Hay un fútbol de etiquetas. A veces resultan injustas, propias del prejuicio. En otras circunstancias describen la realidad. Si se mira sin fundamentalismo, es indiscutible que hay estilos. Alfaro es un entrenador que seduce con capacidad de trabajo, conocimiento, palabras que dicen. Y un especialista en defender, en incomodar al rival con el achique de espacios. Es parte de su equilibrio a veces desequilibrado. Después, para un análisis riguroso, habría que considerar cuáles son sus jugadores, el contexto de los partidos, el escenario y la fortaleza del rival. O sea, es más cuestionable dirigir a un equipo enorme como Boca y elegir un triple 5 con Soldano de 8 para jugar contra River, que replegarse con 9 jugadores al mando de Costa Rica en el debut de una Copa América contra Brasil. En Boca le llegó la cuenta toda junta al final, al quedar eliminado de la Libertadores, cuando declaró que quería pasar más tiempo con su familia, o cuando pretendió lógicamente ir al teatro Colón sin que sonara irresponsable. Cuestiones de un club que es un mundo en sí mismo. En su nueva selección, después de un excelente trabajo en Ecuador, la historia es distinta. Le resultó duro cuando arrancó el ciclo con dos derrotas. A los jugadores les costaba asimilar su orden táctico, su rigor físico. La gente miraba de reojo. Hasta que le ganó 3-1 a Honduras, clasificó a la Copa América y besó una bandera. Ahí se los compró a todos. Vía libre para hacerse creíble adentro y afuera, plantar un 5-3-2 bien cerca de su arquero, redoblar marcas y, con el plan Soldano de 8, apagar a las estrellas de Brasil con un empate histórico. Ni el más lírico de sus hinchas se enojará porque el equipo cumplió sólo una faceta del juego.
Es un mérito defender bien. A veces se lo menosprecia, pero tiene que ver con la cobertura de espacios, con la distribución táctica, con la atención y la capacidad en el uno contra uno. O el dos contra uno, porque Alfaro buscó todo el partido redoblar las marcas por los costados, porque donde querían romper líneas Vinicius y Raphinha. Con el acierto de armar línea de 5 para aprovechar una cancha más angosta que lo habitual: los recorridos son más cortos y se le achica el margen a las filtraciones. Entre Quirós y Mitchell se deglutieron al extremo del Real Madrid. La dupla del capitán Calvo y Lassiter le cortaron las alas al zurdo del Barcelona. Allí entra el déficit de Brasil. Vinicius fue una sombra del jugador que pelea por un Balón de Oro. Un bonito taco en el área que no llegó a conectar bien Rodrygo es poco para él. Tan expuesto quedó que dejó la cancha con el partido 0-0. El mejor jugador del equipo no sale con un empate. Rodrygo tampoco aportó su desequilibrio. Si los delanteros de Brasil no rompen un partido en el que tienen 90 por ciento de posesión es difícil ubicarlos como candidatos, aún cuando nunca hay que olvidarse de que son brasileños y suelen ir de menor a mayor. En ese contexto, también se delataron otras falencias. Los cambios de Dorival, fundamentalmente Endrick, parecieron tarde. El partido se iba y el técnico no tocaba el banco. Faltó inteligencia para probar más seguido desde afuera del área cuando la defensa de Costa Rica estaba hundida al lado del seguro Sequeira. De hecho así llegó la jugada en la que Paquetá le movió el poste izquierdo y otras dos aproximaciones peligrosas. Si no se puede llegar hasta abajo del arco, hay que sacarla del área y patear.
A Brasil le faltó un 9. Un finalizador. Un jugador que arrastrara a los centrales cuando no se podía desequilibrar con la gambeta. El Manchester City, el equipo con más pases del mundo, termina con Haaland. En el debut de la Selección de Messi, los goles del debut los hicieron Julián Álvarez y Lautaro Martínez. En su último partido, la Alemania de Kross y Gündogan perdía con Suiza y empató en el minuto 92 con un centro para Füllkrug. Esta versión de Brasil que hace meses no se reconoce en su propio espejo no tuvo esa variante cuando se le diluyeron las ideas y el reloj le quitó lucidez. La única jugada que terminó con la pelota dentro del arco, con un posible gol de Marquinhos, terminó anulada con líneas tan confusas como algunas del torneo argentino... En esos minutos más aún les dolía a los brasileños ver en la tribuna a Neymar, el crack desperdiciado. Aunque se acostumbró a jugar (mal) sin él por una rotura de ligamentos, es lógico que se lo extrañe siempre. El ahora jugador del Al-Hilal de Arabia Saudita tenía todos los atributos para ser el mejor del mundo. Desde su aparición en el Santos, hasta su paso como socio de Messi en Barcelona o su primera irrupción como solista estrella en el PSG. En su momento resultó inteligente no moverle la corona de la cabeza a Leo, compartir cancha y vestuario en armonía. Pero después Ney no se decidió a ir por todo. Un poco por su gusto por la buena vida, otro tanto por su espíritu competitivo y también por las lesiones en momentos importantes, siempre le dolió su selección. Hasta se permitió sacarse una foto feliz por su amigo Messi después de que Argentina saliera campeón de la Copa América 2021 en el Maracaná.
En unos días se verá si Brasil mejora su juego, aun cuando fue el único que buscó romper el cero. Si puede seducir a Ronaldinho. El genio que supo llevar la 10 del pentacampeón del mundo, el hermanito mayor de Messi en Barcelona hasta que le dejó su trono, fue crítico hace unos días. “Es un momento triste para cualquiera al que le guste el fútbol brasileño. Es difícil encontrar la energía para ver los partidos. Sigo el fútbol desde niño y nunca he visto una selección tan mala. Falta amor por la camiseta, falta determinación y lo más importante: falta fútbol. No voy a ver ningún partido de la Copa América ni festejar ningún triunfo”, sentenció, según las declaraciones que se divulgaron, alguien que suele mostrar los dientes más como síntoma de alegría que de rabia. Ese panorama, esa racha en Eliminatorias en las que cayó con Uruguay de visitante y con Argentina de local, la aprovechó la Costa Rica de Alfaro. El propio entrenador blanqueó que en la charla del entretiempo los jugadores le preguntaron cómo veía al equipo. El les respondió que si debía decirles la verdad, pensaba que iban a perder si no salían un poco del fondo. Es complejo sostener 90 minutos a Brasil así, al punto que casi se hacen un gol en contra de cabeza. Pero el equipo redobló el esfuerzo en el final, tuvo mínimamente posesión en alguna jugada, una pelota parada, metió dos cambios en el tiempo adicional para seguir oxigenando la lucha y al final ganó 0 a 0. La única etiqueta que le importa a Alfaro. Total la otra difícilmente se la pueda despegar.