* Una de las secuencias de la fervorosa celebración del volante mendocino
Cuando Cristian Lema impactó con su botín en la cabeza de Tiago Palacios y el árbitro Nazareno Arasa marcó el punto del penal, en escena apareció Enzo Pérez, que celebró la sanción como un gol (que en efecto llegó luego con la ejecución de Edwin Cetré para el 1-1). Así vivió el mediocampista, de 37 años, la semifinal de la Copa de la Liga en la que Estudiantes eliminó desde los 12 pasos a Boca. Ídolo de River Plate, institución en la que jugó hasta diciembre de 2023, regresó al Pincha y recuperó el estatus de figura que supo tener antaño en La Plata, aunque sin olvidarse de su corazón, algo que quedó claro en el éxtasis post partido.
Una vez que Mauro Méndez firmó el 3-1 en la serie de penales, el referente se unió al racimo de saltos y cánticos, que tuvo como uno de sus ejes al arquero Matías Mansilla, quien tapó los disparos de Edinson Cavani y Nicolás Figal (Miguel Merentiel, además, desvió el suyo). En la efervescencia, el volante se quitó la camiseta para revolearla y quedó al descubierto su enorme tatuaje en la espalda con el escudo de River custodiado por la Virgen de Luján.
Pérez encabezó el clásico cantito “mirá, mirá, mirá, sacale una foto...” e incluso se señaló el tatuaje con los pulgares para posar para alguna instantánea. Luego, de cara a una platea, saltó y entonó uno de los hits del Pincha, para luego mirar a las cámaras y gritar “¡otra vez!”, en tres oportunidades, recordando los hitos coperos con el Millonario, que incluyen la mítica final de la Libertadores 2018 en Madrid.
Ya en la fase regular de la Copa de la Liga había vivido de manera especial su primer cruce contra el Xeneize desde que retornó a Estudiantes. Dicho encuentro fue el que se suspendió por la convulsión de Javier Altamirano en pleno desarrollo. Sin embargo, en la reanudación, Javier Correa aprovechó un error de Chiquito Romero y marcó el único tanto del cotejo. Pérez lo celebró lanzándole un beso a Marcos Rojo, líder en Boca y su amigo, aunque con la rivalidad exacerbada luego de que el central eligiera jugar en La Ribera y no en Núñez, cuando lo tentó Marcelo Gallardo.
El ex Godoy Cruz, con dos Mundiales en su haber, jugó en River desde la temporada 2017/2018 hasta el año pasado. Acumuló 241 partidos, seis goles y diez títulos; el último, el Trofeo de Campeones en diciembre ante Rosario Central. Decidió ponerle punto final a su ciclo luego de algunas diferencias con el DT Martín Demichelis y volvió al Pincha, que lo recibió con la nostalgia de aquella era brillante de Alejandro Sabella, en la que ganó la Libertadores 2009. Se acopló rápidamente al esquema de Eduardo Domínguez y su equipo jugará la final de la Copa de la Liga el domingo ante Vélez en el estadio Madre de Ciudades. Y lo saboreó con fervor y un guiño a su ex club.
* Las principales acciones del cotejo disputado en el estadio Mario Alberto Kempes de Córdoba
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