“Quiero lograr lo que siempre soñé y sueño: llegar y ser el número uno, ser campeón de todos los títulos”.
No sorprende que esta haya sido la primera frase que expresó Fernando Martínez cuando comenzó la entrevista exclusiva con Infobae. Sentado en el salón superior del Cuartel de Bomberos Voluntarios de La Boca, donde junto con su entrenador Rodrigo Calabrese armaron un búnker muy especial y con marcadas raíces, el Puma reflexiona acerca de la inmensa nueva oportunidad que se le avecina. El único argentino campeón mundial de boxeo vigente (FIB), con un invicto de 16 victorias (9 KO), brinda su primer testimonio sobre este gran combate. Esta tercera defensa no será una más porque le permitirá unificar los títulos mundiales, ya que enfrentará a Kazuto Ioka, el actual campeón japonés de la AMB y máximo favorito con una marca de 31-2-11 (16 KO). La velada se celebrará el próximo 7 de julio en el estadio Ryogoku Kokugikan de Tokyo, Japón, y ante 13.000 espectadores.
“Estamos trabajando muy duro para que este chico no aguante los 12 rounds”.
Aun con la firmeza con la que declara, el Puma no cambió la humildad que siempre lo caracterizó. Los duros golpes que le dio la vida lo hicieron muy fuerte y le permitieron pararse ante los ojos del mundo sin temor (NDR: así fue su historia de vida y superación). Pero también demostró que las luces del éxito no lo encandilaron y que debajo del cuadrilátero sigue siendo -con 32 años- el mismo joven o niño entusiasta que visitó los primeros gimnasios de la mano de su padre Don Abel, quien ya no está físicamente, pero que lo acompaña en cada paso que da.
“A mi viejo le encantaba. De chiquito mirábamos boxeo y le pedía que me llevara a entrenar. Me anotó y vio mi estilo, le gustó. Le encantó cómo boxeaba y él sentía que tenía pasta para ser campeón del mundo. Me llevó y vio que con 11 años ya prestaba atención a todo, tenía mucha concentración. Un nene por lo general a esa edad se pierde, pero yo siempre metido con el boxeo y sabía que iba a ser campeón”.
Con ojos llorosos cada vez que habla de su familia, Fernando Martínez mezcla esa ternura y sencillez, con la convicción y seguridad que seguramente le dio cada obstáculo que tuvo que superar en su niñez junto a once hermanos. A los golpes, porque en su vida nada le fue fácil. “Yo vengo de una familia... (se quiebra). Me pone mal porque pienso mucho en mi familia, yo lo hago y la fuerza que tengo para seguir desde la pandemia, de todo lo malo, siempre fue para mi familia”. El Puma nació en La Boca y vivió gran parte de su vida en un conventillo. De hecho, allí sigue viviendo su mamá Silvia, a quien le prometió comprarle una casa y no descansará hasta cumplirlo. Él sabe que está cerca, por eso no va a claudicar en su intento de brindarle una vida mejor a sus seres queridos.
“Estuvimos 14 años en un lugar muy humilde, donde se luchó siempre. Mi viejo nunca nos hizo faltar el plato de comida, pero los lujos de una zapatilla nueva no nos podían dar. Unas Nike ni en pedo, olvidate. Pero lo que nos enseñó fue a valorar todo, a valorar mucho las cosas o lo poquito. Lo lindo es la familia y el estar siempre unidos, estar siempre todos juntos. Todo lo que hago es por ellos. La familia es la que me da fuerzas. Venimos de muy abajo, somos muy humildes y quiero darle lo que uno pueda y más todavía. Yo quiero y todavía sueño con comprarle la casa a mi vieja, que esté bien y no pase necesidades. Lucho por eso siempre. Pienso en eso, en que la tengo que sacar adelante y lo voy a hacer. Se vienen estas grandes peleas y yo la voy a dejar a mi mamá bien alto, junto con todos mis hermanos”.
