Yael Falcón Pérez tendrá la responsabilidad por segunda vez de impartir justicia en el Superclásico, el evento más mediático del futbol argentino. Estará acompañado por Juan Pablo Belatti y Miguel Savorani y, en la sala VOR, por Jorge Baliño y Lucas Novelli. No será un River-Boca más, dado que definirán cuál de los dos equipos avanzará a las semifinales de la Copa de la Liga.
La elección de Falcón Pérez, en principio, dejó conformes tanto a los representantes de Núñez como los de La Ribera, porque consideran que el colegiado de 35 años no ofrece demasiadas polémicas en su historial con ambos equipos. Además, su debut en el último clásico, que estuvo bajo su control, finalizó con un empate (1-1). Es la primera vez que se repite al mismo juez en dos clásicos en forma consecutiva; tal vez ese conformismo haya sido un factor contemplado por la Comisión de Árbitros.
El comentario generalizado en el mundo del arbitraje indicaba que en esta oportunidad le podía tocar a Maximiliano Nicolás Ramírez estar al comando del clásico en Córdoba: en la edición anterior, cuando era una fija, la chance se le truncó por una lesión muscular. Probablemente, el hecho de que venía de un problema físico, que le demandó una recuperación de dos meses, y que ostentaba solo un encuentro dirigido desde su recuperación (la igualdad 2-2 entre Independiente y Talleres), fueron los factores que lo llevaron a no ser ungido con la designación.
Falcon Pérez ha controlado el juego en varios duelos del Millonario y el Xeneize: dirigió 11 veces a cada uno. Con él, River ostenta seis victorias dos empates y tres derrotas. Boca, por su parte, cinco triunfos, dos pardas y cuatro tropiezos. Viene de concurrir a un curso de FIFA en Miami, junto a Facundo Tello y Darío Herrera.
¿Cuáles son sus fortalezas? Se trata de un árbitro cuyo equilibrio emocional y seguridad en el campo le permiten ser respetado en su decisiones. Cuenta con una presencia física fuerte y dominante en el campo, acompañado de una expresión facial y gestos que transmiten confianza y autoridad. Posee un profundo respeto por el espíritu de las reglas y el juego. Sus condiciones físicas le han permitido tener un desplazamiento y posicionamiento que fundamentan su proceso en las tomas de decisiones. Está considerado como un árbitro en el futuro con muchas posibilidades para una proyección internacional, al punto que fue seleccionado por la FIFA para los próximos Juegos Olímpicos de París 2024.
¿Debilidades? Repetir en tan poco tiempo el clásico, y en uno en el que se define la continuidad de uno de los equipos, lo puede llevar a tener que lidiar con situaciones complejas que propongan un deslucimiento en el control del juego. Por su naturaleza se apoya en la tecnología y en el trabajo en equipo. Tiene un promedio a nivel nacional en la faz disciplinaria de 4.68 tarjetas amarillas y 0.31 tarjetas rojas por partido.