Había sido un día agitado para Gustavo Verón y Andrés Haupt. Seguramente el más incómodo para ellos desde que habían arribado a Venezuela para tomar el mando de las inferiores del Club Deportivo La Guaira. La experiencia, hasta ese 27 de febrero, había sido satisfactoria. Pero ese día quedaron envueltos en una situación molesta, pero al fin y al cabo nada alejado de las tensiones que se pueden vivir en un partido de fútbol. Nada, entonces, los hacía presagiar lo que pasaría.
Aquel día a la noche, cuentan aquellos que tuvieron acceso al relato de los entrenadores argentinos, las fuerzas policiales locales se presentaron en la casa de Haupt. Le pidieron que lo acompañasen porque debían tomarle declaración: cuando arribó a la comisaría le notificaron que debía entregar sus pertenencias porque iba a quedar detenido. También arribaron a la vivienda que Verón compartía con su esposa y su beba. Él no estaba, pero le dejaron una notificación con el mismo motivo: debía brindar testimonio tras lo ocurrido. Cuando tomó conocimiento, se presentó en el lugar y se repitió la misma escena que había vivido horas antes su colega.
Y desde entonces llevan 81 días detenidos mientras se resuelve su situación y se analiza cuánto sustento tiene el “agavillamiento, lesiones gravísimas e incitación al odio” que les endilgaron por la gresca que se generó tras el amistoso entre Unión Central de Venezuela con su club, La Guaira, tal cual informó en los últimos días Infobae. Verón asegura que intervino en la pelea para sacar a su compañero, porque estaba siendo golpeando entre varios integrantes de la delegación de UCV. En ese choque se dio una agresión a una de las autoridades del club rival, a quien señalan de tener fuertes vínculos con el gobierno de Nicolás Maduro. De hecho, se constató que las lesiones denunciadas no revistieron gravedad.
Los dos entrenadores argentinos comparten todavía una celda en la Zona 7 boleita de Caracas con otros reclusos en el Centros de Detención Preventiva (CDP), donde se ubican a los detenidos por delitos menores. Durante las últimas semanas, la familia contactó al abogado argentino Matías Morla y su caso quedó en manos de su estudio con la intención de terminar con el calvario que viven. El objetivo está puesto en la fecha del próximo martes 21 de mayo, cuando se dará una reunión clave para intentar rebatir los cargos que pesan sobre ellos, especialmente el de “incitación al odio”, que en Venezuela tiene penas que preocupan al entorno de los entrenadores.
En esa audiencia preliminar ellos realizarán su defensa, explicarán lo ocurrido, plantearán sus argumentos para rebatir los cargos que no entienden por qué pesan sobre ellos. Este procedimiento la realizan funcionarios judiciales con los detenidos por delitos menores con el fin de agilizar las causas, reducir los procesos. El mejor escenario sería que a partir de ahí recuperen la preciada libertad, en caso contrario podrían ir a juicio. No es una jornada menor si se tiene en cuenta las referencias que brindó este medio meses atrás sobre la situación carcelaria en ese país.
Mientras tanto, Gustavo y Andrés siguen recluidos. Si bien tienen acceso a un celular para poder comunicarse y no registraron ningún inconveniente desde que fueron privados de su libertad, no reciben visitas y tienen como nexo con Argentina al presidente del club que los había contratado.
Hasta aquel fatídico día, todo había sido soñado para ellos. Las promesas que les había hecho el club para que tomaran el trabajo en agosto del 2023 se cumplían, con una vivienda para ambos. Incluso la pareja y la hija de Gustavo permanecen en Venezuela.
“Este caso está directamente vinculado a un tema político. Nuestros defendidos hoy quedaron como rehenes de la pelea entre los gobiernos de Argentina y Venezuela. Tanto Gustavo como Andrés tienen una conducta ejemplar desde el primer día que llegaron al país. Fueron a trabajar junto a sus familias y jamás tuvieron un problema. Esto fue una riña típica de un partido de fútbol y hoy llevan tres meses detenidos, una injusticia total que solo puede analizarse de un modo político y no jurídico”, había subrayado Morla. Y añadió: “Nosotros estamos trabajando junto a varios organismos internacionales, acompañando a la familia y poniendo todo lo que el estudio jurídico tiene a su alcance para que sean liberados y regresen a Argentina. Las lesiones de quien denuncia fueron menores y en todo caso si hay un proceso el hecho en sí hace que ambos lo esperen en libertad”. Si bien se sostiene un diálogo fluido con la Cancillería sobre el tema, desde el lado de la defensa intentarán lograr una participación más activa de Argentina para terminar con el dramático momento que viven estos dos entrenadores si el próximo 21 de mayo hay un inesperado revés judicial.
Los argentinos poseen el carnet profesional de entrenadores que entrega la ATFA (Asociación de Técnicos del Fútbol Argentino), y cuentan con la licencia de Conmebol. En agosto del año pasado, cuando tomaron el mando de las formativas de La Guaira, desde las redes oficiales de las juveniles del club había celebrado el arribo de ambos en el rol de coordinador General (Verón) y coordinador metodológico (Haupt): “Seguimos apostando por el desarrollo de nuestras categorías formativas!”, marcaron desde el Naranja para presentar el trabajo de los nuevos líderes de la estructura.
“Estamos ilusionados de estar acá, con muchas ganas de trabajar para que los juveniles el día de mañana puedan integrar el plantel profesional”, decía por entonces Haupt. “El reto, el objetivo que tenemos aquí, es tratar de formar y potenciar. Estamos preparados”, se unía Verón. Era la oportunidad para ambos de mostrar sus herramientas como cabezas de un proyecto de un país que en 2023, por ejemplo, alcanzó los octavos de final del Mundial Sub 17. Pero todo se desmoronó...