Y mucho en este camino transitado hasta el éxito del que hoy puede dar fe tuvo que ver su entrenador, amigo y segundo padre, Rodrigo Calabrese. Otro amante del boxeo desde niño, con raíces en La Boca y fanático también del Xeneize. El vínculo profesional nació después del personal, ya que Rodrigo era amigo de la familia, se hizo fan de Fernando y luego fue el eslabón principal para que se convirtiera en el Puma campeón del mundo. Cuando le tocó sufrir la pérdida de Don Abel a causa de una dura enfermedad en 2014, Calabrese se llevó en su corazón un pedido muy especial, del que puede estar orgulloso de haber cumplido.
“Solo me queda agradecerle a Rodrigo por todo, por bancarme. Porque fuimos desde abajo, desde el piso hasta ahora donde estamos. Él siempre estuvo ahí. Mi papá le dijo, antes de irse, que me cuidara. Y a él le quedó eso. Siempre me cuidó y nunca dejó que me fuera para malos lados. A veces, cuando pasa una tristeza así tan grande uno piensa en dejar todo. No me importaba más nada, sufría mucho y él pudo meterme de vuelta en el ruedo. Cuando empezamos a entrenar no paramos y empezamos a ganar todo. Agradecerle a Rodri porque sino tampoco le hubiese podido cumplir el sueño a mi viejo de ser campeón del mundo”.
La entrevista culmina. Fue casi una hora de un charla amena, en un gimnasio armado sobre el histórico Cuartel de Bomberos Voluntarios de La Boca, como debía ser, como lo manda la historia de este chico y su entrenador, con el que reafirman sus raíces y aseguran nunca abandonarán. En pocas semanas, Puma Martínez volverá a subirse a un ring para llevar la bandera argentina, y también los colores de Boca Juniors, a lo más alto del mundo. Por él, por los suyos que nunca olvida y por todos los que ven en Fernando un ejemplo a seguir. Un ejemplo de humildad, de superación y de esperanza para muchos jóvenes que transitan una vida difícil casi desde su nacimiento, en un país complejo pero que pese a ello brinda oportunidades y premia a los que luchan. A los verdaderos campeones de la vida.
Antes de despedirse, Fer se toma unos segundos y comparte un mensaje muy especial: “A la gente le quiero agradecer por el apoyo de siempre. También a mi familia, a mi señora y a mis hijas. Les digo a todos que luchen, no dejen de luchar. No se pierdan y siempre de la mano de Dios todo se puede. Que no descarrilen que siempre la vida da una chance para salir adelante. Esta pelea es bisagra, la tomo para dar el salto y dejar a mi familia donde la quiero dejar”.
ENTREVISTA COMPLETA AL PUMA MARTÍNEZ:
-Se confirmó tu pelea mundial, y de unificación, ante Kazuto Ioka. ¿Cómo tomás este trascendental momento?
-Con mucha responsabilidad y metido en lo mío, más que nunca. Quiero lograr lo que siempre soñé y sueño: llegar y ser el número uno, ser campeón de todos los títulos. Fue duro poder arreglar esta pelea, confirmarla. Esperamos mucho y ahora que ya está, más concentrado que nunca. Ya pasó esa parte en la que estaba preocupado porque no se daba. Ya viajé a Japón y fue una experiencia hermosa conocer Tokio. Ahí pude entender lo importante que es todo esto, me abrió los ojos y sé donde estoy parado. Ahora estoy más concentrado que nunca.
-¿Sentías que no estabas enfocado obviamente porque no estaba oficializado el combate?
-Estaba relajado, entrenando y ayudando a Agustín (Gauto), pero relajado. No pensaba que iba a ser una pelea tan grande. Cuando fui y vi todo afuera, lo que vivimos con Rodri (Calabrese) fue algo muy groso. El viaje que hice afuera me abrió los ojos y me hizo saber dónde estoy parado.
-¿Valió la pena la espera?
-Sí, superó mis expectativas. Estoy más concentrado que nunca y ahora lo quiero, lo necesito y estamos luchando para eso.
-¿Qué sentís que le tenés que sumar a tu nivel, si es que hay que hacerlo? ¿Qué característica crees que habrá que reforzar por este salto que te genera el rival?
