El colectivo era el tercero y venía en la cápsula del medio de los cinco que trasladaban al grupo más importante de la barra brava de Boca. Tenía el número de interno 899 de la empresa JetMart, fundada en 1994 y a la que La Doce le alquila ómnibus para moverse por el país. A 150 metros del peaje de Toledo, ya en provincia de Córdoba, la Policía de dicha provincia, con el apoyo de Gendarmeria paró a la caravana. Quizá porque la semana anterior en el traslado para el Superclásico el cacheo en la ruta 36 no había sido tan exhaustivo, quizá pensando en la buena estrella o en sus contactos, los pasajeros no se preocuparon. Entre ellos, el más importante del micro: Rafael Di Zeo. No sabía que en ese instante, a las 11.40 del último día de abril, comenzaría su calvario: apoyados por el grupo de élite del Departamento de Unidades de Alto Riesgo (Duar) de la Policía Cordobesa más perros entrenados en la búsqueda de droga pero también de pólvora, encontraron las cuatro armas (una nueve milímetros de la Policía Federal Argentina con numeración limada, otra nueve pero marca Browning también con la numeración suprimida, una pistola 22 Bersa y un revólver largo 32) y más de 50 proyectiles, todas listas para el disparo.
El resto de la historia es conocida: los 57 integrantes de ese grupo fueron llevados a la fiscalía de Río Segundo, donde quedaron imputados por el delito de tenencia ilegal de arma de fuego que tiene pena de hasta seis años de prisión y Rafael Di Zeo, que se subió a una camioneta y se fue, también quedó en el proceso bajo la misma figura ya que los dos policías que encabezaron el procedimiento, entre ellos el jefe del operativo, declararon que fue el primero que bajó del micro. Atrás de él descendió, según confirmó Infobae, una de sus manos derecha: Carlos Sebastián Maciel, alias Skeletor, que tuvo derecho de admisión, que también tuvo causas por reventa de entradas y que ahora quedó al igual que Rafa imputado por la tenencia del arma. Ambos, pero sobre todo el líder de La Doce, se hacen la misma pregunta: quién vendió el dato y quién supuestamente le hizo, como se dice en el ambiente, “la cama”. Porque en el círculo íntimo de Di Zeo aseguran que habiendo cinco micros, el líder no iba a encabezar el que venía con “los fierros”.
Las teorías que manejan son varias, una más inquietante que la otra. Los pasajeros de esa unidad eran en su mayoría del grupo de Moreno de la barra, que lideró durante mucho tiempo Juan Castro, un pesado de la zona Oeste del Gran Buenos Aires con pasado delictivo y que entre otras cosas acuchilló a Maximiliano Mazzaro, otrora dos de la barra, en una pelea por el poder. También pisó fuerte en ese bando Angel Feco Díaz, asesinado en la interna de La Doce en 2013 y después quien quedó a cargo fue el Petiso Javier Góngora, muy cercano a Skeletor. ¿Puede alguien del bando de Moreno haber puesto las armas a propósito? En La Doce lo descartan por completo: afirman que son los más leales a Di Zeo. También viajaba en ese micro un grupo de barras de Hurlingham y de Morón, pero que responden a la jefatura de los de Moreno. Sólo había como cuerpos extraños un par de barrabravas de Florencio Varela y La Plata, que se habían quedado sin lugar en el cuarto ómnibus, el que trasladaba al temible bando de Lomas de Zamora y que tenía como responsable en ese momento a Fernando Lana Gatica. Los otros ómnibus estaban a cargo de Mauro Martín, que encabezaba la procesión, y de Mariano Manija Mantarro, que la cerraba.
La situación vivida en plena ruta 9 puso en estado de nervios a toda La Doce. Porque las teorías conspirativas están a la orden del día, más allá de que las diferencias internas parecían haberse saldado en el asado de fin de año que se realizó tras las elecciones que consagraron como presidente a Juan Román Riquelme, en las que la barra jugó fuerte. De hecho, el Diez llegó aquel día en una camioneta en la que entre otros estaba Skeletor Maciel. En el círculo de Román dicen que se subió al primer vehículo que le ofrecieron sin tener idea de quiénes eran los ocupantes. La barra había apostado igual por los dos candidatos en pugna, de hecho Mauro Martín siempre fue el barra mimado por la conducción de Daniel Angelici. Pero volviendo a la interna, la tensión a punto de estallar que siempre hubo entre el grupo de Mauro y el de Marcelo Aravena, referente de la facción de Lomas de Zamora, se disipó tras un episodio en Río de Janeiro, tras la final perdida contra Fluminense, en el que varios se fueron a las manos y si los líderes no aplacaban el momento, todo hubiese terminado en un baño de sangre. Cuestiones ligadas a la cantidad de entradas para cada uno y al reparto de dinero habían puesto el agua a punto de hervor y un acuerdo de caballeros terminó por zanjar la cuestión.
