía un gran poder ofensivo y había rescatado la mejor versión posible de su capitán Diego Maradona, quien con 33 años aún ofrecía generosamente su magia incomparable.
Elevando su vista a los sectores donde hubiere banderas argentinas flameando Maradona se iba distendido y feliz de la cancha junto a la señora Sue Carpenter, vestida de enfermera, hasta el recinto donde debía dejar su muestra de orina, toda vez que el sorteo había determinado que le tocaba someterse al test antidopaje de rigor. Su compañero para el mismo control reglamentario fue Sergio Fabián Vázquez, quien al terminar el encuentro se encaminó a ese baño por el camino interno del estadio.
Hoy, 30 años después, tiene vigencia la pregunta inicial de todo un misterioso entramado:
– ¿Por qué a Maradona -cosa que no había ocurrido jamás con ningún otro jugador- lo fue a buscar una señora vestida de enfermera al campo de juego para llevarlo al control antidoping?
La historia vivida e investigada es simple. Y es ésta:
Cerca de los 15 minutos del segundo tiempo Sue Carpenter, una asistente contratada como “enfermera” por la organización, se acercó hasta la boca del túnel donde se hallaba el segundo médico de la delegación argentina, el prestigioso cardiólogo Roberto Maximino Peidró.
En tales circunstancias se produjo el siguiente diálogo que la historia retrotrae:
-Yo estuve casada con un argentino-, le confiesa Sue, la rubia que luego se iría tomando la mano de Maradona al antidoping.
-¿Ah, sí?, ¿en dónde?-, preguntó el doctor Peidró.
-Aquí, en los Estados Unidos.-
-¿ Y de dónde es el él?-, se interesó el médico para continuar el diálogo cordial mientras el partido continuaba.
-De Congreso. Nunca pude ir y me quedé con las ganas de conocer —contestó la señora quien jamás había sido enfermera y que por entonces ya estaba separada de aquel argentino, de apellido Rodríguez.
-¿Congreso? Yo vivo en Congreso —le respondió Peidró.
-No lo puedo creer. ¿Qué significa Congreso?-
Peidró le explicó entonces que el Palacio Legislativo le daba el nombre al barrio. Ya estaba por terminar el partido y el médico pronunció la frase por la cual se desató el histórico malentendido del doping más célebre del fútbol.
—Andá a buscar a Maradona así salís en la tapa de todos los diarios y te ve tu ex marido en Buenos Aires; vení que le digo a Diego que le tocó el doping.-
Todo resultaba ingenuo, común, de rutina, bajo el imperio de la absoluta normalidad.
La secuencia siguiente facilitará una mejor comprensión del primer gran estigma de este caso. Fue así:
El día 27 de junio a las 10:30 una de las muestras en la orina de Diego Armando Maradona dio positivo. Tales muestras no llevan nunca el nombre del actor sino que responden a un código numerado. En el caso de Maradona el código FIFA era 220. Este análisis fue realizado por el Laboratorio Olímpico Analítico “Paul Zibbern” ubicado en el Hospital del Campus de la Universidad de California. Estos análisis son rápidos, pues todo un equipo de laboratoristas con la más moderna aparatología se turna las 24 horas detectando por decantación. O sea que todas las muestras que no ofrecen dudas se eliminan; luego se retienen las que ostentan una sustancia sospechosa que se priorizan por cantidad: si la sustancia prohibida es poca se la reporta al jefe del laboratorio local; en cambio si excediera la cantidad admitida comenzará una cadena de controles médicos y de laboratoristas en junta hasta llegar al Director General.
Esos frascos numerados bajo un estricto protocolo pasan a un segundo análisis para conocer las sustancias detectadas y sus derivados; recién después de saber sobre las mismas se pasa al último paso que determina el volumen –admitido o prohibido – de la ingesta.
Al conocerse la noticia, el secretario general de la FIFA Joseph Blatter se comunicó con el presidente de AFA, Julio Humberto Grondona, quien se hallaba alojado en el hotel Holliday Inn Government Center de Boston: “Julio, lo lamento mucho pero el análisis de Diego Maradona dio positivo. Te pongo sobre aviso de que la contraprueba se hará en Los Ángeles, mañana por la noche. Ustedes pueden enviar representantes para presenciarla”.