-Tengo que ir como siempre vamos, bien entrenado y pensando en dejar un plus porque estamos de visitantes. Creo que estamos trabajando muy duro para que este chico no aguante los 12 rounds. Estamos bien puestos y concentrados, y más que nunca vamos a traer la victoria.
-Sabés lo que es pelear en un contexto hostil, de hecho te trajiste un cinturón cuando nadie lo esperaba y en un nivel bárbaro. ¿Te motiva ser visitante y que se note mucho?
-Siempre fuimos visitantes en todos lados porque nosotros por estar en Argentina tenemos que salir y dar el batacazo. Yo tengo mucha experiencia internacional por haber estado muchos años en la selección y me sirvió un montón. Por eso soy el que soy hoy y dimos el batacazo. Hoy estamos mejor que nunca, estamos bien para ganar lo que sea.
-¿Qué podés decir de tu entrenador, amigo y segundo padre como manifestaste de Rodrigo Calabrese?
-Agradecerle todo desde que arrancamos. Porque fuimos desde abajo, desde el piso hasta ahora donde estamos. Solo agradecerle porque hay que bancarme, que soy más complicado que la mierda (ríe). Y él siempre estuvo ahí. Mi papá le dijo, antes de irse, que me cuide. Y a él le quedó eso. Agradecerle porque siempre me cuidó y nunca dejó que me fuera para malos lados. Siempre me mantuvo firme con mi familia, en el entrenamiento. Eso, agradecerle mucho. A veces, cuando pasa una tristeza así tan grande uno piensa en dejar todo. No me importaba más nada, sufría mucho y él pudo meterme de vuelta en el ruedo. Cuando empezamos a entrenar no paramos y empezamos a ganar todo. Agradecerle a Rodri porque sino tampoco le hubiese podido cumplir el sueño a mi viejo de ser campeón del mundo.
-Forjaste un gran vínculo con tu papá. ¿Cuánto le insististe para que te llevara a un gimnasio?
-Sí, le encantaba. De chiquito mirábamos boxeo y le pedía que me llevara a entrenar. Me anotó y vio mi estilo, le gustó. Le encantó como boxeaba y él sentía que tenía pasta para ser campeón del mundo. Me llevó y vio que con once años ya prestaba atención a todo, tenía mucha concentración. Un nene por lo general a esa edad se pierde, pero yo siempre metido con el boxeo y sabía que iba a ser campeón.
-¿Y tus primeros días en los gimnasios? ¿Cómo conociste a tu profe actual?
-Empecé en Pompeya, a Rodri lo agarré antes de pelear en el Preolímpico y yo estaba sin profesor. Digo que justo cayó del cielo Rodri porque no tenía preparador físico ni profesor. Estaba peleando en la selección, viajé afuera y cuando volví me recuperaba de una lesión y tenía que entrenarme en casa sin nada. Con Rodri charlamos y me comentó que se había sacado la licencia como profesor, también era preparador físico, y dijimos ‘vamos a probar’. Cuando arrancamos me gustó mucho eso, el interés que él le ponía. Estaba muy motivado porque me iba a tener a mí que me conoce de mucho antes. Me conoce desde los 14 años, que ya había arrancado boxeo. Nos conocimos porque él era fanático mío. Él era grande y ya no podía competir ni nada, entonces se dedicó a ser profesor.
-Es muy conmovedora la historia entre ustedes dos y tu papá. Vos con Rodrigo ya tenían un vínculo previo y el boxeo los termina uniendo con la misma pasión, siendo él un fan tuyo cuando aún no eras campeón, entrenándote y llevándote a lo más alto.
-Es así. Él tenía a su padre que manejaba unos colectivos y recuerdo que nos llevaba a toda la familia. Yo con 14 ó 15 años él ya era fanático mío. Íbamos con el colectivo para todos lados con toda mi familia, éramos como 30 metidos ahí (ríe). Y así fue cómo se terminó dedicando al boxeo a full.
-¿Cómo hiciste para no bajar los brazos nunca, aun en momentos muy complejos que vive la Argentina?
