De sufrir el desprecio de grandes clubes y ser comprado por un precio de oferta a ser sensación en la Euro y vencer a Cristiano Ronaldo, su ídolo

Khvicha Kvaratskhelia anotó el primer gol de Georgia, que batió 2-0 a Portugal y avanzó a los octavos de final del certamen continental. En su primera temporada con el Napoli, rompió la racha de 33 años sin Scudettos y los tifosi lo apodaron “Kvaradona”

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Solía preocuparles que el Adjarabet Arena, con sus arcos sinuosos y exterior iluminado, se convirtiera en una especie de elefante blanco. Después de todo, Batumi es una pintoresca ciudad turística; en realidad no necesitaba un estadio con una capacidad para 20.000 espectadores. El Dinamo, el equipo de fútbol que lo llamaba hogar, por lo general requería asientos solo para la mitad de esa cantidad de personas. Pero cuando llegó Khvicha Kvaratskhelia todo cambió.

“La ciudad ignoraba al fútbol”, comentó Tariel Varshanidze, aficionado local. “La atmósfera cambió radicalmente”, añadió. Los partidos en la Erovnuli Liga, la máxima categoría de fútbol del sistema de Georgia, de pronto tenían el mismo aire que los “mejores encuentros de la Champions League. Era fantástico”, agregó.

En los tres meses que Kvaratskhelia pasó en Batumi se agotaron todas las entradas. Los turistas que llegaban en manada a las playas del Mar Negro sumaban un partido a sus itinerarios. Los amigos, parientes, vecinos, colegas y conocidos comenzaron a preguntarles a los asistentes regulares por boletos que les sobraran, ya fueran seguidores del Dinamo, de algún otro equipo o de nadie.

Según Varshanidze, durante los encuentros, todo el estadio celebraba cada vez que Kvaratskhelia tocaba la pelota, incluso los aficionados que en teoría venían a apoyar al equipo contrario. Y no solo en Batumi. “Teníamos estadios llenos en casi todas las ciudades”, comentó George Geguchadze, el entrenador del Dinamo. Toda Georgia quería ver a la nueva estrella. Incluso en los partidos celebrados en los remansos del país, en estadios que en épocas normales podrían atraer a unos cientos de espectadores, se agotaban las entradas.

No era ninguna sorpresa. Kvaratskhelia había llegado a Batumi como un ícono nacional consagrado. Había florecido como una sensación de 16 años en el Dinamo Tbilisi, el club más importante del país. Para cuando hizo su debut con su selección, tan solo dos años más tarde, la liga georgiana le había quedado chica, así que se mudó a Rusia para sumarse al Lokomotiv Moscú y luego al Rubin Kazan. La breve e inesperada oportunidad de verlo en persona de nuevo —después de que pudo invalidar su contrato tras la invasión de Rusia a Ucrania— era una oportunidad demasiado buena como para dejarla pasar.

Lo que pocos pudieron haber anticipado fue cuán rápido y cuán lejos se iba a propagar la manía. Apenas seis meses más tarde, la fama del delantero de 21 años se ha difundido más allá de Georgia. Una sola temporada fue suficiente para enamorar a los espectadores del fútbol italiano.

Kvaratskhelia recibió la remera de Cristiano Ronaldo

Teniendo en cuenta los impactantes números que se manejan hoy en el mercado de pases, el Napoli lo pagó baratísimo: apenas 11 millones de euros. Hoy, con 23 años, su cotización se disparó por las nubes. Máxime después de haberse consagrado luego de 33 temporadas de sequía en la Serie A con el elenco que idolatra a Maradona. Ni hablar después de la demostración, con gol incluido, en el triunfo de Georgia 2-0 ante Portugal que clasificó a su seleccionado a los octavos de final de la Eurocopa.

“Lo ofrecí en muchos de los clubes top. No confiaron en un georgiano y falló el área de scouting. Él estaba disponible en el mercado y eso fue lo que ocurrió”, expuso su agente Christian Emile a los escépticos, que hoy deben estar lamentándose al ver su nivel.

Luciano Spalletti, su entrenador en Nápoles, describió a Kvaratskhelia como “estratosférico”. Arrigo Sacchi, el ex DT de la selección nacional italiana y del Milán, prefiere la palabra “devastador”. Una leyenda como Alessandro del Piero sugirió que parecía como si estuviera “hecho para jugar en Europa”.

Los aficionados del Napoli le otorgaron su más grande honor, al apodarlo Kvaradona, por el ídolo popular más querido en la historia del club. Sin embargo, quizá el testimonio más revelador pertenece a Fabrizio Ravanelli, el ex delantero de la Juventus, tras admitir que lo habían cautivado Kvaratskhelia y Rafael Leão. “En el mundo, hay cada vez menos jugadores como ellos”, consideró.

Ese sentido de rareza es la raíz del atractivo de Kvaratskhelia. Es el tipo de jugador que ya no produce el fútbol moderno, con sus sistemas industrializados de juveniles y plantillas estilísticas: volátil e intuitivo, con una pizca de inconformismo, un tanto indomable.

Willy Sagnol, el entrenador de la selección nacional de Georgia, ha sugerido que su paralelo más cercano sería un joven Franck Ribéry, el crack del Bayern Múnich, pero no es una comparación exacta. Kvaratskhelia es más alto, más lánguido, menos fácil de categorizar. El francés fue un jugador amenazante y resolutivo que quería, la mayor parte del tiempo, recortar hacia adentro.

Para Levan Kobiashvili, presidente de la federación de fútbol de Georgia, su fortaleza es su “imprevisibilidad”. El directivo objeta la idea de que sea la “continuación de cualquier proceso”. Georgia puede tener una rica historia de producción de atacantes virtuosos —en particular el ex volante del Manchester City y el Ajax Georgi Kinkladze—, pero Kvaratskhelia solo es un producto de su propio talento.

Otros no están tan seguros. “Tiene algunos aspectos que son muy georgianos”, opinó Andrés Carrasco, el director español de desarrollo juvenil en el Dinamo Tbilisi, el club que descubrió a la estrella naciente. “Tiende a no preocuparse si algo no funciona. No piensa en las consecuencias negativas. Así son muchos atacantes aquí. Son atrevidos. Son audaces. Son un poco anárquicos”.

En Batumi, como en toda Georgia, los aficionados al fútbol han seguido el estallido del estrellato de Kvaratskhelia con la misma avidez que lo hicieron cuando fue jugador del Dinamo Batumi durante un periodo breve, en el que vivió en un hotel no lejos del estadio.

Es que el seleccionado vive su momento de gloria. El domingo jugará por los octavos de final de la Euro ante España, donde impera el Real Madrid, uno de los interesados en quedarse con Khvicha, que brilla al ritmo de su regates difíciles de decodificar. Tanto como los de su ídolo, Cristiano Ronaldo, quien supo descollar en la Casa Blanca.

Tras su gran actuación, se hizo viral una historia: en 2013, CR7 abrió una academia de fútbol en Georgia. Y allí estuvo Kvaradona. 11 años después, cumplió todos los anhelos que confesó antes del partido: “Sueño con jugar contra Cristiano. Ojalá le ganemos y yo pueda llevarme la camiseta”.

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