Diego Armando Maradona fue, es y será siempre noticia. En este caso, la reaparición de un Balón de Oro que había ganado en 1986 y se creía robado y fundido, lo puso en la tapa de los principales portales del mundo del fútbol. Una casa de subastas lo exhibirá hasta el 6 de junio, día en el que un afortunado desembolsará una fortuna para quedarse con la reliquia que tiene una historia digna de una película o serie televisiva. Cómo fue hurtado de un banco en Nápoles el galardón, por qué el astro argentino y su círculo íntimo creyó que era imposible recuperarlo y cómo un ex galerista franco-argelino halló la pelota bañada en oro en una suerte de feria.
Las imágenes más conocidas de Diego con un Balón de Oro (foto de portada) se registraron en 1995, cuando la Revista France Football le otorgó la estatuilla que durante su esplendor como futbolista solo era entregada a jugadores europeos. Pero independientemente de ese trofeo, que en 2014 se convirtió en parte de los restos de un incendio que se produjo en la casa ubicada en el barrio porteño de Villa Devoto donde vivía Don Diego, su padre, el mítico número 10 ya había sido adulado con otro esférico dorado en 1986 por su labor en la Copa del Mundo de México.
El 13 de noviembre del 86, la revista francesa y la FIFA se unieron para homenajear públicamente al autor de la Mano de Dios y el Gol del Siglo en el Lido de París, un reconocido recinto ubicado en los Campos Eliseos donde se hacen shows y espectáculos de nivel internacional. Maradona recibió el Balón de Oro por su actuación en el Mundial de México, así como el arquero alemán Harald Schumacher se quedó con el de Plata y el inglés Gary Lineker se llevó la Bota de Oro como máximo goleador. En paralelo, se distinguieron también al soviético Igor Belanov (Dinamo Kiev) como mejor futbolista de la temporada y al neerlandés Marco van Basten, autor de 376 goles ese año.
“Estoy recibiendo un premio que creo que me lo he ganado, nadie me regaló nada. Sí me regalaron la posibilidad de jugar Bilardo y mis compañeros”, decía por esos días sobre el galardón en una entrevista con la TV francesa, un video que abre esta nota.
Ya de nuevo en Italia tras el evento, Maradona decidió guardar el premio en una caja fuerte del Banco de la Provincia de Nápoles, que estaba situado en una zona exclusiva del centro de la ciudad en la intersección de las calles Via Duomo y Via Manna (hoy ese edificio ya no existe). Junto a otras joyas familiares, el Balón de Oro queda en una de las cajas con número 71 y 404 a nombre de Claudia Villafañe, esposa de Diego. La pelota bañada en oro permanece intacta allí durante tres años, cuando La Banda del Buco (agujero, en italiano) atractó la sede bancaria a plena luz del día.
LOS DETALLES DEL CINEMATOGRÁFICO ROBO DE LA CAMORRA
A las 14:20 del jueves 26 de octubre de 1989, ocho miembros del clan de Giuseppe Misso, estratega de los robos de la mafia de La Camorra, ingresaron al Banco de la Provincia de Nápoles con caretas de personajes de Disney y de carnaval. La entradera fue a través de un agujero en la pared que hicieron en el local aledaño a la sucursal bancaria, luego de colarse por las alcantarillas, según contó Michelangelo, uno de los ladrones. amordazaron a varios rehenes y se dirigieron a las cajas de seguridad para abrir unas 80 sobre un total de 400. Un vigilante del banco le había pasado información a la banda, según le reveló Gigi Di Fiore, periodista italiano local que siguió el caso, en diálogo con L’Equipe de Francia.
“Estoy triste por las joyas, pero también por el Balón de Oro. Diego está muy impactado y molesto, espero que la policía logre recuperarlo”, fue la declaración que hizo Claudia Villafañe ante los medios luego de denunciar en la comisaría los objetos robados, entre los que precisó que había collares, aros, pulseras y diamantes de sus hijas Dalma y Gianinna, un reloj Rolex con diamantes, uno Cartier y otros seis relojes, más una tiara de Guillermo Cóppola, representante del Diez.
Maradona, que en ese momento tenía contacto directo con algunos pesos pesados de la mafia, no se quedó de brazos cruzados. Llamó a Licciardi, Contini y Lo Russo, tres hombres vinculados a las organizaciones delictivas. Con el correr del tiempo, este último se mostró arrepentido de su pasado como ladrón y declaró ante la Dirección Departamental Antimafia en 2011: “Me hice muy amigo de Diego. Por su Balón de Oro intentó pagar 15 millones de liras (7.700 euros). Pero me devolvieron el importe porque ya lo habían fundido en lingotes”.
Otro de los ladrones, Miguel Ángel Mazza, confirmó esa versión en 2022 (diario Domani de Italia): “Nos dimos cuenta de que era un artículo poco práctico para transportar (pesa 2,5 kilos) e inmediatamente lo fundimos”. Incluso hasta el último tiempo, el mismísimo Guillermo Cóppola hizo referencia a trofeo hurtado: “Nos devolvieron todo menos el Balón de Oro, que lo fundieron y vendieron”. Sin embargo, la invaluable reliquia hecha de latón y bañada en oro puro era imposible de fundir, algo que se comprobó recién hasta su reaparición en enero de 2016.
“COMPRÉ TODO POR UNOS CIENTOS DE EUROS”
Abdelhamid B. es un ex galerista francoargelino que tiene devoción por las subastas y suele acudir a las ferias en las que se venden perlitas de antaño. En diálogo con L’Equipe, reconoció que concurre a menudo al Hôtel Drouot en busca de algunos “objetos perdidos” y también al Drouot-Montmartre, donde incluso hay mejores ofertas porque se exhibe material que no fue vendido en el primer lugar. En enero de 2016, este descendiente de africanos se acercó hasta un modesto edificio que no dice mucho. En su fachada hay un letrero que reza “Sala de ventas, entregas y remoción de objetos”. Ahí encontrará más que oro...
