“Esto es culpa del Nano Leiva que manda a matar gente al barrio desde la cárcel”, fue el grito que se escuchó a media tarde en el corazón de la manzana 11 del barrio San Jerónimo en Santa Fe. Habían pasado apenas unos minutos del ataque de un sicario que llegó y disparó a mansalva sobre un grupo de habitantes de la zona que además pertenecen a una facción de la barra de Colón, la disidente, llamada La Negrada, enfrentada a la oficial, Los de Siempre, de la familia Leiva. El criminal suceso dejó un muerto, identificado por la policía como Santiago Baroni y tres heridos de bala, dos de ellos en estado complicado. Para el Ministerio de Seguridad la hipótesis de lo ocurrido aún no está clara, porque evalúan también un ajuste de cuentas narco, pero ese grito de un vecino más la interna sangrienta de la barra de Colón hace que todo se enfoque en un nuevo hecho fatal de los delincuentes que manejan la tribuna del Sabalero.
El de esta tarde habría sido el corolario de la sucesión de ataques que se vienen produciendo desde que volvió el fútbol y que tiene en vilo a toda la ciudad. Cabe recordar que al comienzo del presente torneo de la Primera Nacional, la Provincia decidió que no podía haber dos barras una en cada tribuna con todo su cotillón, que no iban a permitir esa situación donde ambos grupos se amenazaban en forma constante y que la medida estaba orientada a que vuelva la familia a la cancha. Y la dirigencia tomó partido por la histórica facción Los de Siempre, que manejan desde hace dos décadas a sangre y fuego los hermanos Orlando y Quique Leiva. Ambos están en prisión pero delegaron la tribuna en su familia. Entre ellos Matías, hijo de Quique, de quién se dice que heredó toda la maldad del padre.
Lo cierto es que hubo varios encontronazos en el barrio Centenario y en el Fonavi San Jerónimo, donde se hacen fuertes cada uno de los grupos. Por un lado Los de Siempre, por otro el denominado La Negrada. Y diez días atrás cuando Matías Leiva salía de su casa fue baleado por dos personas que pasaron en moto. Lo hirieron a la altura de los glúteos y el abdomen pero tuvo suerte: las balas rozaron su cuerpo. Menos afortunada fue una vecina que terminó internada con un balazo que le atravesó la tibia y el peroné. Leiva fue a parar al hospital Cullen donde estuvo hasta este fin de semana. Recuperado, salió de alta y muchos creen que lo sucedido en las últimas horas podría haber sido una venganza, aún cuando los investigadores si bien tienen esta pista como principal, por el momento no obtuvieron ningún elemento que pueda certificarla.
Otro eslabón que apunta a que todo tiene que ver con la barra es que justo ayer por la tarde la Justicia le denegó a Orlando Leiva la posibilidad de seguir el proceso como jefe de asociación ilícita en libertad y le prorrogó la prisión preventiva. Orlando, alias Nano, está detenido desde septiembre de 2022 cuando tras una apretada al plantel de Colón se descubrió que manejaba por vía de extorsiones un montón de negocios vinculados al fútbol y que para ello tenía la connivencia de dos ex dirigentes del club, los pro entonces vicepresidente tercero Horacio Darrás y el vocal titular Lucas Paniagua, condenados en primera instancia a dos años y medio y un año y seis meses de prisión por estas relaciones espurias.
La interna viene desde 2018 pero tomó un cariz dramático en los últimos meses. Hasta aquel año, los Leiva manejaban a sus anchas todo el universo del Cementerio de los Elefantes, como se conoce al estadio de la institución. El primer jefe desde finales de los 90 fue Quique Leiva, quien terminó condenado a 30 años de prisión por un asesinato. Entonces la barra pasó a manos de su hermano Orlando, quien también tenía antecedentes por homicidio. Su estilo de conducción violento y poco afecto a repartir las vituallas que la barra recibe del club, el narcomenudeo y la política, terminó por generarle la ruptura con quien era su segundo, Brian Ríos, alias “Chucky”, que juntó un grupo grande de gente de su barrio, el Fonavi San Jerónimo, y armó la facción La Negrada para ir por todo. Desde ese momento, se desató una guerra sin cuartel que dejó muertos, heridos por doquier y en la que Leiva y su cuñado recibieron en mayo de 2019 cuatro y dos impactos de bala, respectivamente (Leiva, padre de seis hijos, ya había perdido un primogénito por asesinato llamado Jonathan años atrás), mientras que Chucky salvó su vida por milagro aunque la que resultó herida fue su pareja.
De ese reguero de sangre Los de Siempre salieron mejor parados gracias a sus históricos vínculos con la dirigencia política, deportiva y sindical y pusieron a fines de 2019 sus banderas por todo el estadio, como señal de triunfo definitivo. Pero llegó la pandemia y Chucky reorganizó a su grupo. Y aunque logró que su grupo entre al estadio, a la tribuna Sur (la Norte, la clásica de los violentos, quedó para Los de Siempre), nunca se quedó con la barra, su objetivo principal. En el medio tuvo causas por robo a mano armada, por asociación ilícita, por narcotráfico y por intento de homicidio. Insólitamente aún con esos procesos sobre su cabeza y con un pedido de detención que lo llevaba a la situación de estar prófugo, seguía yendo a la popular a desafiar el poder de los Leiva, hasta que en octubre de 2022 terminó detenido.
Pero desde el penal siguió gobernando a su gente. Y sus relaciones se ampliaron a otros sectores: a finales de 2023 su nombre y el de su familia quedaron asociados a una causa por lavado de dinero y a cuevas financieras tras un allanamiento en el que se secuestraron 45 millones de pesos, 85.000 dólares, 25.000 euros y 20.000 reales, además de 40 tarjetas de débito de gente vinculada presuntamente a la barra brava de Colón. Y el mes pasado cayó tras las rejas Gabriel Nudel, alias Cachiporri, su vínculo entre la barra y los grupos narcos de Rosario. Y más de uno vio en esa detención la mano de los Leiva pasándole datos a la Policía.
Eso elevó la tensión a niveles trágicos. Aquella detención fue el 13 de febrero. A los pocos días, hubo un enfrentamiento en la cancha que dejó varios heridos. Diez días después, Matías Leiva fue atacado por dos sicarios que pasaron como si nada por el barrio Centenario. Todo parece ser tierra de nadie. Porque esta tarde vino el vuelto. Que ya no dejó heridos sino directamente un muerto. Colón está programado para jugar este domingo contra Aldosivi desde las 19:10. Y el miedo recorre la ciudad. Si como cree la Policía la principal hipótesis es la interna de la barra y no un pase de facturas del narcotráfico, habrá que estar atentos para que el apodo del estadio no termine siendo una cruda realidad.