Cuentan quienes frecuentan las entrañas de la selección argentina que la génesis del equipo campeón del mundo en Qatar 2022 estuvo, de alguna manera, en la Copa América de Brasil 2019. El seleccionado finalizó tercero tras caer en una de las semifinales ante Brasil, perjudicado por el arbitraje del ecuatoriano Roddy Zambrano. Y la palabra de César Menotti, Director General de las Selecciones Nacionales, fue muy escuchada en aquel entonces por Claudio Tapia, el presidente de la AFA, a quien el Flaco le dijo que lo mejor para el fútbol argentino era la continuidad de Scaloni en el conjunto nacional. Menotti le remarcó a Tapia un concepto del que siempre fue amigo: la necesidad de continuar un “proyecto” en el que creía.
Eran tiempos de cuestionamientos para Scaloni, especialmente de parte de un sector de la prensa por el funcionamiento poco convincente del equipo en la primera fase de aquella Copa América ganada por Brasil y porque al técnico le costaba acertar con los cambios durante los partidos.
“A Menotti tampoco le gustó mucho cómo jugó el equipo en los primeros partidos de aquella Copa América, pero le veía futuro a la Selección y se lo hizo saber a Tapia, que lo terminó sosteniendo en el cargo”, dijo a Infobae una persona que conoce al dedillo la intimidad del conjunto nacional.
El Flaco solía mantener largas charlas con Scaloni y con sus tres ayudantes de campo: Roberto Ayala, Pablo Aimar y Walter Samuel. “Las tenía mano a mano con cualquiera de los cuatro y también en grupo. Al Flaco le apasionaba hablar de fútbol y podía estar horas y horas conversando”, agregó la misma fuente. A Aimar le tenía un cariño especial por tres razones: lo supo admirar como futbolista, siempre rescató su modestia y su perfil subterráneo, y tuvo empatía con él desde que se enteró que el segundo nombre del “Payaso” es César en homenaje a él.
El propio Aimar lo verbalizó en 2020 en una entrevista que le concedió al sitio The Coaches Voice: “Mi segundo nombre es César por Menotti. Es como un chiste de la vida poder sentarme con él. Mi padre y un amigo que fue mi entrenador me hablaban siempre de Menotti y hoy, cuando ven una foto, se sorprenden y me dicen que no se creen que yo esté charlando con él. Es hablar con la historia misma”.
Ricardo, el padre de Aimar, siempre le contó a Pablo que Menotti supo jugar un partido para Rosario Central en su Río Cuarto natal ante el Estudiantes local. Fue el 18 de febrero de 1961, cuando Central goleó 6-3 a Estudiantes en un partido amistoso tras remontar una desventaja de tres goles.
El padre de Aimar comulgó con el estilo de fútbol ofensivo que pregonaba Menotti y le trasladó ese gusto a Pablo, quien disfrutaba sobremanera de las charlas que solía mantener con el “Flaco” en el predio de la AFA, en Ezeiza.
Si por Scaloni sentía aprecio y respeto, por Aimar también sentía admiración de sus tiempos de jugador: en la intimidad solía sentarlo a la misma mesa que Diego Maradona, Lionel Messi y René Houseman entre los argentinos (se deshacía en elogios para con Pelé, el mejor de todos para él).
La de Menotti y Scaloni fue una relación que comenzó absolutamente desde cero. Menotti siempre recordaba que cuando Tapia le pidió que le ofreciera el cargo a Scaloni, él llegó con “miedo” a la reunión porque no conocía personalmente al entrenador campeón del mundo en Qatar 2022.
“Cuando Tapia me dijo de Lionel Scaloni, yo fui asustado a la reunión, porque no lo conocía. Tenía miedo cuando me reuní por primera vez y por eso llegué preocupado a esa reunión. Como digo esto, también te aseguro que no me gustó cuando le ofrecieron un contrato de sólo cinco meses, aunque después entendí que había tiempo. El mérito de la elección es de Tapia, no mío”, dijo Menotti en agosto de 2022, sin querer arrogarse ningún mérito en la decisión de que Scaloni mantuviera su cargo.
En aquel primer encuentro, al Flaco le gustó mucho que Scaloni le haya dicho que quería recuperar la comunión entre los hinchas y el seleccionado, ajada por más de dos décadas de sinsabores. “Ahí me di cuenta de que estábamos por el buen camino”, expresó Menotti antes de la conquista en tierras árabes, recordando el comienzo de la aventura post Sampaoli, tras la enorme frustración que significó el Mundial de Rusia 2018 para el fútbol argentino.
Menotti asumió como Director General de Selecciones Nacionales el 1 de febrero de 2019, cuando el vínculo entre Scaloni y la selección mayor no era más que un interinato cuestionado por buena parte del ambiente del fútbol argentino, ya que el sucesor de Sampaoli no reunía ni méritos ni consenso popular para dirigir al conjunto nacional.
Pese a ello, Menotti siempre estuvo alineado con Tapia y le pidió que sostuviera el proyecto aun en los tiempos de dudas. “Estos pibes son trabajadores y no venden humo”, solía decir Menotti en la intimidad.
¿Le gustaba como jugaba la Selección en aquel primer año de Scaloni? No demasiado, al punto de que llegó a esbozar algunas críticas para con el nivel de juego del equipo, pero veía cosas positivas a futuro y el ojo no le falló: hoy Scaloni es -junto al propio Flaco y a Carlos Bilardo- uno de los tres técnicos argentinos campeones del mundo en mayores.
El vínculo entre Menotti y Scaloni pasó de respetuoso a fraternal: el Flaco invitó más de una vez al entrenador a comer y a charlar a su casa. No pudo acompañar al grupo a Qatar por sus problemas de salud, pero estuvo muy presente a la distancia vía telefónica.
Antes de la cardíaca final de Qatar 2022 ante Francia, Menotti le concedió una nota al diario Clarín en la que dijo: “El Mundial lo disfruté, pero me puso muy nervioso. Yo confiaba mucho porque veía cómo se trabajaba, pero sobre todo porque veía cómo era la relación del cuerpo técnico primero. Y después por cómo esa relación se trasladó a los jugadores y cómo se dio la relación entre ellos. El secreto de este equipo es que juega al fútbol y me pone feliz que respete la historia”.