El viernes 14 de junio Lorenzo Somaschini estaba emocionado. En su cuenta de instagram, compartió su felicidad: “Cumpliendo sueños. Primer entrenamiento en Interlago Brasil preparándome para la Junior Cup”. La publicación está acompañada de tres fotos y la ubicación: el autódromo internacional de Interlagos, el histórico circuito brasileño donde en noviembre se celebrará la única cita sudamericana de la Fórmula 1. Lorenzo se golpeó la cabeza en una caída mientras entrenaba: vivió tres días más en agonía. Murió murió mientras cumplía su sueño, el lunes 17 de junio a las 19:43 de la tarde, un mes antes de cumplir diez años, en el hospital Albert Einstein de San Pablo. Los posteos ahora en redes sociales lo despiden con profundo pesar y conmoción.
Lo anunció la organización del certamen. “SuperBike Brasil anuncia, con gran tristeza y pesar, el fallecimiento del piloto Lorenzo Somaschini. El argentino, nacido en Rosario, fue internado en el hospital Albert Einstein, bajo cuidados médicos intensivos y, lamentablemente, no sobrevivió”, reza un comunicado publicado a las once de la noche del lunes. En el documento retratan, a su vez, cómo fue el accidente en el que el joven piloto perdió la vida: “La organización de SuperBike Brasil presta total asistencia a la familia del corredor desde el viernes, cuando el argentino sufrió una caída durante los primeros entrenamientos libres de la Junior Cup, válidos para la cuarta etapa de SuperBike Brasil, en Interlagos. Tan pronto como cayó a la salida de Pinheirinho, el piloto fue atendido rápidamente en el lugar por el equipo médico en una ambulancia de la UCI. Luego fue llevado a la sala de emergencias del hipódromo, donde su condición clínica se estabilizó. Luego de este procedimiento, el retiro médico se realizó en una unidad de soporte avanzado del hospital Geral da Pedreira, donde permaneció hasta la madrugada del sábado, siguiendo todos los protocolos médicos hasta el traslado al hospital Albert Einstein”.
Hijo de Alfredo y Carolina, hermano de Juana, Lorenzo había nacido el 17 de julio de 2014 en la ciudad santafesina. Le decían “Lolo”, tenía nueve años y cursaba cuarto grado. Su pasión eran las motos. Era parte de su linaje, era una herencia de sangre. Su abuelo era un fanático de las dos ruedas. Florencia, su tía, alguna vez le dedicó una publicación en sus redes sociales cuando lo vio enfundado con su traje de pista, su casco, rodeado de gigantes y cerca de una moto casi tan alta como él, y expuso: “Si te viera tu abuelo…”. Su pasión era transferible. “Un día mi papá me llevó al súper o a cargar nafta, no me acuerdo bien, pero dimos una vuelta en una 125cc que era de mi abuelo y me encantó. Ahí me agarró eso que no sé cómo explicarlo. Me gustó mucho y bueno, me empezaron a fascinar las motos”, contó en una nota publicada en abril por el diario rosarino La Capital.
En esa entrevista contó que era la primera vez que se subía a una moto: tenía menos de tres años. Recordaba el sentimiento de alegría y adrenalina, a pesar de que iba despacio. “Me imaginaba corriendo”, graficó. El último domingo 14 de abril había sido su debut formal en la competición. Era el más joven de la parrilla de toda la competencia. Disputó la primera fecha del Campeonato Argentino de Superbike, en la categoría Junior Cup, celebrada en el circuito número cinco del Autódromo “Oscar y Juan Gálvez” de Buenos Aires, en una jornada complicada por las constantes lluvias. Manejó una Honda Twister 250cc, pertenecía al equipo DPR y portaba el número 99, en homenaje a su ídolo el piloto español Jorge Lorenzo, tres veces campeón del mundo de MotoGP.
“Será mi debut, pero iré a Buenos Aires a intentar ganar. Pero al ser mi primera carrera, con terminar la final será como haber obtenido un triunfo”, había anticipado. Ganó: terminó quinto en una grilla nutrida por seis corredores. El primero resultó el piloto, también santafesino y oriundo de San Carlos Centro, Benjamín Peralta, de doce años. Peralta es el vigente campeón de la categoría: conquistó la Junior Cup del “Gran Premio Coronación 2023″ que cerró el Campeonato Argentino de Superbike en el circuito 6 del autódromo porteño. En sus redes sociales, honró la memoria de su compañero: “QEPD Lolo. Voy a extrañar esas charlas en boxes. Dale mucha fuerza a toda tu familia”. El posteo lo cierra el emoji de un angelito y el número 99 que Lorenzo llevaba en el carenado de sus motos.
El domingo 19 de mayo había sido su segunda carrera oficial. La segunda fecha del “Gran Premio Juan María Traverso” por el Campeonato Argentino de Motociclismo de Velocidad se celebró en el autódromo San Nicolás Ciudad. Lorenzo volvió a completar la carrera y repitió su quinta ubicación en la categoría Junior Cup. Luego viajó a Brasil para competir en la Copa Honda Junior 160 de Superbike, que se disputaba en el Autódromo de Interlagos y reúne a pilotos de entre ocho y dieciséis años con motocicletas de 160 centímetros cúbicos dotadas de pedales y manillares adaptados a la talla de cada participante: iba a ser su primera experiencia internacional. No había en el motociclismo argentino, un competidor más joven que Lorenzo Somaschini: era considerado un prodigio, una promesa.
Había tenido su primera mini moto a los tres años. Había ingresado en una escuela de pilotos a los siete: se llama DPR y es conducida por Diego Pierluigi, uno de los pilotos argentinos más laureados. En 2013, la confederación de motociclismo deportivo CAMOD, lo había nombrado como el primer Instructor federado y presume, desde entonces, ser el único piloto del país con este certificado. Formó la primera escuela de pilotos del país. Lo entrenó dos años. Le vio potencial. Lo impulsó para que compitiera. Lo despidió con un sentido mensaje: “Con mi corazón roto y mi alma desecha me tengo que despedir de vos. Te voy a extrañar mucho Lolito. Gracias por dejarme ser parte de tu sueño. Descansá en paz campeón”.
Lorenzo Somaschini había sido incorporado al equipo deportivo profesional de Honda Gregorio Racing. Veía las carreras de MotoGP, Moto2 y Moto3. Seguía la carrera de Pecco Bagnaia, actual bicampeón de MotoGP, y admiraba al mito de Valentino Rossi, ya retirado. Quería integrar la academia de su ídolo Jorge Lorenzo en algún momento. “Me imagino corriendo ahí. Es más, mi objetivo es llegar a MotoGP”, dijo en la entrevista de La Capital. Su partida demuele y conmueve. Diego Pierluigi se está encargando de las gestiones para repatriar el cuerpo del niño, a la espera de las pericias definitivas. “Hoy los padres no están en condiciones, pueden imaginarse el dolor de todos, no entendiendo la situación”, sostuvo en una nota con Cadena 3. El amplio arco del motociclismo argentino se viste de luto para despedir a su hijo más pequeño. Sebastián Porto, el mejor motociclista argentino de la historia, escribió: “Desgarrador y sin palabras. Vuela alto campeón. Mis condolencias a toda su familia y grupos de amigos. Descansá en paz, Lolo”.