Una semana antes del hallazgo, la madre de Abdelhamid (clarividente profesional) lo mandó a este mercado para ver si le conseguía alguna baratija para compensar a su suegro, al que le habían robado su medalla Cousteau (entregada con la compra de una enciclopedia de Jacques-Yves Cousteau). El afortunado coleccionista recordó que el sitio es como una feria en la que se colocan cajas con los objetos a vender en el suelo: “Esa mañana compré un detector de metales del ejército, una treintena de fusiles y escudos tibetanos”.
Había unos 150 trofeos dentro de la caja donde estaba el Balón de Oro. Algunas imitaciones de mármol y plástico. De repente vio el balón dorado que brillaba y creyó que se trataba de un premio de motocicletas, algo que le gustaba a asu suegro, por lo que se decidió a llevarlo. “Compré todo por unos cientos de euros (la factura lo confirma). Opero por instinto, realmente no presto atención al resto. Fui a casa a buscar mi coche y recogí todo. Mi hermano, también galerista, me preguntó que había comprado porque sabe que estoy un poco loco. Y me acompañó”, relató.
Con todo cargado en el auto, a su hermano le llamó la atención un botín dorado: “Me ofreció 50 euros por él, le pareció magnífico. Pero me negué. Y lo bien que hice”. Aunque el objeto está en evaluación, podría tratarse de la Bota de Oro que France Football le había dado a van Basten en 1986. Incluso el propio neerlandés confirmó que no lo tiene en su casa y que tal vez lo haya olvidado en el Lido.
Volviendo al Balón de Oro de Maradona, Abdelhamid aseguró que tardó un año y medio en darse cuenta de que no se trataba de un trofeo de handball después de varias búsquedas infructuosas en Google. Su interminable búsqueda por dar con el origen del galardón incluyó un experto en artículos deportivos que lo catalogó un 99% como el trofeo de un atleta y lo cotizó a un precio ridículo, llamados sin respuestas a Adidas (la estatuilla está basada en una pelota de esa marca) en Francia y Alemania, a la FIFA y a la agencia AFP donde le contestaron que Diego no había ganado ese premio.
Se dirigió hasta la galería Tessier & Sarrou, donde estaba el subastador que se lo había vendido, para averiguar su procedencia, pero no tiene suerte. “La gente no me tomaba en serio y me desesperaba, tuve altibajos”, confesó. Las búsquedas en la web no se detuvieron y las primeras pistas para linkearlo con el verdadero dueño fueron por una foto del italiano Salvatore Schillaci recibiendo el Balón de Oro de Adidas en el Mundial 1990 y la invitación para una gala al ex futbolista internacional y entrenador francés del Nantes, Robert Budzynski, fallecido en 2023.
En paralelo, Abdelhamid leyó artículos de Argentina e Italia donde hablaban del famoso robo al banco de Nápoles en 1989 y la supuesta teoría de la fundición del Balón de Oro, detalle que le abrió la cabeza: “Ahí me volví loco. Yo era joyero en mi juventud y rápidamente me di cuenta de que no se podía fundir. Desde ese momento quise aprovechar mi hallazgo para conocer a Diego, mi ídolo”. Pero el destino le jugó una mala pasada: en noviembre de 2020 Maradona falleció y el deseo de encontrarse con el Pelusa se abortó. “Dije a mí mismo que estaba maldito. Su asistente personal me refirió a un abogado en Londres. Quería ofrecerle un 50 y 50 por la venta”, detalló.
En el afán de llamar la atención y que lo contactaran, publicó el Balón de Oro en eBay a un precio de 120 mil euros: “Esperaba que Adidas o la familia me llamaran, no tenía nada que perder. Incluso mis amigos se burlaban de mí. Era la manera que tenía de confirmar que no era un mitómano. No tenía intenciones de venderlo, hasta me ofrecieron un coche a cambio”. Como nadie del círculo de la familia Maradona lo llamó, se sintió liberado de toda obligación moral para subastarlo. Y en septiembre de 2023 se presentó en la casa de subastas Aguttes, donde se exhibirá ahora.
LA AUTENTICIDAD DEL BALÓN DE ORO
Según reveló L’Equipe, dos defectos del trofeo confirmaron que se trataba del premio que Maradona obtuvo en 1986 y le robaron tres años después. En marzo se hicieron comparaciones fotográficas al igual que la casa Sotheby’s había hecho antes de subastar por casi 9 millones de euros la camiseta que Diego había usado en cuartos de final del Mundial de México 86 contra Inglaterra.
El emparejamiento visual fue hecho por la empresa dTwin, que se encargó de una digitalización de ultradefinición del esférico dorado. Así lo confirmó Bruno Rougier, fundador, presidente y director de esta misión. Se tomó como referencia una imagen en la que Maradona posó junto a dos niños con la camiseta de Francia en la ceremonia que se celebró en Lido en noviembre del 86. Se escaneó el negativo en alta resolución para ampliar la definición al máximo y cotejarla con la del objeto que presentó Abdelhamid.
Llegaron a la conclusión de que había dos claras similitudes: una discrepancia entre los motivos aztecas de los gajos (están alineados excepto en un lugar específico, un defecto de fabricación imposible de copiar) y una ampolla con un borde negro de un milímetro de espesor que no está recta.
“No hay límite de precio cuando mencionamos a Maradona“, afirmó Rougier, que suele sumergirse en el mundo de las subastas. Mientras tanto, el hasta ahora propietario del Balón de Oro recuperado, estimó una cotización de entre 12 y 15 millones de euros.