-Yo vengo de una familia... (se quiebra). Me pone mal porque pienso mucho en mi familia, yo lo hago y la fuerza que tengo para seguir desde la pandemia, de todo lo malo, siempre fue para mi familia.
-Permitirme destacar tu humildad. Sos campeón y no cambiaste. ¿Sabés que sos un ejemplo para muchos chicos, que toman de tu vida que pese a los obstáculos y las barreras, hay que seguir luchando porque todo llega?
-Yo nací acá en La Boca y vivíamos en un conventillo. Mi vieja todavía sigue viviendo ahí. Estuvimos 14 años en un lugar muy humilde donde se luchó siempre. Mi viejo nunca nos hizo faltar el plato de comida, pero los lujos de una zapatilla nueva no nos podían dar. Unas Nike ni en pedo, olvidate. Pero lo que nos enseñó fue a valorar todo, a valorar mucho las cosas o lo poquito. Lo lindo es la familia y el estar siempre unidos, estar siempre todos juntos. Todo lo que hago es por ellos. La familia es la que me da fuerzas. Venimos de muy abajo, somos muy humildes y quiero darle lo que uno pueda y más todavía. Yo quiero y todavía sueño con comprarle la casa a mi vieja, que esté bien y no pase necesidades. Lucho por eso siempre. Pienso en eso, en que la tengo que sacar adelante y lo voy a hacer. Se vienen estas grandes peleas y yo la voy a dejar a mi mamá bien alto, junto con todos mis hermanos.
-¿Qué sabés de tu rival?
-Lo vimos y estudiamos, es bastante técnico. Maneja bien su distancia. Vamos a laburar sobre eso. A tratar de que no esté cómodo y llevarlo a nuestro juego.
-De vos siempre se caracterizó la resistencia física, la cantidad de golpes que lanzas y la potencia. ¿Cómo imaginas que será la pelea?
-En el boxeo uno espera que sea de una sola mano, ‘entro, pego una, lo conecto y lo tiro a la mierda’. Pero siempre vamos preparar un plan pensando de que va a ser una pelea larga. El KO viene solo, eso siempre me decía mi viejo. ‘No busqués el KO’. Porque yo siempre lo buscaba y no es así. Llega cuando menos te lo esperás, sale una mano que no la vio y ¡pum!, el otro está en el piso. Habrá que buscar estar bien concentrados porque acá el mínimo error se va a pagar, ya que estamos en un nivel muy alto. Así que vamos a estar bien preparados para todo eso.
-Te veo con mucha confianza, ¿creés que esta defensa con una unificación de título te llegó en el mejor momento?
-Sí, es mi mejor momento. Venimos con grandes peleas, eso también me dejó muchísima experiencia. Estas últimas tres fueron tremendas. Yo ya vengo con la experiencia encima, pero estos campeonatos mundiales me dieron un plus y la verdad es que estamos mejor que nunca. Con toda la fuerza, experiencia y bien físicamente. Vamos a salir a matar, pero bien y concentrados. Una cosa es ir a lo loco y otra bien concentrados buscando la pelea tranquilo, pero intentando darle el lugar que se merece a cada golpe.
-¿Qué le dirías a tus fanáticos que tanto te apoyan?
-A la gente le quiero agradecer por el apoyo de siempre. También a mi familia, a mi señora y a mis hijas. Les digo a todos que luchen, no dejen de luchar. No se pierdan y siempre de la mano de Dios todo se puede. Que no descarrilen que siempre la vida da una chance para salir adelante. Esta pelea es bisagra, la tomo para el salto y dejar a mi familia donde la quiero dejar.
-¿Algún sueño que te quede pendiente?
-Mi sueño es poder pelear en La Bombonera. Ojalá algún día se dé, yo creo que se va a dar. Venir con todos los títulos y pelear en La Bombonera para toda la gente de Argentina y mi familia, que está esperando poder verme y en estas últimas peleas no pudo. Igual siempre ahí, apoyando en la tele, le digo que ya me va a tener en vivo.