La llegada de Diego Maradona al Napoli en 1984 significó un renacer para una institución que, hasta ese momento, nunca se había adueñado del Scudetto en el Calcio. Los cinco títulos levantados por el Pelusa con esta camiseta estuvieron marcados por la Copa UEFA 1988/89, el único trofeo ganado a nivel internacional en la historia del club. Dos Serie A, una Copa Italia y una Supercopa de Italia alimentan ese palmarés.
Sin embargo, el fin de ese idilio con la afición napolitana en la década del ‘90 precipitó su salida al Sevilla y nunca regresó a la ciudad para ponerse los cortos o desenvolverse en la dirección técnica, un sueño pendiente del campeón del mundo con la Selección. Esto se supo por la entrevista concedida por Diego Maradona Jr., uno de los cinco hijos reconocidos por el oriundo de Villa Fiorito, en el diario italiano, Corriere della Sera.
El periodista, Fabio Postiglione, le preguntó sobre cuál era el sueño de su padre y la respuesta no dejó margen a dudas: “Ser entrenador del Nápoles”. Ambos caminos se mantuvieron separados hasta la muerte del astro, ocurrida el 25 de noviembre de 2020. Sus inicios en el cargo lo llevaron a Mandiyú de Corrientes y Racing con ciclos de escasos meses. En 2000, recaló a Almagro como mánager y alcanzó la cúspide de la profesión en octubre de 2008, cuando agarró la selección argentina hasta la eliminación en cuartos de final del Mundial de Sudáfrica en 2010.
A partir de ahí, Maradona padre viajó a los Emiratos Árabes Unidos para ser DT de Al-Wasl y Al-Fujairah. Más adelante, Dorados de Sinaloa confió en él para luchar por el ascenso a la primera categoría de México y, en septiembre de 2019, asumió su último trabajo en Gimnasia y Esgrima La Plata. Bajo la compañía de Sebastián Gallego Méndez, logró ocho victorias, cinco empates y ocho derrotas en 21 partidos. Su fallecimiento impidió que cumpla el anhelo de su vida en la región europea y, a partir de esa fecha, el nombre del estadio del Napoli dejó la denominación antigua de San Paolo para cambiarla por Diego Armando Maradona.
En esa charla, Diego Jr. precisó algunas intimidades sobre su relación y el trato con él: “¿Ves cómo estamos ahora en el sofá charlando? Papá era así. Un hombre muy normal al que le gustaban las cosas muy normales. Tomábamos mate, fumábamos un puro y hablábamos durante horas. De fútbol y de la vida. Bailábamos”.
Además, fue consultado por las adicciones sufridas por Pelusa durante su vida: “No se sentía libre y de hecho no lo era. ¿A qué me refiero? En primer lugar al consumo de drogas, mi padre era un hombre enfermo. No estaba orgulloso de ello, especialmente con nosotros. Estaba avergonzado. Y me advirtió: ‘Nunca la pruebes, te arruinará la vida, no seas estúpido, es una droga infame’. Dijo con orgullo que había salido de ahí”.
Una de los tantos diálogos mantenidos con él lo hizo recordar un cruce de ambos por su icónico gol a los ingleses tras superar varios rivales en la Copa del Mundo ganada en 1986: “Hablaba de ello con tal naturalidad que me impresionó. Decía: ‘Sí, fue un buen gol, recibí muchos golpes en esos regates, pero no pude parar’. Y no paraba”.
Por otro lado, Diego Maradona Jr. reveló un gesto que tuvo para su primer hijo, de siete años (también tiene a India, de 5 años): “Mi hijo Diego Matías lo bautizó, eligió su nombre y lo besó como me hubiera besado a mí, como si fuera otro de sus hijos”.
En distinto sentido, fue consultado por el “sueño secreto” de su padre y manifestó que era “ver a sus cinco hijos sentados en la misma mesa”. En último término, dio una cruda frase sobre la última vez que tuvo noticias de él. Esa declaración se retrotrae a la intervención quirúrgica por un hematoma en la cabeza a pocos días de su deceso: “El día después de la operación. Me dijo que todo había ido bien, que se sentía fuerte y que no tuviera miedo”.