Los secretos de Argentina campeón Sub 20 en Qatar 1995: de la pelea entre brasileños antes de la final al “permiso” de Pekerman en la Zona Roja

El detrás de escena del título que cambió el paradigma en las Juveniles de la selección argentina, relatado en un documental que produjo Juan Pablo Sorín, capitán de aquel equipo

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Trailer De Érase Una Vez En Qatar

Para las juveniles de la selección argentina existió un antes y un después en el año 1994, cuando Julio Humberto Grondona designó a José Néstor Pekerman como coordinador general. Era prácticamente un desconocido para el futbolero en general y más aún teniendo en cuenta que la otra opción para tomar las riendas en las menores albicelestes era Carlos Timoteo Griguol, técnico consagrado en Ferro Carril Oeste y con paso en River Plate. Al año siguiente de su arribo, Pekerman empezó a tapar bocas y armó las bases de un extenso y fructífero proyecto en el Mundial Sub 20 de Qatar. Sí, justo en Qatar, donde Lionel Messi levantó la última Copa del Mundo.

El documental “Érase una vez en Qatar”, producido por Juan Pablo Sorín (capitán de aquel seleccionado juvenil campeón del mundo en 1995), revela detalles desconocidos sobre la evolución de aquel grupo que se tomó revancha de Brasil, su verdugo en el Sudamericano de la categoría.

Argentina venía de protagonizar un bochorno en el Mundial Sub 20 que se disputó en Portugal en 1991. Integró la Zona A y perdió en el debut contra Corea, mientras que fue goleado 3-0 por el anfitrión (le ganaría la final a Brasil por penales) en un partido en el que sufrió las expulsiones de Mauricio Pellegrino, Claudio París y Juan Esnáider. En la tercera presentación, fue empate con Irlanda y eliminación. Pero además, la FIFA sancionó al conjunto dirigido por Mostaza Merlo por su comportamiento y le impidió participar de la Copa Mundial de la categoría dos años más tarde.

José Pekerman en Qatar, 1995 (Foto: El Gráfico)
José Pekerman en Qatar, 1995 (Foto: El Gráfico)

Pekerman, sabiendo que tenía que reestablecer las bases, conformó una de sus primeras delegaciones para instalarse en La Paz, donde se aclimataron a la altura desde diciembre de cara al Sudamericano de 1995. Los Sub 20 pasaron las Fiestas lejos de sus familias con el objetivo de consagrarse en el certamen y conseguir uno de los tres boletos para el Mundialito de Nigeria que finalmente se trasladó a Qatar, luego de que un emisario de la FIFA fuera apuñalado en el país africano.

En la primera ronda no hubo inconvenientes: victorias ante Perú, Ecuador y Venezuela más un empate ante Bolivia para asegurar el primer puesto y sellar el boleto para la ronda final. Con los triunfos ante Chile y Ecuador, el equipo de José firmó su pasaje para Qatar 95 y definió el título sudamericano en la última jornada ante Brasil. No pudo ser: derrota 2-0 y frustración. Quedó el consuelo de la clasificación al Mundial y haber tenido cinco futbolistas en el Equipo Ideal del certamen: Joaquín Irigoytía, Sebastián Pena, Juan Pablo Sorín, Ariel Ibagaza y Leonardo Biagini.

El cuerpo técnico conformado además por Hugo Tocalli convocó a los arqueros Irigoytía y Gastón Pezzutti, los defensores Sebastián Pena, Federico Domínguez, Gustavo Lombardi, Juan Pablo Sorín, Diego Crosa y Cristian Díaz, los mediocampistas Mariano Juan, Guillermo Larrosa, Carlos Arangio, Ariel Ibagaza, Andrés Garrone, Julio Bayón y Walter Coyette, y los delanteros Francisco Guerrero, Leonardo Biagini y Cristian Chaparro.

Juan Pablo Sorín (capitán), Joaquín Irigoytía y Leonardo Biagini, figuras de aquella selección sub 20 en Qatar
Juan Pablo Sorín (capitán), Joaquín Irigoytía y Leonardo Biagini, figuras de aquella selección sub 20 en Qatar

La Albiceleste debutó con el pie derecho ante Holanda y se impuso 1-0 sobre la hora con gol de Garrone. Pero un colosal Dani, destacado delantero portugués, frenó el envión en el segundo partido (caída 1-0). Obligados a ganarle a Honduras, los chicos de Pekerman se despacharon con una goleada 4-2 mediante un hattrick de Pena (todos de cabeza) y el primer tanto de Ibagaza. En cuartos, no hubo sobresaltos ante Camerún: 2-0 por las conquistas de Guerrero y Coyette. Y en las semifinales Argentina exhibió su chapa de candidata al vapulear 3-0 a la España de Raúl González, Joseba Etxeberría, Fernando Morientes y Michel Salgado. ¿Los goles? Biagini, Coyette y Chaparro.

Quedaba la final ante Brasil, el verdugo en el Sudamericano, que tenía figuras como el mediocampista Zé Elías y los delanteros Caio Ribeiro y Luizao. Sin embargo, en el plantel dirigido por Julio César Leal no reinaba la armonía que sí había en la concentración argentina.

Gerardo Salorio, preparador físico del conjunto nacional, recordó sobre la previa de aquella final en el estadio Internacional Khalifa de Doha: “Pasó algo histórico que creo que no sucedió en ninguna final del mundo. Los dos planteles comieron juntos. Y, en un momento determinado, los brasileros empezaron a pelear entre ellos, empezaron a discutir. Yo ahí le digo a José, ‘están nerviosos estos, este partido no se nos puede escapar’”.

