No fue un partido más. Desde que llegó al Cilindro de Avellaneda, Lisandro López entendió que iba a protagonizar su último baile en el escenario que lo convirtió en el ídolo de Racing. Licha fue la bandera del equipo de Coudet que ganó la Superliga del 2019. El heredero de Diego Milito que continuó con su legado en su regreso de Europa para ser campeón. Cada ovación que recibió desde las tribunas marcó un gesto sonriente, feliz y nostálgico en el delantero. “Siempre es especial venir a mi casa. Siento a este club como mi hogar. El cariño de la gente es espectacular y soy un eterno agradecido a las muestras de afecto que tienen para conmigo. Amo a esta institución y desde el corazón siempre le voy a desear lo mejor. Siempre me tratan muy bien”, deslizó en diálogo con Infobae, luego del sorpresivo triunfo de Sarmiento ante el combinado liderado por Gustavo Costas.
“Ganarle a Racing fue muy difícil. Tuve una mezcla de sensaciones. Sirvió para levantar desde lo anímico, porque necesitábamos una victoria como el agua. Espero que la podamos canalizar de la mejor manera para que el próximo sábado con Estudiantes podamos seguir sumando”, remarcó el experimentado atacante. Y agregó: “Venimos sufriendo y no podíamos encontrar la victoria. Estábamos en la búsqueda de sumar los tres puntos para afianzar nuestros conceptos y ganar confianza entre nosotros. Pasamos un momento difícil, porque nos encontramos muy abajo y este triunfo nos viene muy bien en todo sentido”.
Desde su arribo al Presidente Perón, Licha recibió el amor incondicional de los hinchas. Innumerables camisetas de la Academia con el número 15 y el nombre de Lisandro en la espalda marcaron que para los fanáticos también se trató de un compromiso especial. Y la bienvenida también se la dieron sus ex compañeros. Los abrazos de Gabriel Airas, Pillud y Sigali continuaron con algunas cargadas de Juanfer Quinetro, quien a pesar de no haber compartido el vestuario con el legendario goleador, se le animó con una burla al decirle que a sus 41 años se imagina en el rol de director técnico. “Hablamos mucho con los chicos y nos chicaneamos un poco, porque estoy en contacto permanente con ellos. Hablo mucho con Iván y con el Oso), porque teníamos un grupo espectacular y el contacto quedó para siempre”, explicó.
Surgido del club Newbery de Rojas, su vínculo con la Academia se forjó gracias a la intervención de Miguel Ángel Micó, un entrenador que se dedicaba al trabajo silencioso durante el proceso de formación de los jugadores. “Su llegada se dio en una situación muy compleja porque en ese momento Racing no era Racing, era Blanquiceleste. La gente no confiaba en lo que hacíamos, pero por suerte pudo cumplir el objetivo que tanto buscó durante tanto tiempo”, recordó el DT en declaraciones brindadas a este medio.
Él fue el principal responsable del vínculo que se formó entre Lisandro López y la Academia. “Si no hubiera sido futbolista, probablemente hubiese sido contador o abogado. Yo creo que estaría administrando un campo”, confesó entre risas. Es que la historia se remonta a un torneo juvenil que se disputó en la cancha de Deportivo Español. “En ese momento trabajaba en Lanús y cuando lo vi, lo quise en mi equipo inmediatamente. Me imaginé que podía formar la delantera con el Ogro Fabbiani, porque los dos son categoría 83″, deslizó Micó.
Sin embargo, el destino intercedió para que el estratega modificara sus proyectos y emigrara del Granate a la institución de Avellaneda. “Cuando cambié los 5 años de trabajo de Lanús por Racing, mis amigos me dijeron que estaba loco. Racing no estaba como está hoy. Había mucha incertidumbre y cuando tenía que sumar a un jugador, los familiares se preocupaban porque el club estaba gerenciado. Muchos me consultaban qué pasaría con los convenios si se terminaba la sociedad. La verdad es que no fue fácil, pero Lisandro nunca dudó en sumarse. Vino enseguida para jugar en la Quinta y no hizo falta hacerle una prueba porque ya lo conocía”, subrayó. Y agregó: “Me contrató Racing un 15 de enero y el 16 sumé a Lisandro. Fue gracias al viaje de egresados que pudo venir, porque si no se iba a ese viaje, probablemente hubiera firmado en Lanús”.
Consultado sobre esa anécdota, a Licha se le humedecieron los ojos cuando su memoria invocó aquel episodio. “Es verdad, yo había quedado en Lanús y hubiera jugado ahí si no me hubiese ido de viaje de egresados. Cuando volví a mí casa, él ya estaba en Racing y me dio la posibilidad de elegir: seguir en Lanús, porque ya estaba inscripto, o venir a Racing. Me vine con él y después pasó lo que pasó”.
Para llegar a la gloria, Lisandro tuvo que superar muchas adversidades. “En ese tiempo Racing tenía las pensiones en mal estado. Los chicos pasaron de vivir en una casa a un hotel precario… eran situaciones que no ayudaban, porque le podría haber llegado el deseo de abandonar, pero él nunca pensó en irse. Lo ayudó mucho el grupo, porque era un plantel muy unido. Se llevaba muy bien con Mariano González y Pucho Barsottini, que eran un año más grande”, detalló el ex coordinador de las inferiores académicas.
Su ciclo comenzó en 2001 y concluyó en 2004. “El contexto de la Primera ayudó, porque se salvó del descenso y después fue campeón. Eso dio mucha tranquilidad, porque la gente desconfiaba del gerenciamiento. Todo estaba más ordenado y muchos se quisieron sumar, como Sergio Romero, Claudio Yacob o Gabriel Mercado… jugadores que al tiempo fueron campeones Sub 20″, describió Micó.
En ese contexto, Licha tuvo la oportunidad de debutar antes del 14 de junio del 2003, pero una lesión en el quinto metatarsiano lo privó de una pretemporada en Estados Unidos. “Fue una muestra de su fortaleza, porque lo tuvieron que operar y debió recuperarse físicamente. Al año siguiente fue goleador del Apertura y partió para Portugal”, deslizó su descubridor.
El Porto, el Olympique de Lyon, Al-Gharafa de Qatar y el Inter de Porto Alegre fueron las otras camisetas que vistió antes de volver a Racing para ser campeón. Un recorrido similar al que en la actualidad atraviesa Zuculini, otro de los pibes surgidos del Tita Mattiussi que regresó al club de sus amores con el sueño de dar la vuelta olímpica en la etapa final de su carrera. “Bruno es un chico que salió de las Inferiores y ama estos colores. No sé si está bueno ponerle la presión del campeonato. Lo ideal es que disfrute; y si se puede coronar con un título, sería mucho mejor”, analizó Lisandro.
Amado por el pueblo académico, Licha López tuvo su Last Dance en el Cilindro. “Fue el último”, confirmó en los micrófonos de Infobae antes de comenzar su despedida humilde y silenciosa. Tal vez, el destino lo vuelva a cruzar con la entidad de Avellaneda en la segunda parte del año, cuando el elenco de Costas tenga que viajar a Junín; pero lo cierto es que la próxima vez que visite al Presidente Perón, lo hará desde otro rol; porque sus botines ya estarán colgados en la pared de los próceres del club. Él sabe que siempre tendrá abiertas las puertas de Racing.