Luego se produjo un nuevo llamado de Blatter a Grondona: “Julio te ruego me envíes la lista de medicamentos que estaba tomando Maradona para ver si el positivo proviene de alguno de ellos”. Inmediatamente Grondona le envió la lista vía fax a Blatter quien la derivó automáticamente al laboratorio de Zúrich desde donde respondieron en menos de una hora.
Quien era el presidente de la AFA luego de cortar la comunicación con Blatter se reunió con los dirigentes que acompañaban a la delegación argentina y se decidió quiénes viajarían a Los Ángeles en la mañana del 29 de junio. Fueron: David Pintado (miembro de la delegación argentina por entonces vicepresidente de River Plate), Roberto Peidró (médico suplente), Daniel Bolotnicoff (abogado de Diego Maradona) y el asesor letrado de la AFA, Agricol de Bianchetti. Ellos serían los testigos de la contraprueba.
Por último se produjo un nuevo llamado de Blatter –todo ese mismo martes 28 de Junio y en diferentes horas del día- hacia el presidente de AFA que sembró ciertas esperanzas: “Julio- dijo un azorado Blatter- , me dicen de Suiza que tomando estos medicamentos, Maradona tendría que haberse dormido en la cancha y contra Nigeria todos lo vimos correr como nunca”.
Mientras todo esto ocurría, Fernando Miele (jefe de la delegación) mantenía un diálogo permanente con el Doctor Carlos Saúl Menem, presidente de la República, quien seguía vivamente los acontecimientos tanto desde la Casa Rosada como desde la Quinta de Olivos:
.- Y decime Fernando, ¿yo puedo hacer algo desde aquí, puedo hablar con alguien, no sé… con Clinton -Presidente de los Estados Unidos- , con Bush que es un querido amigo…?.-
.- No, Presidente, esta es una cuestión de la FIFA y me parece que nos cocinaron.-, le respondió Miele.-
.-Decime, ¿vos hablaste con Cheeck? (fallecido embajador de los Estados Unidos en la Argentina)-.
.- Sí, Carlos –respondió Miele- te digo más, lo tuve que hacer entrar a la cancha para que vea el partido contra Nigeria por que no tenía entrada. No, “presi”, ojalá que la contraprueba dé negativa, si no hasta nos podrían mandar de regreso, mirá lo que te digo.-, sostuvo con preocupación quien por entonces era presidente de San Lorenzo.
Y ahora viene la segunda cuestión de este enorme estigma mistificado:
Desde el Hotel Four Seasons de Las Colinas en Irving, en Dallas, donde se hallaba el “estado mayor” de la FIFA, Joao Havelange –presidente de la entidad- llamó a Grondona para advertirle que si la contraprueba confirmaba el doping positivo, la Selección Argentina perdería el partido que le ganó a Nigeria ( 2-1) y quedaría desclasificada, “según el reglamento”.
Havelange era un hombre muy cercano al Comité Olímpico Internacional. De hecho era uno de sus miembros al tiempo que ejercía la presidencia de la FIFA. El olimpismo tenía una fuerte influencia en sus decisiones. Se sentía orgulloso por la pertenencia social que identifica a los dirigentes olímpicos –muchas veces vestidos de etiqueta- respecto de los del fútbol. Y es en ese ámbito de élite que cuando a un atleta se le detecta dopaje, no sólo devolverá su medalla –Ben Johnson en Seúl 1988- sino que además abandonará la Villa Olímpica, único lugar de concentración y convivencia de los competidores. Al canadiense Ben Johnson se le detectó el doping por ingesta de anabólicos esteroides el mismo día -24 de septiembre de 1988- en que le había ganado a Carl Lewis los 100 metros llanos con una marca de 9.79 contra 9.92 del norteamericano. Esto demuestra que los resultados sobre los dopajes en ese tipo de eventos ecuménicos se logran inmediatamente después de consumada la competencia. Por tal razón Johnson devolvió la medalla y Lewis, quien había salido segundo, se consagró campeón olímpico.
Por alguna razón nunca revisada por la FIFA los jugadores de fútbol soportan desde el “caso Maradona” la misma injustificada humillación de tener que abandonar a sus compañeros en caso de ser sancionados como le ocurrió también a Luis Suárez en Brasil 2014 tras su expulsión por morder a Giorgio Chiellini.