Zé Elías, una de las figuras brasileñas, repasó en el documental: “Todo lo que ocurrió durante la Copa del Mundo... La atmósfera no era buena, había discusiones prácticamente todo el tiempo. El entrenador nos preguntó ‘¿y ahora qué van a hacer?’”. Y desafió, entre risas, a su ex compañero Caio Ribeiro, a que relatara una travesura que pudo haber influido en la preparación: “Explica a todos la patada voladora contra la pared del hotel que diste antes de la final”.

Argentina 2-0 Brasil (Mundial Sub 20 Qatar 1995)

“No sé por qué le di una patada voladora a la pared. En mi cabeza quise pegarle y caer en la cama, era una broma. Y cuando pateo la pared, abro un agujero. La pared no era pared. Ahí me desesperé. Pensé que tenía que avisar al hotel que la había roto. ‘No, pon un cuadro encima’, me dijeron. Entonces pusimos un cuadro”, argumento Caio, que fue goleador de Brasil en el campeonato con 5 gritos, obtuvo la bota de bronce y sería fichado por el Inter de Milán desde el San Pablo.

Más tarde, continuó: “Ese fue el lado divertido. Pero el técnico me llamó y habló de nuestra broma, que había sido para relajarnos y romper esa tensión. Alguien de la coordinación llamó y dijo que había un cambio de planes. Que nos volvíamos a Brasil desde el estadio. Que hiciéramos las valijas porque desde el estadio íbamos a la ceremonia de premiación y luego a Brasil. No volvíamos al hotel”.

Contaron los propios futbolistas argentinos que, en la charla técnica, Pekerman descubrió una hoja de la pizarra y mostró la imagen de dos caballos llegando a la meta. Uno de los dos le ganaba al otro por una trompa: “Esta va a ser la diferencia entre el primero y el segundo. Lo único que les quiero decir es que del segundo no se va a acordar nadie”. Altamente motivados, los muchachos salieron a defender la celeste y blanca y se deglutieron al campeón sudamericano. Fue 2-0. En el primer tiempo abrió la cuenta Leo Biagini tras una combinación magnífica con Coyette; en el segundo Arangio asistió a Panchito Guerrero, que había ingresado desde el banco, y sentenció la historia.

En imagen, Pena, Chaparro, Fede Domínguez, Coyette, Cristian Fabián Díaz, Guillermo Larrosa, Gustavo Lombardi y Julio Bayón.
En imagen, Pena, Chaparro, Fede Domínguez, Coyette, Cristian Fabián Díaz, Guillermo Larrosa, Gustavo Lombardi y Julio Bayón.

“Cambió mucho la selección argentina desde el Sudamericano al Mundial. Ibagaza corriendo de acá para allá, para adelante, para atrás, de lado a lado... El Guerrero que jugó el Sudamericano era otro al Guerrero que jugó el Mundial”, concluyó Zé Elías, todavía frustrado por la derrota en Doha.

Hubo festejo en el campo de juego y también en el vestuario. Los pibes habían conseguido que un país se mantuviera en vilo detrás de su suerte deportiva a más de 13 mil kilómetros de distancia, como sucedió entre noviembre y diciembre de 2022 con el equipo de Lionel Scaloni. A los futboleros más memoriosos se les vendrán a la cabeza los madrugones que se pegaron para ver en vivo las corridas de Panchito Guerrero, la salida elegante de Tomatito Pena, las gambetas del Caño Ibagaza o las atajadas del Vasco Irigoytía.

No era común hasta ese entonces, pero cientos de fanáticos aguardaron por la delegación nacional en Ezeiza. Independientemente de los familiares y amigos que los buscaron en el aeropuerto y acompañaron hasta el Predio de la AFA, muchos los reconocieron personalmente por la proeza lograda en Medio Oriente. La perlita fue el aplauso que recibió Sebastián Pena al ser reconocido por un chofer de la línea 110 camino a su casa.

EL PERMISO DE JOSÉ

La merecida felicidad del plantel
La merecida felicidad del plantel

Juan Pablo Sorín levantó el trofeo como capitán, a la vez que Joaquín Irigoytía fue condecorado como el mejor arquero del certamen. Los muchachos festejaron con música en la pileta del hotel hasta altas horas de la noche. Luego fue la hora del regreso. Embarcaron en Doha e hicieron escala en Baréin. La segunda parada fue en Ámsterdam, donde el plantel argentino salió del aeropuerto para conocer la ciudad. No explicaron por qué, pero uno de los puntos turísticos que visitó la delegación fue la Zona Roja de Holanda, conocida por la prostitución y uso de estupefacientes de forma legal.

“Muchachos, tranquilos, estamos representando a la selección argentina. No hagan locuras, seriedad”, fue el ruego por parte de los integrantes del cuerpo técnico. Coyette aseguro: “Yo no lo podía creer, no creía que eso existiera en el mundo”. Y Sorín directamente se dirigió a hablar con Salorio para pedirle que les dieran un par de horas libres en ese rincón de la ciudad holandesa.

El PF devolvió el guiño: “Tienen media hora. Yo me voy a llevar al técnico a comprar cosas. En media hora nos vemos en el puente”. El capitán asintió y le aseguró que cinco minutos antes iban a estar todos allí. Coyette deslizó: “De repente nos perdimos. Uno por un lado, otro por el otro... Desaparecieron”. Biagini alimentó el mito: “Había chicas en las vidrieras y estaban todos como locos. Dicen que alguno se metió adentro”.

Hubo una última parada en Brasil antes de aterrizar en Buenos Aires. Pero no quedan dudas que la escala que más disfrutaron aquellos pibes fue en Países Bajos.

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