La otra hipótesis de guerra tiene que ver con el grupo de Walter Coronel, rival de los tres líderes actuales (Di Zeo, Martín, Aravena), pero que en su momento fue un hombre clave de ellos. Claro que tras hurgar un poco en esa hipótesis, también la descartaron: Coronel y su primer círculo de barras están presos por una causa ligada a la barra de Los Andes que mezcla lavado de dinero, narcotráfico, extorsiones, apretadas sindicales y otros delitos. En ese contexto no tendrían fuerza para “armar la cama”.
Otra línea que se analizó en la barra tenía que ver con la facción del grupo de La Boca, que muchas veces juega su partido aparte. Acá se mencionaba las tensiones evidentes que tenían que ver con el negocio de llevar turistas a la Bombonera. Porque si bien los barras del barrio se quedaron con buena parte del negocio de los trapitos, el grueso de dinero viene por el ingreso al estadio y ahí La Doce oficial no quiere ceder. Pero en ese micro no viajaba nadie del barrio por lo que: ¿cómo habrían hecho, aún si lo quisieran, para poner las armas? Por lo cual fue otra teoría descartada.
En su aparición pública, Di Zeo culpó a la Policía y a la ministra de Seguridad de la Nación, Patricia Bullrich, acusándola de persecución. Pero todos saben que los cuatro revólveres no fueron plantados por la Policía. De hecho nadie sabe por qué estaban arriba de uno de los micros, aún cuando estaban escondidos en los ductos de la calefacción, ya que tanto La Doce como el resto de los barras de los clubes argentinos llevan el armamento en los autos particulares, que viajan por separado y no son requisados. Ahí es donde entra a tallar la teoría del error: que las guardaron ahí por las dudas, en caso de necesitarlas para cometer cualquier tipo de delito, y no avisaron a los jefes. Quienes abonan esta teoría se apoyan en la primera reacción de Di Zeo cuando le avisaron que encontraron algo arriba, y según varios presentes discutió fuerte con dos referentes que iban en los micros, volaron al aire algunas manos y rápidamente dos integrantes de esa facción, pero de más bajo rango, se hicieron cargo de que los revólveres eran de ellos, aunque luego en sede judicial, según pudo averiguar Infobae, ninguno lo ratificó. Por ello, la fiscal les imputó a todos la tenencia ilegal de arma.
También le sorprendió a la barra la dureza de la Policía Cordobesa. Generalmente si alguien se hace cargo del ilícito, la costumbre es quedarse con quien confiesa ser el autor del mismo y dejar seguir al resto. Pero acá no hubo trato. A punto tal que quienes declararon contra Di Zeo fueron los jefes del operativo. Los choferes, cuando debieron prestar testimonio en la Justicia, aseguraron que Di Zeo estaba en el lugar, pero no confirmaron si iba en ese micro. Uno de ellos dijo que estaba durmiendo cuando los pararon para la requisa, por lo que no pudo certificar quién viajaba, y el otro aseguró que los barras se cambiaban de micros por lo que no sabe si en ese lugar viajaba el líder de La Doce, aunque sí confirmó que era parte del contingente.
¿Qué va a pasar ahora? Los 58 barras ya tienen preventivamente aplicado el derecho de admisión para ingresar a cualquier estadio de la Argentina, lo que se extenderá por tiempo indeterminado apenas salga la resolución en el boletín oficial, algo que en el Ministerio de Seguridad estiman será en las próximas 48 a 72 horas. Lo más probable es que Di Zeo, aduciendo su inocencia, presente una medida cautelar, ya que por el momento está sólo imputado, no procesado por el hecho. Pero la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, no tiene pensado dar el brazo a torcer. Cuando fue funcionaria durante el gobierno de Mauricio Macri en el mismo cargo que tiene hoy, enfrentó muchas demandas en la Justicia por estos hechos y ganó la gran mayoría. Así que, de no mediar un cambio en Tribunales, Rafael Di Zeo quedaría fuera del paravalancha Xeneize por mucho tiempo. Y eso, más temprano que tarde, traerá consecuencias en una barra que hoy vive en estado de ebullición.