Antes de hablar con Havelange, el presidente de la AFA realizó algunas llamadas a varios de los miembros del Comité Organizador de EEUU 94′ que también él integraba. Ellos eran: Alan Rothenberg (EEUU), Guillermo Cañedo (México), Dr. Franco Carraro (Italia), Jesús Pallares (España), Danton Will (Escocia), Michel D’Hooghe (Bélgica), Ram Ruhel (Islas Mauricius) y Scott Parks Le Tellier (Estados Unidos).
Tras obtener la comprensión solidaria de Guillermo Cañedo, Franco Carraro, Ram Ruhel y fundamentalmente del secretario general de la FIFA, Joseph Blatter, y para evitar que en el caso que la contraprueba diera positiva, la Selección resultara desclasificada, fuera también suspendida para jugar el siguiente Mundial –Francia 98′ – y enviada de regreso a la Argentina, el presidente de la AFA mantuvo un fuerte cruce con Joao Havelange, tímido pero formal impulsor de tal sanción.
.- Escuchame, che, Havelange, escuchame bien: ahí me enteré que andás diciendo que le vas a dar por perdido el partido contra Nigeria y que mi selección se vuelve si se confirma el positivo de Diego…-
.- Julio, tranquilo, es lo que corresponde…-, respondió Havelange con tono sereno y doctoral.
.- Ah, sí… entonces yo te digo que también me corresponde denunciar un faltante de caja en la FIFA de casi cien millones de dólares que le desviaste a tu amiguito Samaranch (Juan Antonio Marques de Samaranch presidente del COI desde 1980 hasta 2001) por el desastre económico que fue Barcelona (Juegos Olímpicos 1992) y vos lo salvaste con plata de la FIFA. Y ni hablar de la guita de la FIFA que pusiste para ayudar a tu yerno –Ricardo Teixeira– (por entonces presidente de la Confederación Brasileña de Futbol ).-
.- Tranquilo, Julio-, insistió Havelange vestido de smoking listo para asistir a un banquete oficial de la FIFA en homenaje a Henry Kissinger, ex Secretario de Estado y factor fundamental para que los Estados Unidos lograran organizar su Mundial .Y agregó académicamente: “Todo se va a arreglar”.
.-Sí, mejor que sea así-, replicó el enfurecido presidente de la AFA. Y acotó, entre indignado y amenazante:
.-”¿Vos te creés que porque soy ferretero y ando en guayabera me vas a llevar por delante, gil? Vos tocás a la Selección y yo mañana viajo a Zurich y hago la denuncia penal del dinero que prestaste sin aprobación de nadie… Así que pensalo bien- , concluyó Grondona.-
Al día siguiente, 29 de Junio de 1994, la información se filtró por la indiscreción de un dirigente y antes del anuncio oficial se sabía que lamentablemente Diego debía abandonar a la delegación, pero la Selección continuaría compitiendo pues le esperaba Bulgaria en Dallas. Obviamente ya nada sería igual. Junto a Diego se iban el alma y los sueños del equipo, de un gran equipo.
La noticia resultó el último y más valorado ensayo de la globalización inminente. Sin que aún nos imagináramos ninguna plataforma de inmediatez informativa y con una internet incipiente el doping de Maradona se convirtió en un estallido que ocupó las portadas, los títulos y las crónicas dominantes de la mayoría de los medios del mundo generando una enorme expectativa –aunque escéptica- sobre el resultado final de la contraprueba. El tema fue tan fuerte que mantuvo su vigencia y aún hoy se sostiene como un hito de los mundiales.
Al día siguiente (30 de junio) en conferencia de prensa, el secretario general de la FIFA, Joseph Blatter declaró: “Los dos análisis efectuados al señor Diego Armando Maradona han resultado positivos. La AFA nos comunicó la separación de su lista del mencionado jugador por lo que la FIFA se abocará recién después de la finalización de la Copa a los aspectos estrictamente disciplinarios. Mientras tanto el señor Maradona está suspendido para realizar toda actividad futbolística. Como solo un jugador de Argentina dio positivo, no procede ninguna modificación en el resultado del partido de esa Selección contra la de Nigeria”.
