El video, con emotiva narración familiar que la Liga ACB le preparó para festejar su premio de MVP, habla de “cómo iba a jugar al básquet con esa estatura”. Fue el primer y gran prejuicio que Facundo Campazzo venció. Le costó. Años. Desde su infancia hasta casi la actualidad. Porque esa misma condición, su apenas 1m77, estuvo presente hasta cuando no le fue como esperaba en la NBA. “¿Cómo va a jugar con esa talla entre los mejores?”, dijeron. Eso y varias cosas más. Sus detractores, especialmente aquellos que hinchan por otros equipos, como el Barcelona, le pusieron un apodo cruel, Rotundo Fracazzo. Pero, claro, el cordobés luchó contra los haters, como les dicen hoy en redes sociales, desde que tiene uso de razón. Y no perdió nunca. Ni siquiera cuando se fue de la NBA por la puerta chica…
Se fue para volver a ser. Para resurgir. Para volver a sentir querido, valorado, respetado. Y lo hizo, nada menos, que en el club más importante del mundo, en el más prestigioso, popular y ganador. La Casa Blanca, nada menos. Se fue cómo ídolo y héroe y, luego del algún desamor con el hincha, por haber ido y no regresado cuando el fan del Madrid quiso, retornó para recuperar esa condición, esa chapa, ese amor. Y sí, otra vez, ahora a los 33 años, el Facu es el mejor base de Europa. Y acumula premios, títulos, como manda su carrera. Y su personalidad. Porque este pibe, no hay dudas, nació para ganar.
Por eso ya le podemos poner el apodo Señor MVP. Porque, con el de estos días de la Liga ACB, suma 10. Sí, 10 galardones al mejor jugador. En esta temporada acumula tres, nada menos: en cada título del Real, Supercopa a principios de temporada y Copa del Rey, en febrero, el base resultó el mejor. Es decir, no ha perdido un premio en España durante este curso. Ha sido el motor del equipo y la diferencia con los rivales. Y todo dentro de un plantel repleto de figuras. Algo dice, ¿no? Y ahora es el MVP de la fase regular de la mejor liga de Europa. Nada menos.
El cordobés promedió 11.4 puntos, 5.5 asistencias, 2.3 rebotes y 1.5 recupero por partido. Pero, claro, todos sabemos que lo suyo va más allá de sus números. Es lo que le faltaba al Madrid para ser aún más contundente de lo que viene siendo en los últimos años. Y como manda su historia. Los Merengues desfilaron en la campaña regular, ganando 28 de los 34 partidos, y sólo perdieron el #1 con Unicaja por el desempate.
Para ganar el premio, el argentino logró un total de 71 puntos, superando así los 66,6 logrados por el segundo más votado, el pivote del Unicaja Dylan Osetkowski. En una votación tremendamente igualada, Campazzo fue el favorito de los entrenadores (31 puntos) y quedó segundo para jugadores y medios de comunicación. Por su parte, Osetkowski fue el más votado por los aficionados, Markus Howard por los medios de comunicación y Gio Shermadini por los jugadores.
Es el sexto premio en España. Se suma los MVP de la Supercopa (2019, 2020 y 2023), el del Playoff Final de la ACB (2019) y dos de la Copa del Rey (2020 y 2024). Es el primero de fase regular y el quinto argentino que lo logra después Walter Herrmann en 2003, Chapu Nocioni en 2004, Luifa Scola en 2005 y 2007, y Nico Laprovittola en 2019, siendo Argentina el tercer país con más MVP luego de España y Estados Unidos, lo lógico.
Y hay que sumar lo logrado a nivel continental porque hace días fue nombrado en el quinteto ideal de la Euroliga, la Champions del básquet, ratificando ser el mejor armador de Europa a los 33 años. El Real ganó la temporada regular (27-7) y Campazzo promedió 11.7 puntos, 6.5 pases gol y 17 de valoración. Números parecidos a los de la Liga Endesa, lo que ratifica su capacidad de dirigir a un equipo ante cualquier rival sumando la gestión de los durísimos calendarios.
Un soñado retorno a la Casa Blanca luego de su paso intermedio por el Estrella Roja serbio, el equipo que apostó por él tras el periplo por la NBA. Una etapa que tuvo muy buenos momentos y también de los otros. Por cómo está hoy la NBA, apoyada en la ofensiva y el tiro de tres puntos, el estilo de Facu no cuajó. Porque él es un base puro, un creador, no tanto un armador anotador, lo que busca básicamente la NBA. Y, claro, no tiene la chapa de Europa, entonces las oportunidades no abundan. Cuando las tuvo, especialmente en Denver, fueron en pocos minutos y en roles que no le convienen, como de tirador en una esquina, lejos de la pelota, su útil preferido. Es decir, lo usaron para cosas en las que Facu no es tan bueno y pagó. La pelota la tenían otros, desde Jokic hasta Doncic, entonces para su esencia era muy difícil. Si a eso le sumamos que le costó a veces en defensa y no tuvo la eficacia de tres puntos que esperaban, todo terminó en una experiencia sin éxito. Al menos de cómo se mide el éxito.
Facu no tuvo dramas. Volvió para volver a ser. Y lo logró. En el Real nada menos. De Rotundo Fracazzo no tiene nada.