Los tiempos modernos en el fútbol obligan a los mejores clubes del mundo a competir en todo, incluyendo en cuanto al nivel de las instalaciones de sus estadios. En Inglaterra se inauguraron grandes recintos completamente refaccionados o construidos de cero que asombraron al planeta pero hay un mítico caso que llama la atención por justamente lo contrario: el del Chelsea. El cuadro londinense se enfrenta a la pesadilla de tener que elegir entre iniciar obras de un escenario en otra ubicación o intentar acondicionar Stamford Bridge.
Según informó el medio The Athletic en una profunda investigación, los dirigentes de los Blues creen que sólo tienen dos opciones sobre la mesa. La primera es pasar seis años jugando fuera de su estadio mientras se refacciona o pagar una inmensa suma de dinero para comprar terrenos y construir en otro lugar. En los pasillos del Chelsea cada vez crece más la frustración por los escasos progresos realizados desde la llegada de los nuevos propietarios estadounidenses hace casi dos años.
Anteriormente el cuadro que viste de azul quería renovar el estadio actual tribuna por tribuna en un esquema similar al del Liverpool en Anfield. En octubre los propietarios de un bloque de viviendas para veteranos junto a Stamford Bridge acordaron vender al club, bajo el nuevo propietario Todd Boehly, un terreno adyacente al estadio por 80 millones de libras. El acuerdo aún no se cerró, pero según fuentes consultadas por el medio inglés, los directivos del club decidieron que sería inviable llevar a cabo los procesos de planificación y construcción.
Así que si los Blues están decididos a permanecer en su cancha actual que es su hogar desde 1905. La última estimación es que un proyecto de este tipo llevaría seis años, lo que obligaría al club a alquilar una sede temporal como el mítico Wembley. El Chelsea fue vinculado en repetidas ocasiones con la construcción de una nueva cancha en el emplazamiento del antiguo centro de exposiciones de Earls Court, a un kilómetro y medio de su estadio actual, pero sólo la compra del terreno costaría al menos 500 millones de libras antes de poner el primer ladrillo.
El renovado grupo propietario del Chelsea, encabezado por Boehly, gastó 2.500 millones de libras en la adquisición del club en 2022 y prometió 1.750 millones en inversiones adicionales. Desde entonces, desembolsó más de 1.000 millones de libras en jugadores sin lograr resultados deportivos positivos y quedó fuera de todas las competencias continentales para la temporada 2023/24 que está en curso.
En su momento, Roman Abramovich intentó y fracasó varias veces en su intento de poner en marcha los planes para renovar el estadio. El ruso se hizo famoso por su ambicioso mudanza sobre una antigua central eléctrica abandonada de Battersea, que ahora alberga departamentos de lujo y bares. También se interesó por White City antes de que se convirtiera en el centro comercial Westfield e incluso The Sun afirma que llegó a plantearse construir un estadio en el distrito londinense de Waterloo en 2007.
El ex presidente diagramó planos donde ubicaba el estadio encima de una concurrida estación de tren del centro de la capital de Inglaterra. Un promotor inmobiliario explicó al Athletic que Abramovich imaginó una cancha con capacidad para 60 mil espectadores apoyado sobre columnas y situado sobre la línea de tren existente. Además, planeaba financiar el proyecto construyendo también rascacielos alrededor del recinto pero el plan se abandonó cuando quedó claro lo costoso que sería.