El llanto de Diego y su célebre frase “me cortaron las piernas” dio nacimiento a un mito que aún hoy – 30 años después- genera más intrigas, suspicacias y sospechas que las certezas probadas de los hechos ciertos y objetivamente reflejados.
Diego por ser Diego tenía algunos privilegios concedidos del cual no gozaban sus compañeros: se alojaba en una suite y disponía voluntariamente sobre sus comidas u otras costumbres de vida. A esa suite tenían libre acceso pocas personas, básicamente un grupúsculo de su mayor confianza que cumplían diferentes demandas. Ellos eran: Marcos Franchi (representante), Daniel Bolotnicoff (abogado), Fernando Signorini (preparador fisico personal), Salvatore Carmando (asistente desde que jugaba en el Napoli) y Daniel Cerrini (una especie de ayudante, amigo, colaborador).
Uno de ellos compró en la farmacia Walgreens un energizante de venta libre –por lo tanto insospechable como estimulante prohibido- cuya marca es Ripped. Pero el tal Ripped tiene muchas variantes: los hay (o había) Fuel o Fast. La diferencia también estaba en el envase: uno tenía fondo negro con letras rojas y el otro al revés, fondo rojo con letras negras y amarillas.
Maradona tomó el que tenía pseudoefedrina y el control – por entonces incipiente- le dio positivo.
Fue tan enorme el escándalo mundial que la WADA (World Anti-Doping Agency) que comenzó a funcionar oficialmente en 1999, el primer caso que estudió para evaluar los cambios futuros fue el de Maradona, pues llamaba la atención la cantidad de pseudoefedrina y sus derivados encontrada en su orina. Y arribó a la conclusión que la cantidad ingerida no alcanzaba para ser considerado doping.
Hoy se toleran hasta 150 microgramos sobre cada mililitro –recién después es doping- y Diego nunca llegó a esa cantidad. Más aún, la ingesta de Maradona en el Mundial de los Estados Unidos está exenta de toda sospecha de “frazada”, término que se utiliza para detectar aquellas sustancias que cubren o “lavan” las posibles sustancias prohibidas después de transcurrido cierto tiempo.
Fue el Tribunal de Disciplina de la AFA presidido por Walter Ajolfi el que legisló un nuevo orden en 1997 para las sanciones por doping. No se le daría por perdido el partido al equipo que tuviere un integrante cuya prueba hubiese dado positivo en el control de rigor impuesto por la AFA en 1979; la premisa fue que los “diez o más jugadores restantes” resultan inimputables del error del médico que no lo consignó en la planilla –obligación inexcusable- o del actor que lo hizo sin decírselo al médico del plantel. Esta legislación nacida en la Argentina se convirtió en un “leading case”, pues la FIFA la adoptó a partir de 1998. Y aún está vigente.
En cambio para el caso de hallarse vestigios de consumo de drogas no despenalizadas legalmente por parte de algún jugador (marihuana, cocaína, heroína) el Tribunal de Disciplina elevará la causa ante la Justicia Ordinaria.
Es así que cuando Maradona reincidió en un doping positivo –cocaína- ocurrido tras el encuentro que Boca le ganó a Argentinos Juniors en 1997 por 4 a 2 en la Bombonera el resultado se sostuvo inalterable –a pesar de una tímida protesta de River- sin sanciones institucionales. Por cierto que el caso fue girado a la Justicia Ordinaria.
Fue el abogado de Diego para la ocasión, el doctor Luis Moreno Ocampo, quien se presentó ante un Juzgado para solicitarle al juez una medida cautelar que le permitiera a Maradona continuar jugando. Su pedido estuvo basado en que Maradona había recibido en ese mes de julio de 1997 una “amenaza de que alguien le pondría cocaína en la comida”. El Juez Claudio Bonadío se lo concedió por 15 días.
El asesor letrado de la AFA, doctor Agricol de Bianchetti opuso una tenaz batalla legal ante el magistrado hasta que el presidente de la AFA, Julio Grondona, en apoyo de Diego una vez más, le pidió que “no se esforzara, ni insistiera”, que dejara las cosas como estaban para que Maradona siguiera jugando en Boca.
Al que sancionaron en el Mundial 94 lo perjudicaron “cortándole las piernas” a una mágica y fundada ilusión.